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Susana quiso ser patriótica, pero
a los bussistas no les hizo gracia

La Secretaría de Cultura había autorizado la realización de un programa de Susana Giménez en la Casa de Tucumán, pero en la provincia no les gustó. Protestaron y ayer se revocó el permiso.

Imagen: “Gobernador, ¿se la imagina a la Susana sentada en el sillón de Laprida?”, comentó al oído de Antonio Bussi un asesor de Cultura.

Giménez sigue con la mala racha de las últimas semanas.
Quería llegar “con carruaje antiguo y traje de época”.

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t.gif (862 bytes)  Hasta el martes pasado, a la producción del programa de Su Giménez se la notaba invadida por un júbilo patrio, por así llamarlo. Patrio porque habían logrado la autorización de la secretaria de Cultura de la Nación, Beatriz Gutiérrez Walker, para transmitir el programa del 9 de Julio desde la mismísima Casa Histórica de Tucumán. Júbilo porque después de una semana de traspiés –recordar la prohibición de la publicidad que la diva hacía de un suplemento dietario–, parecía que la mala racha había pasado. Pero no. El júbilo quedó atrás porque el martes, Gutiérrez Walker desandó sus pasos y revocó la autorización, argumentando “la falta de consenso” en la gobernación y en sectores culturales de Tucumán. Ayer, sin perder reflejos, Su invitó a su programa a la secretaria de Cultura que defendió el federalismo de su gestión, mientras que la diva hacía otro tanto contra los “ataques de la prensa”.
“Gobernador, ¿se la imagina a la Susana sentada en el sillón de Laprida?”, comentó al oído de Antonio Bussi un asesor de Cultura. Bussi, sensibilizado, no dijo una palabra, pero la mueca del gobernador tucumano lo dijo todo. No era la primera vez que lo escuchaba. En los últimos días, desde la Junta de Estudios Históricos, y desde los ministerios de Educación y de Gobierno le había llegado el mismo comentario. La producción del programa de la diva había cursado, poco después del 25 de mayo, un pedido a la secretaria de Cultura de la Nación, para transmitir desde la sede de la casa más venerada por los tucumanos. Y Gutiérrez Walker había concedido el permiso. Un mes después, el 24 de junio, desde la secretaría faxearon a la directora del Museo de la Casa Histórica, Sara Peña de Bascary, el permiso con los recaudos pertinentes: que se utilizara sólo el patio y que se prohibía el uso de las fuentes eléctricas del lugar, por lo que Su debía enviar su propio grupo electrógeno.
“Nosotros nos enteramos por los diarios. Creo que hubiera correspondido que nos preguntaran qué opinábamos”, dijo a este diario el secretario de Cultura provincial, Mauricio Guzmán. No se sabe a ciencia cierta qué opinaban los tucumanos, pero sí lo que ocurría en las esferas más altas del gobierno. En realidad, el epicentro de la resistencia surgió desde el Ministerio de Cultura provincial, a cargo de Jorge Malmierca, al que se agregó el Ministerio de Gobierno. A favor del programa estaban la secretaria de Información y la de Turismo, que con lágrimas en los ojos veía cómo se le venía abajo una campaña de difusión sin invertir un peso. Pero decidida la suerte, desde el cenáculo sensibilizado de Bussi, se trasladó a los medios locales, de ahí a la calle, y al defensor del Pueblo tucumano, Sergio Díaz Ricci. El domingo pasado La Gaceta publicó una nota editorial, y el lunes, Ricci embanderado, había alcanzado el momento culminante del enfrentamiento cuando amenazó con acudir a la Justicia y reclamar ante su par de la Nación, Jorge Maiorano, para impedir que se concretara el programa.
El martes, el mismo Malmierca levantó el teléfono y discó al directo de Gutiérrez Walker. “Es el templo de la Independencia argentina –sostuvo el ministro, después de carraspear–. No podemos permitir que se transforme en un show, y mucho menos para programas de tipo comercial.” La secretaria de Cultura evaluó la situación y dispuso dar marcha atrás revocando el permiso y luego faxeó a Peña de Bascary la orden denegatoria del permiso a la Su.
Susana Giménez obviamente desistió, aunque fuentes tucumanas sostienen que lo hizo antes de la prohibición, por el alto costo que representaba el traslado de 83 personas, el grupo electrógeno, y todo el set televisivo.
“Hubiera llegado en un carruaje antiguo, con vestuario de época. Pero lo vamos a hacer igual”, defendió Susana en su programa de ayer, provocando una mirada nerviosa de parte de la secretaria Gutiérrez Walker, invitada al set. “En Buenos Aires”, aclaró la diva. Sentada en su sillón tapizado en leopardo y vestida de negro, luego dio la palabra a la funcionaria, que defendió el federalismo de su gestión. “Nos pareció una buena idea para fomentar el turismo en muchos países, pero no iban a usar el sillón deLaprida como dijeron por ahí”, sostuvo Gutiérrez Walker, apoltronada en el sillón de los invitados, mientras Susana agregaba que “iba a ser muy serio, como acostumbro hacer todos mis programas”. La diva también tenía un sillón reservado para entrevistar al ministro Malmierca –cuyo nombre confundió en una letra–, en un estudio montado en Tucumán, pero Malmierca no concurrió a la cita.

 

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