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Pasado mañana comenzarán, en una zona desmilitarizada de 42.000 km cuadrados, las negociaciones entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), consideradas como definitorias para la continuación del proceso de paz. El clima no es el mejor: las FARC pidieron ayer a la Iglesia Católica que intercediera para que el ex ministro Alvaro Leyva, procesado por enriquecimiento ilícito, participe de las negociaciones, y acusó a "los enemigos del diálogo" por su enjuiciamiento. Los militares, que mantienen diferencias con el gobierno sobre las conversaciones, señalaron que "estamos solos en la lucha con la guerrilla" y que estaban preparados para la guerra. Es probable que el jefe de las FARC, Manuel Marulanda Vélez, alias "Tirofijo", asista a la reunión. "Estamos optimistas pero cautelosos, aunque debemos destacar que nunca como ahora el país había estado inmerso de una manera tan decidida en la necesidad de buscar soluciones políticas para el conflicto armado", declaró Juan Gabriel Uribe, consejero político del presidente Andrés Pastrana y principal negociador oficial. El proceso de paz entre el gobierno y las FARC habían comenzado con reuniones entre "Tirofijo" y Pastrana cuando éste aún no había asumido la presidencia y había continuado en enero pasado con el inicio de las conversaciones de paz. Luego de la interrupción de este diálogo, las negociaciones se reanudaron el 20 de abril pasado. En todos los casos, se trata de discutir una agenda de 12 puntos, entre los cuales figuran reformas políticas y económicas, la modernización del Ejército, la lucha antidrogas y las relaciones internacionales. Desde el 20 de abril hasta hoy el panorama se complicó para el gobierno de Pastrana. El ministro de Defensa, Rodrigo Lloreda, renunció hace dos meses a su cargo por sus discrepancias con el proceso de paz y obtuvo el apoyo de parte de la cúpula militar. El gobierno consiguió salir de esta crisis sin modificar el cronograma de conversaciones, pero hace un mes se agregó otro frente de conflicto: el Ejército de Liberación Nacional (ELN, la otra guerrilla que opera en Colombia) realizó varios secuestros y la mayoría de los rehenes aún no fueron liberados (uno murió en cautiverio). Esto generó una ola de críticas al gobierno, centradas en una supuesta discriminación del gobierno hacia el ELN, al que no le da status político, como ocurre con las FARC. Los grupos paramilitares también piden este trato. Las fuerzas armadas, acusadas reiteradamente de estar vinculadas con estos grupos paramilitares, también asistirán a las conversaciones de paz pero se manifestaron molestas. Su comandante, general Fernando Tapias, dijo que "estamos librando una lucha solos y nos atacan por defender a los colombianos". Se refería a los combates que se produjeron entre efectivos militares y de las FARC, hace dos semanas, cerca de la frontera con Panamá. Allí murieron 35 soldados y varias versiones periodísticas señalaron que algunos militares iban a ser relevados por "errores de planeamiento" en esos combates.
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