Por Irina Hauser
y Laura Vales
El criminal
de guerra nazi Mirko Eterovic, ex jefe de uno de los principales campos de concentración
de Yugoslavia, acusado del asesinato de miles de judíos, serbios y gitanos, vive en un
barrio residencial de la capital de Córdoba. La Justicia lo descubrió como parte de una
pesquisa sobre la radicación en la Argentina de 63 terroristas croatas que llegaron al
país a fines de la Segunda Guerra Mundial. En los tribunales le aseguraron a este diario
que se sospecha que otros cinco podrían también estar con vida y ser ubicados. Los
investigadores están furiosos porque se filtró la información sobre la presencia de
Eterovic y todavía no hay ningún pedido de extradición contra él, ni elementos legales
para detenerlo; temen que ahora el jerarca nazi desaparezca del mapa.
Isaac Rojas y Pedro Eugenio
Aramburu, vicepresidente y presidente de la Libertadora, en 1956 |
La entrada del campo de Auschwitz.
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El listado de criminales de guerra rastreados en territorio argentino incluye a buena
parte de la plana mayor del gobierno croata pro nazi de Ante Pavelic: en él están dos de
sus ministros, su jefe de policía, una decena de funcionarios de alto nivel y los jefes
de dos centros de exterminio (ver aparte). A última hora de ayer, trascendió que en la
provincia de Chubut fue localizado otro croata identificado como Marko Pavlovic. Su nombre
figura en la nómina como el de un torturador del campo de concentración de Janosevac. En
1947, todos ellos fueron acusados por el gobierno de la ex Yugoslavia de ser autores o
cómplices del genocidio perpetrado en decenas de campos de concentración, por lo que se
reclamó a la Argentina su extradición. Diez años más tarde, se insistió con una
solicitud similar. Pero los pedidos nunca prosperaron.
Eterovic, que hoy tiene 86 años, fue una de las figuras claves del régimen del
Estado Independiente Croata, uno de los más crueles y sanguinarios sistemas
nazis de exterminio. Tenía una jerarquía superior a la del criminal de guerra Dinko
Sakic, que también se ocultó en Argentina y el año pasado fue extraditado a Croacia por
la matanza de unos 2000 civiles en 1944. Nuestras manos están ensangrentadas de la
revolución. El que no se somete será liquidado, solía decir Eterovic a sus
subordinados en Supetar, el campo de concentración que dirigía.
Otra
visión del horror.
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Los archivos argentinos.
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Este hombre de piel ajada, perfectamente lúcido pese a su edad, participó activamente en
las persecuciones, asesinatos y despojos de serbios y antifascistas desde su juventud. Fue
miembro de la organización terrorista ustachi en la Universidad de Zagreb y, más tarde,
organizó los primeros grupos creados en la ex Yugoslavia por los admiradores de Adolf
Hitler para la toma del poder. Los testimonios de sus víctimas son estremecedores.
En la noche del 10 al 11 de abril de 1941, se lee en el informe realizado por el gobierno
yugoslavo, detuvo en la localidad de Nueva Gradiska a decenas de serbios. El
procedimiento de tortura dice el dossier fue el siguiente: las víctimas eran
conducidas una por una a un pozo en el patio de la prisión del tribunal y allí los
ustachi les colocaban en la cabeza una bolsa o frazada y los golpeaban con objetos
contundentes hasta el desmayo. Dos de ellos, que murieron de inmediato, fueron colgados
para fingir sus suicidios. Eterovic también fue uno de los que organizó el despojo
sistemático de los prisioneros. Los sobrevivientes fueron trasladados, veinte días más
tarde, a un campo de concentración, donde los obligaron a firmar documentos para
obsequiar al Estado Croata todas sus propiedades. El método se repetiría después
con decenas de miles de detenidos.
Estos méritos fueron los que lo convirtieron en el todopoderoso jefe del campo de
concentración de Supetar, ubicado en la isla de Brac. Después, ocupó altos cargos
partidarios y, desde esa posición, dice el documento de extradición, fue uno de
los que decidió intensificar los métodos de terror contra los militantes
antifacistas.
Ayer, desde su casa en el barrio Maipú de Córdoba, a 2 kilómetros de la capital
provincial, Eterovic dio la cara: Yo era un defensor del pueblo, ayudé a los
judíos y a los serbios. Mis enemigos siempre fueron los comunistas repitió al
periodismo.
