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LOCALIZARON EN CORDOBA A UN CRIMINAL DE GUERRA QUE DIRIGIO UN CAMPO DE CONCENTRACION
Cuando los nazis están entre nosotros

La justicia argentina busca desde principios de año a 63 criminales de guerra que conformaban la cúpula del gobierno nazi de Croacia. Uno de ellos, Mirko Eterovic, fue localizado en Córdoba, donde lleva adelante una vida normal como profesor de idiomas. Está acusado de asesinato, torturas y deportaciones masivas, pero todavía no hay un pedido de extradición en su contra.

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Juan Perón junto al alemán Ronald Ritcher en 1951.

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La Razón durante la Segunda
Guerra.


Por Irina Hauser
      y Laura Vales

t.gif (862 bytes)  El criminal de guerra nazi Mirko Eterovic, ex jefe de uno de los principales campos de concentración de Yugoslavia, acusado del asesinato de miles de judíos, serbios y gitanos, vive en un barrio residencial de la capital de Córdoba. La Justicia lo descubrió como parte de una pesquisa sobre la radicación en la Argentina de 63 terroristas croatas que llegaron al país a fines de la Segunda Guerra Mundial. En los tribunales le aseguraron a este diario que se sospecha que otros cinco podrían también estar con vida y ser ubicados. Los investigadores están furiosos porque se filtró la información sobre la presencia de Eterovic y todavía no hay ningún pedido de extradición contra él, ni elementos legales para detenerlo; temen que ahora el jerarca nazi desaparezca del mapa.

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Isaac Rojas y Pedro Eugenio Aramburu, vicepresidente y presidente de la Libertadora, en 1956

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La entrada del campo de Auschwitz.

 


El listado de criminales de guerra rastreados en territorio argentino incluye a buena parte de la plana mayor del gobierno croata pro nazi de Ante Pavelic: en él están dos de sus ministros, su jefe de policía, una decena de funcionarios de alto nivel y los jefes de dos centros de exterminio (ver aparte). A última hora de ayer, trascendió que en la provincia de Chubut fue localizado otro croata identificado como Marko Pavlovic. Su nombre figura en la nómina como el de un torturador del campo de concentración de Janosevac. En 1947, todos ellos fueron acusados por el gobierno de la ex Yugoslavia de ser autores o cómplices del genocidio perpetrado en decenas de campos de concentración, por lo que se reclamó a la Argentina su extradición. Diez años más tarde, se insistió con una solicitud similar. Pero los pedidos nunca prosperaron.
Eterovic, que hoy tiene 86 años, fue una de las figuras claves del régimen del “Estado Independiente Croata”, uno de los más crueles y sanguinarios sistemas nazis de exterminio. Tenía una jerarquía superior a la del criminal de guerra Dinko Sakic, que también se ocultó en Argentina y el año pasado fue extraditado a Croacia por la matanza de unos 2000 civiles en 1944. “Nuestras manos están ensangrentadas de la revolución. El que no se somete será liquidado”, solía decir Eterovic a sus subordinados en Supetar, el campo de concentración que dirigía.

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Otra visión del horror.

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Los archivos argentinos.


Este hombre de piel ajada, perfectamente lúcido pese a su edad, participó activamente en las persecuciones, asesinatos y despojos de serbios y antifascistas desde su juventud. Fue miembro de la organización terrorista ustachi en la Universidad de Zagreb y, más tarde, organizó los primeros grupos creados en la ex Yugoslavia por los admiradores de Adolf Hitler para la toma del poder. Los testimonios de sus víctimas son estremecedores.
En la noche del 10 al 11 de abril de 1941, se lee en el informe realizado por el gobierno yugoslavo, detuvo en la localidad de Nueva Gradiska a decenas de serbios. “El procedimiento de tortura –dice el dossier– fue el siguiente: las víctimas eran conducidas una por una a un pozo en el patio de la prisión del tribunal y allí los ustachi les colocaban en la cabeza una bolsa o frazada y los golpeaban con objetos contundentes hasta el desmayo. Dos de ellos, que murieron de inmediato, fueron colgados para fingir sus suicidios”. Eterovic también fue uno de los que organizó el despojo sistemático de los prisioneros. Los sobrevivientes fueron trasladados, veinte días más tarde, a un campo de concentración, “donde los obligaron a firmar documentos para obsequiar al Estado Croata todas sus propiedades”. El método se repetiría después con decenas de miles de detenidos.
Estos méritos fueron los que lo convirtieron en el todopoderoso jefe del campo de concentración de Supetar, ubicado en la isla de Brac. Después, ocupó altos cargos partidarios y, desde esa posición, dice el documento de extradición, “fue uno de los que decidió intensificar los métodos de terror contra los militantes antifacistas”.
Ayer, desde su casa en el barrio Maipú de Córdoba, a 2 kilómetros de la capital provincial, Eterovic dio la cara: –Yo era un defensor del pueblo, ayudé a los judíos y a los serbios. Mis enemigos siempre fueron los comunistas –repitió al periodismo.
El jerarca nazi, se supo ahora, nunca había ocultado su identidad. Tampoco su presencia en Argentina. De hecho, fue profesor de idiomas en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). La misma actitud, según informaron a Página/12 fuentes de la investigación, tuvo la mayor parte de los demás criminales que figuran en el expediente.

