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 Una serie de
estudios realizados por la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas
(FIEL) para la reunión anual de la Asociación de Bancos sobre la distribución del
ingreso en la Argentina vuelve a poner de manifiesto un dato conocido: el incremento de la
desigualdad en la última década. Menos conocido, en cambio, es la segunda conclusión de
uno de los trabajos realizados por la entidad: más que la diferenciación entre las
remuneraciones laborales, lo que pesó en el ensanchamiento de la brecha fue la
concentración de la riqueza en pocas manos y, con ello, los retornos o utilidades
provenientes de dichos activos. Uno de los trabajos que se presentarán en el encuentro de banqueros que se inicia hoy, en el Sheraton Hotel porteño, realizado por Víctor Elías, señala que, pese a que los análisis confirman el aumento en la desigualdad del ingreso entre 1990 y 1998, "los índices referidos solamente al componente laboral del ingreso no son tan contundentes". Los salarios relativos entre trabajadores con estudios secundarios y primarios, por ejemplo, observan una disminución de la brecha en el período (son menos "desiguales" en 1998 que en 1990). En cambio, las diferencias salariales entre universitarios y secundarios se agranda. El aumento de la desigualdad, según esta observación, es mayor entre los estratos superiores de la escala de ingresos laborales que entre los más bajos y los más altos. Sin embargo, el mismo trabajo aclara que, "cuando se considera el ingreso total, se toma en cuenta también el retorno de los distintos tipos de activos que se tiene como riqueza". Y es, justamente, en la medición de los ingresos totales (no sólo los laborales) de donde surge "un aumento sustancial en la desigualdad" entre los sectores de altos y los de bajos ingresos. Este resultado, interpreta el análisis de FIEL, "estaría reflejando el peso importante que tiene en la distribución del ingreso, el componente riqueza". Y más que los ingresos, lo que más se deterioró en términos de equilibrio social, en la última década, fue la distribución de la riqueza. La posibilidad de "alquilar una piecita", tener un rodado propio para hacer fletes o trabajos independientes, campesinos que trabajaban sus propios sus campos, o la explotación de un "terrenito" como huerta parecen haber ido perdiéndose como recurso de las clases medias y medias-bajas, en tanto que se expandió la condición de "rentistas" de activos financieros o inmobiliarios de las clases altas.
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