El jerarca nazi, se supo ahora, nunca había ocultado su identidad. Tampoco su presencia
en Argentina. De hecho, fue profesor de idiomas en la Universidad Nacional de Córdoba
(UNC). La misma actitud, según informaron a Página/12 fuentes de la investigación, tuvo
la mayor parte de los demás criminales que figuran en el expediente.
Portada del pedido de extradición
realizado por Yugoslavia en 1947.
La pesquisa por la que fue localizado se inició hace cinco meses el
11 de febrero a partir de una denuncia del presidente de la Delegación de
Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) Rogelio Cichowolski. Los integrantes del Centro
de Estudios Sociales de la DAIA, desempolvando viejos expedientes, habían dado con el
pedido de extradición presentado en 1947. Así comprobaron que, si bien el expediente
había sido rechazado por el gobierno de Juan Domingo Perón, nunca fue tratado por la
Justicia. Sobre esta base, y porque se trata de delitos de lesa humanidad, se confeccionó
la denuncia judicial. El expediente quedó a cargo del juez federal Gustavo Literas y el
fiscal Guillermo Marijuán.
El primer paso de la investigación, encomendada a los hombres de la División de
Investigaciones de Conductas Discriminatorias de la Policía Federal, fue discriminar, en
la larga lista, a los nazis que todavía podían estar con vida. Para esto se chequearon
archivos de la Dirección de Migraciones, padrones electorales, la base de datos de la
ANSES y la existencia de documentos de identidad o pasaportes tramitados en la Argentina.
El trabajo implicó rastrear también decenas de nombres similares a los
denunciados, explicó uno de ellos. Un Josip croata bien podría haberse convertido
en un José al ingresar al país, o un Vinko en Víctor.
Hace poco más de un mes y medio se tuvo la certeza de que Mirko Eterovic estaba radicado
en el país. Uno de los equipos de la Federal que viajó a Córdoba confirmó, a través
de una serie de entrevistas encubiertas, que se trataba del jerarca nazi buscado y no de
un homónimo.
El objetivo es que estos criminales sean extraditados o deportados, explicó
el titular de la DAIA. Es que, hasta ahora, no hay pedidos de extradición de ningún
país. Según explicaron fuentes judiciales a este diario, el pedido podría ser realizado
por el actual gobierno croata ya que allí se cometieron los crímenes, pero
también por Alemania o Israel. El tema fue analizado anoche por el presidente Carlos
Menem y el ministro del Interior Carlos Corach, en una reunión en la residencia de Olivos
donde fueron informados sobre el avance de la investigación por Víctor Ramos, titular
del Instituto contra la Discriminación. Al retirarse, Ramos anticipó que el gobierno
pedirá la expulsión del nazi identificado una vez que sean informados sobre el
expediente que lleva el juez Literas.
JEFE DE JANOSEVAC, EL AUSCHWITZ DE LOS
BALCANES
La punta del ovillo fue Dinko Sakic
Cuando los integrantes
del Centro de Estudios Sociales de la DAIA desempolvaron el viejo pedido de extradición
yugoslavo, descubrieron en el largo listado de nombres uno que alimentó la esperanza de
encontrar a otros jerarcas nazis en la Argentina. Allí estaba mencionado, casi al final,
Dinko Sakic.
Yugoslavia no pedía en esa presentación su extradición; sólo había sido incluido para
que se investigara la posibilidad de su presencia en Argentina. Es decir, no había datos
precisos que confirmaran que estuviera en el país. Pero en abril de 1998 las cámaras de
televisión lo ubicaron en Santa Teresita. Finalmente, después de un largo periplo, el
presidente Menem accedió a un pedido de extradición croata con el decreto
correspondiente.
El degüello, método predilecto. |
Fotos con las víctimas.
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Sakic fue comandante del campo de concentración de Janosevac, conocido como el
Auschwitz de los Balcanes, donde murieron más de 500 mil personas. El genocida
había llegado a la Argentina en 1947, durante el gobierno de Perón, en la misma época
que el recién descubierto Mirko Eterovic. Desembarcó del buque Tucumán
provisto de una visa que habría conseguido en el consulado argentino en Génova y
utilizando un nombre falso. Como parte del mismo grupo vinieron también quien fuera el
presidente del régimen colaboracionista nazi, Ante Pavelic, y Milo Bogetic, quien fuera
guardaespaldas y amigo íntimo de Isabel Perón. Las relaciones de los croatas con el
poder se mantuvieron durante décadas e incluso la vinculación con la derecha argentina
se extendió hasta nuestros días. Sakic vivió cinco décadas sin ser molestado.
