Por Sergio Moreno De la Rúa no es nuestro
antagonista, es nuestro adversario. La sociedad no lo ve como antagonista. En esta meseta
en la que nos encontramos, necesitamos detectar cuáles son los antagonistas de la
sociedad y presentarnos como los que vamos a terminar con ellos. Por eso vamos a seguir
con el tema de la deuda, hasta donde podamos. La definición pertenece a uno de los
principales colaboradores de Eduardo Duhalde y es el eje central de la nueva estrategia de
campaña que el peronismo comenzó a insinuar el sábado pasado por boca del propio
candidato.
La profundización del debate por la deuda externa, el lanzamiento de una nueva reforma
del Estado a cargo de José Bordón (ver aparte), la creación de un frente que contemple
a fuerzas de centroizquierda y centroderecha provinciales (en dos etapas), un fuerte lobby
sobre la Iglesia argentina y hasta un hipotético encuentro del gobernador con el Papa son
patas del mismo plan cuyo fin último es romper el estancamiento en que se encuentra el
peronismo en las encuestas y perforar el techo electoral por un costado en el que la
Alianza entienden los duhaldistas no puede penetrar.
Un importantísimo miembro del círculo áulico del gobernador expuso su lectura del
escenario político ante Página/12 de la siguiente manera:
Es cierto
que estamos en una meseta, pero con empate técnico. El mes pasado estábamos nosotros
cinco puntos arriba, este mes está arriba la Alianza por cinco. Quien logre convencer a
la clase media baja urbana, que está indecisa y oscila entre un 16 y un 25 por ciento del
electorado, se queda con la Presidencia.
La
prioridad primordial de la gente es el desempleo. Pero hay preocupaciones que están en
tercero y cuarto lugar, que son las que esos indecisos privilegian según el ánimo social
del momento: corrupción y educación. Quedó demostrado que no podemos hacerle mella a De
la Rúa con el tema de la corrupción (nos fue mal con el asunto de su jubilación de
privilegio), por lo que vamos a desarrollar y profundizar la capacidad de gobernar y tomar
decisiones que tiene Duhalde.
Y vamos a
seguir con el asunto de la deuda externa.
Duhalde apuesta a que el tema, caballito de batalla de algunos líderes social-demócratas
de los 80, mala palabra a partir del triunfo del neoliberalismo
thatcheriano-menemista hoy en retirada, cale en la sociedad argentina como un
issue movilizador. Para ello, sus operadores aclaran: Vamos a insistir con el
asunto, afinando el concepto, dejando claro que no queremos condonación (término que
utilizó el propio Duhalde) ni ninguna de esas patrañas, pero sí vamos a discutir el
tema con seriedad, aprovechando que la Argentina es la niña bonita de los organismos
financieros internacionales. Y justifican: El año que viene hay que pagar
17.000 millones de dólares de deuda. Sin una charla seria de por medio, pagar en las
condiciones actuales equivaldría a incendiar el país. Si De la Rúa quiere honrar la
deuda, nosotros queremos honrar a los deudores.
La movida del candidato ha generado una inquietud lógica en Estados Unidos. El embajador
argentino en Washington, devenido en destacado operador del duhaldismo, Diego Guelar, es
el encargado de calmar los ánimos a Peter Romero, secretario de Asuntos Interamericanos
del Departamento de Estado. Su argumento: Bill Clinton es quien habla de humanizar
la globalización, y la propuesta duhaldista está en sintonía con dicha consigna.
Hubo una charla al respecto entre la secretaria de Estado Madeleine Albright y Julio
César Chiche Aráoz, jefe de campaña del gobernador y embajador ante la OEA.
Y el propio Domingo Cavallo, cuando es consultado por los popes financieros de Nueva York
y los burócratas de Washington, no se empacha en calificar la movida como
electoralista.
En Buenos Aires, el propio Duhalde apela a la retórica ante el encargado de negocios y
virtual embajador americano, Manuel Rocha, quien también suele conversar con Jorge
Telerman, uno de los voceros del candidato. Precisamente, Telerman compartió una cena en
la embajada, el juevespasado, con dos dirigentes radicales, dos banqueros, un consultor y
un periodista llegado de Miami. Uno de los temas de la mesa fue la deuda.
Duhalde sabe que para dar el debate en el país necesita un colchón institucional de
prestigio, y ve que tal amortiguación puede ser aportada por la Iglesia argentina.
No buscamos que la Iglesia se pronuncie a favor de Duhalde. Sí nos interesa que, en
algún momento, digan algo sobre la deuda. Tal vez la propuesta para el Jubileo 2000, Año
Jacobeo, donde el Papa pide a los países ricos que terminen con la inequidad y la condena
a la pobreza que significa la deuda para los países deudores, escupe uno de los
pensadores del candidato.
