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El presidente norteamericano Bill Clinton tuvo ayer un aniversario de la Independencia nacional signado por su encuentro de más de tres horas con Nawaz Shariff, premier de la República Islámica de Pakistán. Los dos primeros mandatarios analizaron la escalada del conflicto indio-paquistaní en el estado fronterizo de Kashmir, donde las dos flamantes potencias atómicas combaten desde mayo. Justamente en el día de ayer, Nueva Delhi proclamó que la situación había dado un giro decisivo a su favor por la captura de la posición estratégica de la cumbre de Tiger Hill en el Himalaya. El 4 de julio de 1776, los territorios que habrían de ser EE.UU. se declararon independientes del Imperio Británico. La reunión de ayer en Washington era con la máxima autoridad de un país que está librando una guerra como consecuencia de las heridas de su independencia de los británicos en 1947. El estado de Kashmir es el único musulmán en la India, un país con 1000 millones de habitantes donde la mayoría son hindúes. Ya les costó a India y Pakistán dos de las tres sangrientas guerras que libraron. El enfrentamiento de las dos naciones, donde los fundamentalistas religiosos son gobierno, es una preocupación que mantiene a EE.UU. en un alerta máximo. La cumbre bilateral de ayer fue solicitada por el premier paquistaní. La semana pasada, Shariff había viajado a Pekín, para solicitar el apoyo de los chinos, sus aliados tradicionales, y quienes contribuyeron más que nadie al éxito del programa nuclear del régimen de Islamabad. Clinton aceptó el encuentro de ayer en tanto sigue manteniendo contactos con el premier indio, el nacionalista Atal Behari Vajpayee. El presidente norteamericano no tiene pensado ofrecer su mediación en el conflicto, porque Nueva Delhi se opone a cualquier mediación internacional. Pero Washington ha instado repetidamente a ambas partes a la moderación. Ayer, después de más de tres horas de reunión, se manifestó partidario de sostener la línea de control que separa las partes india y paquistaní en Kashmir.
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