El nombre de Mirko Eterovic es uno de los que figuran, junto a Sakic en aquel viejo pedido
de extradición de 1947. Pero en su caso, el gobierno yugoslavo había aportado datos
concretos sobre su radicación en Argentina.
SUS FUNCIONES, TORTURAR Y
DEGOLLAR PRISIONEROS
Prontuario de los criminales
Por I.H. y L.V.
En 1947 la Legación de
la República de Yugoslavia denunció la presencia de 63 criminales de guerra croatas en
Argentina y pidió la extradición de 19 de ellos. Pero el gobierno de Juan Domingo Perón
rechazó ese pedido. Varios de los nazis señalados en función de pruebas concretas
pertenecían a la plana mayor del gobierno ustasha pronazi y figuraban entre los más
estrechos colaboradores del líder Ante Pavelic.
Actuaban en campos de concentración y muchos de ellos torturaban, degollaban y mataban
con sus propias manos. A continuación algunos de los nombres que se suman al de Mirko
Eterovic y datos sobre su accionar asesino con que cuentan los investigadores y a los que
tuvo acceso Página/12.
Maks Luburic. Impartió órdenes para todos los campos de concentración del ex Estado
Independiente Croata entre 1941 y 1944. Era cuñado de Dinko Sakic, el criminal croata
extraditado de Argentina el año pasado. Luburic era conocido como un destacado
degollador, torturador y fusilador, según consta en documentación que tiene la
Justicia local. Se lo acusa de haber despojado de sus propiedades a las personas que eran
llevadas al campo de concentración de Jasenovac y de consumar asesinatos por hambre y
trabajos forzados. Se le atribuyen la matanza de ancianos y enfermos, miles de
fusilamientos y degüellos, asesinatos mediante cremaciones, mazazos, cuchilladas y
martillazos.
Eugen Dido Kvaternik. Fue el creador del campo de concentración
de Jasenovac, uno de los principales centros de exterminio de la ex Yugoslavia. Tuvo el
cargo de jefe de policía del Estado Independiente Croata desde el 16 de abril de 1941
hasta el 13 de octubre de 1942, y fue comandante de la Inspección del Servicio de los
ustasha. Se lo responsabiliza, entre otras cosas, de matanzas, fusilamientos, degüellos y
terror sistemático; deportación de ciudadanos e internación de ciudadanos en campos de
concentración en condiciones inhumanas. Kvaternik presenció deliberadamente el martirio
a los obreros gráficos detenidos en Zagreb que terminó en fusilamiento. Sepultó vivas,
él mismo, a miles de víctimas.
Jacov Jovovic. Fue el principal constructor del aparato de cooperación política y armada
con el régimen nazi desde Montenegro. Allí se convirtió en 1944, con el impulso de
Hitler, en comandante de todas las fuerzas armadas quislings. También fue
capitán de Marina del ex ejército yugoslavo y de dos batallones que colaboraron con el
fascismo italiano. Comandó el campo de concentración de Zabjela. Asesinó a niños,
ancianos y mujeres y quemó casas. Consumó degollamientos en masa, despojos,
apresamientos, grandes maltratos a la población civil y asesinatos de todo tipo. En los
70 fue miembro de la derecha peronista argentina.
Josip (José) Balen. Fue ministro de la Presidencia del gobierno de Pavelic, ministro de
Economía croata y ministro de Bosques y Minas. Se lo acusa de la destrucción de
viviendas, de saqueos, de la internación inhumana en campos de concentración, de
matanzas y degüellos en masa. Puso a disposición de la Alemania hitlerista todas las
fuentes de riqueza nacional.
José Berkovic. Fue vicepresidente del Parlamento de Croata Ustasha y ministro
plenipotenciario. Organizó y participó en incontables crímenes consumados por los
ustashas. Fue un hombre clave a la hora de proporcionar soporte político a Pavelic, quien
lo condecoró con galardones varios.
El listado de croatas nazis denunciados y rastreados en Argentina (muchos de los cuales,
se cree, deben haber muerto) incluye también a otros nombres como: Ante Niksic, ex
ministro del Interior, León Grivicic, ex presidente del Tribunal de Juicios Sumarios,
Marko Colak, jefe del campo de concentración de Daruvar, Nikola Vidakovic (Nikica),
interventordel partido ustasha en Glina y responsable de la limpieza étnica en esa
región y Ferdo Knez, jefe de policía de Sremska Mitrovica. |
Reportaje a Mirko Eterodik
Los judíos metieron las narices
Ver en Reportaje
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