Página/12 en EE.UU.
Por Mónica Flores Correa Desde Washington Arturo Valenzuela, el flamante
director para Asuntos Interamericanos del National Security Council, cuenta que decidió
especializarse en la región de una forma casi accidental. Yo quería estudiar
política norteamericana o europea, pero al haber nacido yo en Chile me pareció que era
mejor hacer una tesis sobre los gobiernos locales de mi país de origen y con este tema
obtuve mi doctorado en 1969, recordó el funcionario de la administración Clinton
en este extenso diálogo que mantuvo con Página/12 en su oficina del Old Executive
Building de Washington.
Una de las noticias sorprendentes de estos últimos días fue el viaje de Richard
Grasso, presidente de la Bolsa neoyorquina, para entrevistarse con líderes de la
guerrilla colombiana. ¿Cómo ve la Administración este tipo de iniciativas diplomáticas
privadas?
La Administración tiene una posición escéptica hacia estos contactos. Ha aclarado
que este contacto con la FARC no es oficial ni es un encuentro que nuestro gobierno haya
promovido. Hay que recordar que este grupo acaba de asesinar a ciudadanos norteamericanos
y se considera terroristas a sus miembros. Por otro lado, también hay que decir que
nuestro gobierno apoya al presidente Pastrana y a sus esfuerzos por solucionar los
conflictos internos de Colombia. Tengo entendido que el señor Grasso fue a Colombia como
respuesta a una invitación directa que le hizo el presidente, creo, cuando fue de visita
a Nueva York. En cierta forma, es entendible el esfuerzo que hace el gobierno de Colombia
por establecer vínculos con estos sectores que están bastante aislados de lo que son los
quehaceres internacionales.
En una audiencia en el congreso, el general Charles Wilhelm, jefe del Comando Sur,
dijo que al retirarse EE.UU. del canal de Panamá, este país quedaba
indefenso frente a una posible agresión de la guerrilla colombiana.
¿Preocupa a Washington que los rebeldes extiendan su acción hacia el norte?
Cuando un país como Colombia limita con cinco países y también con el Caribe,
otro límite más, una situación de guerra interna siempre produce un impacto en las
naciones vecinas. En Venezuela hay preocupación, también en Panamá. Pero creo que no se
percibe en este momento un peligro a la estabilidad nacional, aunque tiene implicancias
para ella.
En caso de que hubiese un desborde de la guerrilla hacia alguno de los otros
países, ¿se prevé alguna iniciativa conjunta en el marco de la OEA?
Preferiría no hablar de eso porque actualmente no se contempla una medida
semejante.
Han habido comentarios acerca de la posibilidad de que se introduzcan ciertos
cambios en el esquema de seguridad en el marco de la OEA. Concretamente, en base a la
iniciativa de intervenir en caso de que peligre la estabilidad democrática de un país.
¿Se está por lanzar una nueva doctrina de seguridad?
No. Le diría que ya se ha creado una nueva doctrina de seguridad, que es de apoyo
al proceso democrático y de rechazo a su revertimiento. Esto se manifiesta en la
resolución 1080 que fue firmada en Santiago de Chile en 1991, por todos los países de la
OEA y que después fue profundizada por el Protocolo de Washington. Allí se dice que si
se revierte el proceso constitucional de un país, el secretario general de la
organización puede llamar a los cancilleres para contemplar qué medidas se pueden tomar.
¿No se contempla entonces algo parecido a la nueva doctrina de la OTAN, que se
reserva el derecho de intervenir llegado el caso?
No. Lo que se planteó recientemente en la reunión de Guatemala es una cierta
profundización del mecanismo de la 1080. En vez de tener una situación donde la OEA
reaccione cuando ya se haya roto el procesoconstitucional, se le da al secretario general
ciertas facultades para poder observar al país donde la democracia está peligrando y
para constituir, por ejemplo, un grupo de países amigos. Esto es algo que ya ha estado
ocurriendo sin que hubiese sido claramente estipulado. Cuando hubo problemas en el
Paraguay, países como Brasil y la Argentina, algunos europeos y Estados Unidos jugaron
papeles importantes, en forma ad hoc. La idea entonces fue crear un mecanismo para que
esto no pase solamente ad hoc, pero no hay ninguna otra intención más allá que ésta
que estamos comentando ahora. De ninguna manera se ha contemplado la idea de crear algún
tipo de fuerza, como se dijo en la prensa. Esto es un error y es una falta de
entendimiento de lo que se ha decidido.