Duhalde, personalmente, se lanzó a la labor de lobby sobre la Conferencia Episcopal
Argentina, que preside monseñor Estanislao Karlic, y sobre varios obispos, entre ellos
monseñor Osvaldo Musto, a cargo del Jubileo 2000 en la Argentina. Aráoz se ha dado,
también, a la tarea de convencimiento sobre el cordobés monseñor Raúl Primatesta, y
Roberto Mario Sarlenga, una especie de director de Culto de la provincia, hace su parte
sobre la jerarquía eclesiástica bonaerense.
Las labores sobre la curia tendrían un broche de oro si el gobernador consigue
entrevistarse tal como pretende con Juan Pablo II. Duhalde tiene en carpeta un
viaje a Italia, invitación que le hizo el premier Massimo DAlema el sábado 27 de
junio en un desayuno que compartieron en ocasión de la visita del italiano para
participar del congreso de la Internacional Socialista. El embajador argentino en Roma,
Félix Borgonovo, trabaja denodadamente para lograr la entrevista en el Vaticano,
territorio alambrado por su archienemigo, el menemista y representante argentino ante la
Santa Sede, Esteban Cacho Caselli.
Lejos de los trasiegos vaticanos, los operadores del gobernador tienen todo preparado para
concretar el frente social con que el bonaerense insiste hasta el cansancio. La primera
etapa es lanzar el acuerdo con una serie de agrupaciones de centroizquierda del interior,
entre las que se cuentan socialistas sueltos, intransigentes olvidados, humanistas de toda
laya, y cuyo mascarón de proa será el ex intendente de Rosario mutado al menemismo y
vuelto a mutar al duhaldismo Héctor Cavallero y su Partido del Progreso Social. Ello
ocurrirá a mediados de este mes.
A fin de julio acontecerá algo similar, pero especular: será el turno de la alianza con
pequeñas agrupaciones de centroderecha y preparará el terreno para la cooptación, si es
que se produce, de Domingo Cavallo. Tarea no menor. Con el Mingo nada es
fácil, dicen quienes en el entorno de Duhalde tienen la laboriosa tarea de
arrimarlo al redil. El ex superministro de Economía es presentado por los enlaces
duhaldistas con Washington como futuro hombre del gobierno del PJ. Imaginan
para él un lugar de privilegio, a cargo de varias de las áreas que atravesarán a los
distintos ministerios y que Duhalde quiere implementar como una tercera reforma del
Estado. El Mingo sería el hombre fuerte del área que concentre a la Cancillería,
Economía y Producción.
Pero Cavallo pone el grito en el cielo, llama al gobernador y se queja:
!Me están bajando el precio! !Me operan en Estados Unidos! !Y deben ser (Diego)
Guelar y (Chiche) Aráoz. Pero más Aráoz, porque es mucho más hijo de puta que Guelar!
En esos momentos de ira es cuando se acude a la solución extrema: Duhalde marca el
número de celular de José Luis Manzano y le cuenta la escena.
Dejámelo calma el Chupete.
Dos horas después, Manzano devuelve el llamado a San Vicente:
Controlado informa, y nadie le pregunta cómo lo hizo ni pide relatos que no
vienen al caso cuando la tarea está cumplida.
Menem es un fantasma
Olvídense de Menem, dice y repite James Carville, uno de los asesores
norteamericanos de Duhalde. Jimmy, como le llaman sus fellows, ha espaciado
sus viajes a Buenos Aires, pero cada vez que enfrenta al gobernador vuelve con el tema.
A Menem no hay que pelearlo, hay que ignorarlo. La pelea y sus réditos ya se
agotaron. Menem es un fantasma, califica. A la hora de la charla con los asesores
del gobernador, Carville desgrana su opus: Ustedes tienen que agarrar los diarios
que lee Eduardo (Duhalde) y hacer una tacha en todos los sitios donde aparezca la palabra
Menem. A quien hay que ganarle es a De la Rúa. Ocúpense de él.
Sólo José Luis Manzano y unos pocos más siguen sosteniendo que el gobernador debe
llegar a un acuerdo con el Presidente, aunque sea por abajo de la mesa. Pero
casi todos en el brainstorming del bonaerense coinciden en que no habrá arreglo, ni
negociación, ya que de haberlo se asegurarían una fuga de votos vitales para ganar las
elecciones.
Gran parte de esa certeza, además de la experiencia de los últimos años, la aporta otro
asesor estadounidense del gobernador, Stanley Greenberg, quien fuera el principal
encuestador del británico y actual primer ministro Tony Blair. Greenberg es el nuevo
consultor estrella de Duhalde, viaja al país cada 15 días y, con su equipo, prepara
trackings semanales, fundamentalmente encuestas temáticas. El issue Menem es uno de sus
puntos de estudio principal.
Asiduo lector de los sondeos de Greenberg, asistente a los encuentros con Carville, uno de
los hombres más cercanos a Duhalde categorizó ante Página/12: Con Menem no habrá
arreglo. De acá hasta el cambio de gobierno, si ganamos, vamos a seguir a los
tortazos. |
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