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Créase o no, la famosa fórmula de Ripley, alborota este mes la tapa de la última edición de Página/30. El oportuno subtítulo (El estado de la fe) pone las cosas en su lugar y prueba que lo que desvela al mensuario no son las erudiciones de historieta sino una inquietud más ominosa, más pérfida, más contemporánea: qué significa creer a las puertas del tercer milenio y si significa algo en qué creen los que creen y si hay algo en qué creer para qué demonios sirve. No hay centímetro de este valle de lágrimas que la incredulidad poscapitalista haya omitido regar, pero créase o no la fe, aunque no mueva montañas, sigue promoviendo extrañas aventuras. Algunas pueden leerse en las páginas de la revista; la aventura original, con guión de un apóstol, mejor verla en el video que la acompaña: El evangelio según San Mateo, del gran Pier Paolo Pasolini. En un sabroso diálogo estereofónico, Juan Ignacio Boido sondea los misterios de la religión desde dos veredas antagónicas: la de Hugo Mujica, ex hippie, poeta y sacerdote, y la de León Ferrari, artista plástico y liquidador militante de coartadas católicas. Con un pie en la esperanza y otro en el pánico, Claudio Uriarte repasa el lugar y la fuerza de la Iglesia hoy, diagnostica un vía crucis total y anuncia dos noticias. Como en los chistes, una buena y otra mala: la buena es que el fin de la Iglesia está cerca; la mala, que nadie sabe si ésa es realmente una buena noticia. Los avatares de la fe se ponen particularmente espinosos en El síndrome Jerusalén, crónica en la que Jorge Pinedo se pregunta, entre otras cosas, por qué David Koresh y otros mesías asesinos eligen la ciudad santa para inspirarse. Y alcanzan extrañas cimas populares cuando Abel Gilbert y Miguel Vitagliano reconstruyen, de Ceferino a Gilda, el largo reguero de santos que esperanzan a las masas. Leer para creer. Página/30 divulga en julio lo que pocos saben: que Bruce Chatwin, el nómade que doblegó de amor a la exigente Susan Sontag, se convirtió al catolicismo poco antes de morir. Dolores Graña le sigue los pasos a Cristo en Hollywood y Marcelo Birmajer, infiltrado en campo enemigo, cuenta historias que, si sucedieron, dice que sucedieron entre cuatro paredes eclesiásticas. Guillermo Saccomanno narra un hecho casi de sangre alrededor de una biblia y Esteban R. escanea la religión rockera a través de las últimas peleas que dividen a sus fieles. Un gran escritor y dos profesionales de la heterodoxia cierran la edición de Página/30 que ya está en la calle. El primero, presentado por Rodrigo Fresán, es Robert Mc Liam Wilson, que inventa a un regocijante y verosímil groupie del Papa en busca frenética de una foto con su ídolo. Los otros dos son G. K. Chesterton, ese gran sofista del catolicismo que amaba Borges, y Pier Paolo Pasolini, marxista, ateo y homosexual, tres aficiones gracias a las cuales filmó la más bella biografía de Cristo que haya dado la historia del cine.
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