Usted mencionó la seguridad interna como uno de los desafíos a resolver. Esta
cuestión se ha convertido en un tema electoral en la Argentina. ¿Qué evaluación hace
Washington del problema?
Es un desafío para la Argentina, pero es aún un desafío más grande para otros
países de la región. Inclusive aquí en la ciudad de Washington hemos tenido este
problema. En un momento se dijo que era una de las ciudades más violentas de Estados
Unidos. Es un problema complejo que tiene que ver con factores de la estructura social de
los países y no necesariamente con un gobierno determinado.
¿Tiene que ver con la falta de prosperidad o con la concentración de prosperidad
en sólo algunos sectores?
Con la prosperidad pero también con otros factores como la distribución
demográfica. En países donde los jóvenes entre 15 y 24 años representan un grupo
demográfico importante, hay cierto tipo de criminalidad, por ejemplo, que no hay en otros
países donde ese grupo demográfico es más pequeño. Hay, por supuesto, otros factores
como los cambios económicos, una mayor anomia, facilidad de acceso a las armas de fuego,
la conformación de grupos criminales, que también contribuyen al problema. Pero yo le
diría que a pesar de todo, en comparación con otros países, la Argentina está en una
situación más privilegiada.
¿Qué función tiene ahora el Comando Sur?
Como se sabe, el Comando Sur ya no opera desde Panamá sino que está en Miami.
Tiene funciones distintas a las que se le asignaban en otra época, durante la Guerra
Fría, cuando había desafíos fuertes a la seguridad del hemisferio. Se lo considera
actualmente un mecanismo para mantener buenas relaciones con sus pares militares en
Sudamérica. Y hay una serie de temas que son importantes: el narcotráfico donde las
fuerzas armadas juegan un papel de monitoreo, programas de entrenamiento conjunto,
coordinación en el área armamentística. Bueno, todos estos temas donde las fuerzas
armadas tienen un papel para jugar.
¿Se plantea la hipótesis de una reversión del proceso democrático en Venezuela?
En cierta manera ya ha habido un reversión del proceso, ya que estamos frente a una
verdadera crisis de los partidos políticos. El colapso de la legitimidad de los partidos
es un problema muy serio para este país. Coincide también con el colapso del Estado,
sobredimensionado en base al ingreso del petróleo. Es decir, hay una crisis doble. Todo
esto pone una presión muy fuerte en las instituciones democráticas. Se espera que las
reformas que se están contemplando, que tienen que hacerse solamente dentro del marco
democrático y no por afuera, profundicen el proceso de participación y refuercen la
democracia nacional.
Hablemos de Cuba. Daría la impresión que la ley Helms-Burton no se ha aplicado con
la fuerza con que se había anunciado.
En la evolución de las sociedades latinoamericanas hacia la democracia, Cuba se ha
quedado atrás, rezagada, como una especie de dinosaurio. Curiosamente, Fidel Castro
quizá quede como el último de los caudillos que ha habido en estas sociedades en los
siglos XIX y XX. La leyHelms-Burton tiene varios elementos; uno de los fundamentales es
reiterar la posición de EE.UU. con respecto al embargo económico. Esto no se ha
modificado. La política oficial de EE.UU. es el embargo como elemento de presión para
lograr los cambios políticos esperados.
Hasta ahora, los documentos declasificados por EE.UU. sobre la dictadura de Augusto
Pinochet en Chile, incluso los que puso a disposición del público esta semana, no son
relevantes para el juicio del ex dictador. ¿Contribuirá EE.UU. al juicio con alguna
información relevante o no?
