|
En una demostración muy pobre de fútbol, Argentina le ganó a Ecuador mostrando espaciados momentos de contundencia apariciones de Simeone y Palermo convertidas en goles y prolongados períodos de desorientada confusión. Con muchos jugadores por debajo de su nivel habitual, el equipo de Marcelo Bielsa en ningún momento mostró serenidad ni fue capaz de dominar con fútbol a un Ecuador liviano y llamativamente inepto a la hora de concretar. En síntesis: un ensayo fallido, que mostró al conjunto por debajo incluso de sus últimas poco convincentes actuaciones. Tal vez el hecho de que Martín Palermo haya por fin... convertido dos goles haya marcado la diferencia con partidos anteriores. Pero no hubo, ni mucho menos, mejoría en el rendimiento. Sobre todo fue alarmante la inseguridad defensiva, con jugadores que se chocaban, que se caían, que salían a destiempo: la noche de Ibarra, Ayala y Sorín fue realmente negra. Por suerte, Burgos estuvo bien en lo suyo y no se equivocó. Argentina ganó pero dejó una impresión muy inferior a la de Colombia, por ejemplo. Nos veremos el domingo. Seguro que mejoraremos. Ojalá. La Selección jugó un primer tiempo horrible. Todos atados, nerviosos, peleados con la pelota excepto Riquelme, tocando desde posiciones fijas en acto de pura impotencia o dividiendo la posesión en entregas apuradísimas... En fin: un festival de imprecisiones. Tuvo oportunidades de convertir y en una de ellas lo hizo. Para variar, en los modernos equipos argentinos modelo europeo mecanizado (la selección de Passarella, ésta, el Boca de Bianchi), a partir de una pelota parada precisamente enviada por Riquelme que cabeceó precisamente el Cholo Simeone (otro que jugó, estuvo en la cancha a su manera de siempre) a un rincón mientras los ecuatorianos miraban, como en todas las pelotas aéreas del primer cuarto de hora. Que fue cuando Argentina, sin jugar bien, atacó un poco y llegó a posiciones de gol. Después, progresivamente, como si no hubiera ni quién ordenara ni quién tuviera la personalidad suficiente, se fueron desordenando todos hasta merecer que los hábiles pero tímidos ecuatorianos o el solitario Graziani, en realidad nos embocaran. En el segundo tiempo, pareció, por la disposición de los primeros minutos, que el equipo estaba dispuesto a encimar bien arriba y apretar,dominar a ecuador. No fue así. El pressing nunca funcionó, los defensores siguieron dudando entre salir y quedarse y los ecuatorianos tuvieron espacios para tocar a espaldas de los volantes argentinos. Por suerte para el equipo de Bielsa, para este Boca (no) reforzado de anoche, en dos jugadas típicas del equipo de Bianchi, con los espacios que Palermo necesita y pelotas de larga trayectoria, llegó dos veces más al gol: asistencia de Guillermo que el grandote domina y clava de zurda, y notable definición con la de palo y de volea, tomando una pelota peinada por un defensor. Ni siquiera con tres goles a favor el equipo se tranquilizó. Siempre dio idea de fragilidad y llegó en ataque por jugadas aisladas, no por maniobras colectivas de toque o búsqueda colectiva. Alguna asistencia precisa de Riquelme que en el segundo se fue cansando y perdió justeza ypresencia, alguna subida de Zanetti, algún remate de afuera, más de compromiso que de real convicción, de Gustavo López o del Mellizo. Ecuador terminó descontando y poniendo más justicia en el marcador. Sólo cabe mejorar. No va a ser difícil, comparado con lo de anoche.
|