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Portada del pedido de extradición
realizado por Yugoslavia en 1947.

La pesquisa por la que fue localizado se inició hace cinco meses –el 11 de febrero– a partir de una denuncia del presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) Rogelio Cichowolski. Los integrantes del Centro de Estudios Sociales de la DAIA, desempolvando viejos expedientes, habían dado con el pedido de extradición presentado en 1947. Así comprobaron que, si bien el expediente había sido rechazado por el gobierno de Juan Domingo Perón, nunca fue tratado por la Justicia. Sobre esta base, y porque se trata de delitos de lesa humanidad, se confeccionó la denuncia judicial. El expediente quedó a cargo del juez federal Gustavo Literas y el fiscal Guillermo Marijuán.
El primer paso de la investigación, encomendada a los hombres de la División de Investigaciones de Conductas Discriminatorias de la Policía Federal, fue discriminar, en la larga lista, a los nazis que todavía podían estar con vida. Para esto se chequearon archivos de la Dirección de Migraciones, padrones electorales, la base de datos de la ANSES y la existencia de documentos de identidad o pasaportes tramitados en la Argentina. “El trabajo implicó rastrear también decenas de nombres similares a los denunciados”, explicó uno de ellos. Un Josip croata bien podría haberse convertido en un José al ingresar al país, o un Vinko en Víctor.
Hace poco más de un mes y medio se tuvo la certeza de que Mirko Eterovic estaba radicado en el país. Uno de los equipos de la Federal que viajó a Córdoba confirmó, a través de una serie de entrevistas encubiertas, que se trataba del jerarca nazi buscado y no de un homónimo.
“El objetivo es que estos criminales sean extraditados o deportados”, explicó el titular de la DAIA. Es que, hasta ahora, no hay pedidos de extradición de ningún país. Según explicaron fuentes judiciales a este diario, el pedido podría ser realizado por el actual gobierno croata –ya que allí se cometieron los crímenes–, pero también por Alemania o Israel. El tema fue analizado anoche por el presidente Carlos Menem y el ministro del Interior Carlos Corach, en una reunión en la residencia de Olivos donde fueron informados sobre el avance de la investigación por Víctor Ramos, titular del Instituto contra la Discriminación. Al retirarse, Ramos anticipó que el gobierno pedirá la expulsión del nazi identificado “una vez que sean informados sobre el expediente que lleva el juez Literas”.


JEFE DE JANOSEVAC, EL AUSCHWITZ DE LOS BALCANES
La punta del ovillo fue Dinko Sakic

T.gif (862 bytes) Cuando los integrantes del Centro de Estudios Sociales de la DAIA desempolvaron el viejo pedido de extradición yugoslavo, descubrieron en el largo listado de nombres uno que alimentó la esperanza de encontrar a otros jerarcas nazis en la Argentina. Allí estaba mencionado, casi al final, Dinko Sakic.
Yugoslavia no pedía en esa presentación su extradición; sólo había sido incluido para que se investigara la posibilidad de su presencia en Argentina. Es decir, no había datos precisos que confirmaran que estuviera en el país. Pero en abril de 1998 las cámaras de televisión lo ubicaron en Santa Teresita. Finalmente, después de un largo periplo, el presidente Menem accedió a un pedido de extradición croata con el decreto correspondiente.

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El degüello, método predilecto.

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Fotos con las víctimas.


Sakic fue comandante del campo de concentración de Janosevac, conocido como “el Auschwitz de los Balcanes”, donde murieron más de 500 mil personas. El genocida había llegado a la Argentina en 1947, durante el gobierno de Perón, en la misma época que el recién descubierto Mirko Eterovic. Desembarcó del buque “Tucumán” provisto de una visa que habría conseguido en el consulado argentino en Génova y utilizando un nombre falso. Como parte del mismo grupo vinieron también quien fuera el presidente del régimen colaboracionista nazi, Ante Pavelic, y Milo Bogetic, quien fuera guardaespaldas y amigo íntimo de Isabel Perón. Las relaciones de los croatas con el poder se mantuvieron durante décadas e incluso la vinculación con la derecha argentina se extendió hasta nuestros días. Sakic vivió cinco décadas sin ser molestado.
El nombre de Mirko Eterovic es uno de los que figuran, junto a Sakic en aquel viejo pedido de extradición de 1947. Pero en su caso, el gobierno yugoslavo había aportado datos concretos sobre su radicación en Argentina.