Algunos documentos no se liberaron porque están vinculados a un juicio
(el del asesinato en 1976 de Orlando Letelier y Ronni Karpen Moffitt en Washington). Este
es un tema netamente judicial sobre el cual no puedo comentar. Puedo decirle, sí, que no
existe preocupación acerca de una reacción negativa por parte de las fuerzas armadas
chilenas a este juicio.
Con respecto a Paraguay, EE.UU. pareció demostrar satisfacción con la partida del
general Oviedo. Sin embargo, la situación actual no es mucho más promisoria que la que
había anteriormente. ¿Qué lectura hace Washington de esta nueva instancia política?
Yo no estaría tan de acuerdo con su descripción. Diría que el desenlace de una
situación muy difícil ha sido bastante positivo. De una verdadera confrontación entre
el Ejecutivo y el Parlamento, de una situación donde muere asesinado el vicepresidente de
la nación, de gran tensión, manifestaciones y muertes callejeras, se ha pasado, después
de la renuncia del presidente, a la conformación del primer gobierno de unidad nacional.
Esto en un dato inédito en el Paraguay. No es una coyuntura fácil pero creo que se está
haciendo un esfuerzo por cambiar la lógica de la política paraguaya.
Haití pareciera estar nuevamente en camino hacia una dictadura. De hecho, no hay
Congreso y podría haber elecciones fraudulentas. Este es un resultado notablemente pobre
para todo lo que hizo EE.UU. en ese país.
Creo que una situación como la de Haití hay que contemplarla en su marco
histórico. En el período antes de la misión de Naciones Unidas, que restablece al
presidente Aristide en el poder, había una situación verdaderamente alarmante, con la
salida de un gran número de emigrantes, violencia interna muy grave, una situación
anómica. Creo que es difícil comparar los dos períodos y decir que se ha vuelto a lo
mismo de antes. Dentro de lo difícil que son las cosas, yo pienso que se ha progresado
bastante. Sería de desear que hubiese un resultado mejor, pero hay que tener paciencia.
DESPUES DE LA GUERRA
FRIA.
Los ejércitos tienen un nuevo papel
Por M.F.C.Desde Washington
Al desactivarse algunos conflictos limítrofes, ¿es posible esperar que algunos
ejércitos latinoamericanos que tienen una participación muy alta en el producto bruto
nacional, como es el caso de las fuerzas armadas chilenas, reduzcan sus dimensiones?
Hay una tendencia muy fuerte a una cierta reducción de los presupuestos militares y
del papel de los militares en estas sociedades,como consecuencia también de la
redefinición de los desafíos de seguridad en el siglo XXI. Ya hay una percepción
estratégica distinta.
¿Cual sería esa percepción?
Bueno, las fuerzas armadas ya no necesitan estar en alerta por un posible desafío
que no provenga del hemisferio. Y al irse solucionando los problemas limítrofes, ya no se
contempla, tanto como antes, la posibilidad de que un vecino agreda. Es importante que las
fuerzas armadas se modernicen para enfrentar problemas que ahora se hacen más evidentes,
como el del terrorismo, ciertos procesos migratorios. Problemas, en fin, que son más
impredecibles que antes. Si estalla una bomba en un edificio o en una sinagoga de Buenos
Aires, estamos hablando de una lógica un poco distinta que se debe enfrentar con
mecanismos distintos.
En países como México, donde las fuerzas armadas participan activamente en la
lucha contra el narcotráfico, ha habido claros casos de corrupción. ¿Qué opina EE.UU.
de este tipo de incidentes que son bastante habituales?
Hay que dejar bien en claro que por lo general no se incentiva a las fuerzas armadas
como el elemento fundamental en esta lucha. La guerra contra el narcotráfico es un tema
en gran medida policial. Las fuerzas armadas tienen que colaborar porque tienen ciertos
instrumentos, equipos, que son útiles, como la posibilidad de usar radares para
interceptar aviones, por ejemplo. Es más bien una función de apoyo y no debe ser
protagónica. Se ve así y es en este sentido que se trabaja con los países. |
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