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Los 5800 documentos secretos desclasificados anteayer por las agencias gubernamentales norteamericanas suman 20.000 hojas. Todas ellas abundan en detalles sobre el período más brutal de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1978), pero a nivel del conocimiento y no de la eventual colaboración que tenía el Pentágono y la Casa Blanca de las violaciones a los derechos humanos. Además, ninguno de los datos suministrados puede por el momento engrosar la lista de pruebas acusatorias contra el ex dictador en la causa que el juez español Baltasar Garzón sigue contra Pinochet en Madrid, y que mantiene al ex dictador en Londres a la espera de una definición en su proceso de extradición. El gobierno chileno, que busca actualmente traer a Pinochet a Santiago por razones humanitarias, se sumó a los elogios que despertó la noticia en Chile, mientras la derecha calificaba de oportunista la actitud del gobierno de Estados Unidos. Casi como si fuera una ironía, la presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos, Sola Sierra, murió ayer de un paro cardíaco. En la documentación dada a conocer en Washington hay material para conocer las actividades represivas de la policía secreta de Pinochet, la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) y de la llamada Operación Cóndor, el acuerdo de represión entre Pinochet y otros dictadores latinoamericanos para asesinar terroristas o simpatizantes de organizaciones terroristas. Ambas cuestiones pueden derivar en pruebas de la responsabilidad directa de Pinochet en la tortura y asesinato de los detenidos durante su régimen, pero no podrá formar parte de la causa que sigue Garzón en la Audiencia Nacional de Madrid: según el fallo de la Cámara de los Lores británica, el proceso de extradición y juicio de Pinochet en España sólo se puede referir a los casos de tortura ocurridos después de 1988 en los que pueda demostrarse la responsabilidad directa del ex dictador en los hechos mencionados. El otro aspecto que queda en evidencia es la activa promoción del golpe pinochetista por EE.UU., pero no surgen elementos de complicidad en sus actividades represivas posteriores. Quizás por esa razón, el gobierno chileno no ha tenido problemas en celebrar la desclasificación de estos documentos. Cualquier antecedente que se entregue para esclarecer los hechos que ocurrieron durante ese período es bueno para la estabilidad y la tranquilidad del país, declaró Carlos Mladinic, el ministro secretario general de Gobierno. Simplemente pensamos que el hecho de que haya sido entregado el material a los archivos de este país facilitará la labor a todos los investigadores para que tengan las fuentes necesarias para construir la historia y la verdad en este país, agregó el funcionario. Quienes están enojados son los representantes de la derecha chilena. Estamos en presencia de una gigantesca operación de propaganda, bramó el senador vitalicio Jorge Martínez Busch, ex jefe de la Armada durante la dictadura. Los representantes de la UDI (Unión Demócrata Independiente, el partido más pinochetista de la derecha chilena) expusieron tres argumentos para su enojo: el oportunismo político de Estados Unidos para desclasificar estos documentos justo cuando se decide el futuro de Pinochet en Londres, la violación a la soberanía de Chile que aparece en la colaboración norteamericana con Pinochet (lo mismo que expresaron cuando el ex dictador fue detenido el 16 de octubre), y la verdad a medias que representan informaciones donde las fuentes aparecen protegidas u ocultas. Lo que se desprende de los documentos, por ahora, es sólo el conocimiento del gobierno norteamericano, más precisamente de la CIA, de las actividades represivas del régimen militar chileno y las de la Operación Cóndor. Uno de los informes de la CIA, fechado el 31 de enero de 1974, señala que durante ese mes el ejército capturó y asesinó a Bautistavon Schowen, uno de los líderes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Cuando se haga público, parecerá que Von Schowen fue capturado y después murió cuando trataba de escapar, dice el escrito. Otro informe, de junio de 1974, revela la visita de funcionarios estadounidenses al centro de detención de Pisagua, cuyo comandante les explicó que se había fusilado a 27 personas. En cuanto a la Operación Cóndor, un informe de la Agencia de Información de la Defensa norteamericana, del 1º de octubre de 1976, señala que el plan fue establecido recientemente entre los gobiernos de Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile, Brasil y Bolivia. El documento cita casos de operaciones conjuntas como el de setiembre de ese año, cuando en Argentina fue desactivado un grupo extremista uruguayo denominado OPR-33.
POR ASESINATOS COMETIDOS EN 1973 Y 1984 Página/12 en Francia La
Justicia francesa volvió a encausar ayer dos procedimientos contra el dictador chileno
Augusto Pinochet, que habían quedado fuera del paquete de las cinco querellas presentadas
en Francia a finales de 1998 y a principios de este año. La Corte de Apelaciones de
París dispuso en un nuevo fallo que se reabriera el proceso por crímenes contra la
humanidad que implica a Pinochet en el asesinato en Chile de dos ciudadanos
franceses, Henri Ropert, asesinado en 1973, y el padre André Jarlan, ultimado de un
balazo en su casa del barrio La Victoria en el año 1984.
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