SUS FUNCIONES, TORTURAR Y DEGOLLAR PRISIONEROS
Prontuario de los criminales

Por I.H. y L.V.
T.gif (862 bytes) En 1947 la Legación de la República de Yugoslavia denunció la presencia de 63 criminales de guerra croatas en Argentina y pidió la extradición de 19 de ellos. Pero el gobierno de Juan Domingo Perón rechazó ese pedido. Varios de los nazis señalados en función de pruebas concretas pertenecían a la plana mayor del gobierno ustasha pronazi y figuraban entre los más estrechos colaboradores del líder Ante Pavelic.
Actuaban en campos de concentración y muchos de ellos torturaban, degollaban y mataban con sus propias manos. A continuación algunos de los nombres que se suman al de Mirko Eterovic y datos sobre su accionar asesino con que cuentan los investigadores y a los que tuvo acceso Página/12.
Maks Luburic. Impartió órdenes para todos los campos de concentración del ex Estado Independiente Croata entre 1941 y 1944. Era cuñado de Dinko Sakic, el criminal croata extraditado de Argentina el año pasado. Luburic era conocido como un “destacado degollador, torturador y fusilador”, según consta en documentación que tiene la Justicia local. Se lo acusa de haber despojado de sus propiedades a las personas que eran llevadas al campo de concentración de Jasenovac y de consumar asesinatos por hambre y trabajos forzados. Se le atribuyen la matanza de ancianos y enfermos, miles de fusilamientos y degüellos, asesinatos mediante cremaciones, mazazos, cuchilladas y martillazos.
na03fo10.jpg (14187 bytes)Eugen “Dido” Kvaternik. Fue el creador del campo de concentración de Jasenovac, uno de los principales centros de exterminio de la ex Yugoslavia. Tuvo el cargo de jefe de policía del Estado Independiente Croata desde el 16 de abril de 1941 hasta el 13 de octubre de 1942, y fue comandante de la Inspección del Servicio de los ustasha. Se lo responsabiliza, entre otras cosas, de matanzas, fusilamientos, degüellos y terror sistemático; deportación de ciudadanos e internación de ciudadanos en campos de concentración en condiciones inhumanas. Kvaternik presenció deliberadamente el martirio a los obreros gráficos detenidos en Zagreb que terminó en fusilamiento. Sepultó vivas, él mismo, a miles de víctimas.
Jacov Jovovic. Fue el principal constructor del aparato de cooperación política y armada con el régimen nazi desde Montenegro. Allí se convirtió en 1944, con el impulso de Hitler, en comandante de todas las fuerzas armadas “quislings”. También fue capitán de Marina del ex ejército yugoslavo y de dos batallones que colaboraron con el fascismo italiano. Comandó el campo de concentración de Zabjela. Asesinó a niños, ancianos y mujeres y quemó casas. Consumó degollamientos en masa, despojos, apresamientos, grandes maltratos a la población civil y asesinatos de todo tipo. En los 70 fue miembro de la derecha peronista argentina.
Josip (José) Balen. Fue ministro de la Presidencia del gobierno de Pavelic, ministro de Economía croata y ministro de Bosques y Minas. Se lo acusa de la destrucción de viviendas, de saqueos, de la internación inhumana en campos de concentración, de matanzas y degüellos en masa. Puso a disposición de la Alemania hitlerista todas las fuentes de riqueza nacional.
José Berkovic. Fue vicepresidente del Parlamento de Croata Ustasha y ministro plenipotenciario. Organizó y participó en incontables crímenes consumados por los ustashas. Fue un hombre clave a la hora de proporcionar soporte político a Pavelic, quien lo condecoró con galardones varios.
El listado de croatas nazis denunciados y rastreados en Argentina (muchos de los cuales, se cree, deben haber muerto) incluye también a otros nombres como: Ante Niksic, ex ministro del Interior, León Grivicic, ex presidente del Tribunal de Juicios Sumarios, Marko Colak, jefe del campo de concentración de Daruvar, Nikola Vidakovic (Nikica), interventordel partido ustasha en Glina y responsable de la “limpieza étnica en esa región y Ferdo Knez, jefe de policía de Sremska Mitrovica.


Reportaje a Mirko Eterodik
“Los judíos metieron  las narices”

Ver en Reportaje

 

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