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Por Maximiliano Montenegro  Los
argentinos guardan bajo el colchón 21 mil millones de dólares, casi el doble que seis
años atrás. Es un 65 por ciento más que los billetes y monedas en pesos que circulan en
el país. Y la mejor prueba de que la desconfianza en el peso continúa presente después
de 8 años de convertibilidad. Fuera de Estados Unidos, Argentina es el segundo país en
el mundo, detrás de Rusia, donde circulan más dólares. Cuando los dólares se utilizan
para transacciones corrientes, en muchos casos sirven para evadir al fisco. Por eso, los
expertos temen que buena parte de dichos dólares lleguen al país por canales ilegales,
así como en Rusia son aportados por la mafia. Las lecciones para el sucesor de Carlos
Menem.De acuerdo con las últimas cuentas del balance de pagos, el Ministerio de Economía estimó que, a diciembre del '98, existían en el país 21.445 millones de dólares en efectivo en poder de residentes. Dichos fondos, según los técnicos del ministerio, "sólo pueden tener tres destinos: billetes en el bolsillo, debajo del colchón o en una caja fuerte", porque no devengan ninguna renta, como sí lo hacen los 45 mil millones de dólares depositados a plazo fijo en el sistema bancario. Los técnicos cuidaron, especialmente, que el cálculo en cuestión no incluyese ni los dólares en manos de los turistas que arriban al país ni las tenencias en divisas tanto en el Banco Central como en el sistema bancario. Para tener una idea de magnitud de los 21 mil millones de dólares en billetes en manos de argentinos en el país, basta tener en cuenta que los pesos en billetes y monedas que circulan aquí apenas rondan los 13 mil millones. Es decir, por cada peso que los argentinos emplean para las transacciones más ordinarias, hay 1,65 dólares atesorados o destinados a concretar otros pagos. Sólo si suman los "depósitos a la vista" en pesos (cuentas corrientes y caja de ahorro sin interés) se llega a un circulante en pesos superior: 25 mil millones. Pero bastante similar al total de dólares en efectivo en poder de público. Según un estudio del Fondo Monetario Internacional, cuyos profesionales también contribuyeron a la estimación de Economía, entre 1989 y 1996 Argentina es el país, después de Rusia, que más dólares demandó de la Reserva Federal norteamericana. Aunque en ambas economías la desconfianza en la moneda local es denominador común, tal estadística también puede abrir más de una sospecha sobre el origen non sancto de las divisas que ingresan en el país. Es sabido que buena parte de las transacciones importantes todavía hoy se realizan en dólares: desde comprar una casa, o un auto, hasta el pago de honorarios profesionales. En muchos casos, es una forma de evadir al fisco, ya que tales operaciones no son declaradas o lo son por un valor inferior al real. También el atesoramiento en dólares puede ser una vía para escapar a la AFIP, sin peligro de ser atrapado por la economía formal. Por ejemplo, hay gente que en vez de abrir un plazo fijo, prefiere volcar sus ahorros en dólares en una caja de seguridad de un banco, cuyo monto jamás será conocido por los gerentes de la entidad financiera y mucho menos detectado por los sabuesos fiscales. Pero con semejantes cifras, también pueden extraerse diversas conclusiones sobre la salud de la moneda nacional y el margen de maniobra del próximo gobierno frente a la regla de oro de un peso igual a un dólar: * Los dólares gustan más que los pesos, no porque Washington sea más querido que San Martín, sino porque el respaldo de los pesos es el Estado argentino y el de los dólares, los Estados Unidos. O, si se quiere, detrás de los pesos está Carlos Menem y detrás de los dólares, Bill Clinton. * Obviamente, el temor de que una devaluación pulverice el poder de compra de ingresos o ahorros en la moneda local sigue presente como no sucede casi en ningún otro lugar del planeta. * No hay mejor test para comprobar esta sensación que preguntarle a una familia: ¿qué gastaría primero: un billete de 100 pesos o uno de 100 dólares? La abrumadora mayoría contestaría que pagaría con los pesos, conservando, mientras pudiera, los dólares. Por una elemental actitud precautoria, da miedo quedarse con los pesos y desprenderse de los dólares. * Los economistas conocen a este fenómeno como la "Ley de Gresham": "La moneda mala desplaza a la buena para las transacciones corrientes", mientras la buena (el dólar) funciona como reserva de valor. * Termómetro de la desconfianza en el peso es el espectacular saldo de la tenencia de dólares en efectivo después de la crisis del tequila en el '95. En 1992, los argentinos tenían en cash 12 mil millones de dólares. En 1995, dicho monto se estira a 19.600 millones. Y desde entonces crece en forma moderada hasta los 21.500 millones actuales. Durante la crisis del tequila, hubo un fuerte retiro de depósitos, tanto en pesos como en dólares, del sistema financiero. En el equipo de Roque Fernández creen que una parte de las divisas se fugaron, literalmente, del país, y otra permaneció en Argentina como "dólares en el colchón". Luego, los depósitos fueron recuperándose, pero la gente conservó las tenencias de billetes verdes. * Tanto Eduardo Duhalde como Fernando de la Rúa deberían tomar en cuenta las cifras anteriores por si alguna vez dudan sobre qué sucedería si se piensa en modificar la paridad cambiaria. A menos que la cultura de los argentinos cambiara en el futuro por algún motivo, todo indica que cualquier intento devaluacionista terminaría desatando una corrida contra el ya hoy despreciado peso.
La cifra es impresionante, si se tiene en cuenta que, según el FMI, la circulación de dólares fuera de Estados Unidos era de 212 mil millones. La misma fuente de información, un estudio del FMI titulado "Monetary policy in dollarised economies", computó que el país que más dólares cash recibió fue Rusia, con 44 mil millones. Luego, muy atrás, se ubican Turquía, con 3600 millones; Uruguay, con 2100 millones, y Brasil, con 1900 millones. En los últimos años, mucho se ha hablado sobre la importancia de los negocios de la mafia en el ingreso de divisas a la economía rusa. Tanto es así que los técnicos de diversos organismos internacionales investigaron el fenómeno desde el punto de vista de sus efectos multiplicadores en una economía en acelerada transición al capitalismo. Los 35 mil millones en efectivo girados desde Estados Unidos en los últimos años no coinciden con los dólares en poder de los argentinos, ya que parte de esos dólares llegaron en forma de turismo, o están en poder de los bancos privados o del Banco Central. Pero semejante transferencia de billetes verdes al país ha soprendido a más de un funcionario local y extranjero, que, ante la consulta de este diario, no descartaron hacer negocios como los que proliferaron en Rusia. ¿Cuántos de estos billetes habrán ingresado en valijas Samsonite?
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