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Por Raúl Dellatorre El revólver sigue martillando sobre la sien de los bancos locales. Pedro Pou, presidente del Banco Central, volvió a girar el tambor del arma y se la pasó al sistema financiero, convertido en una dramática ruleta rusa. No todos los bancos tienen asegurado su futuro (...), algunos deberán cerrar, dijo el máximo responsable de la autoridad monetaria ante un auditorio compuesto por banqueros de primera línea y mayoritariamente extranjeros, cuyas entidades no estarán, seguramente, entre las de pronóstico reservado. El proceso de concentración se cobrará nuevas víctimas y Pou se ufanó de esa perspectiva, a la que consideró sana y positiva. El presidente del Central se refirió al cierre de bancos como un costo menor para lograr la eficiencia, durante el discurso que pronunció ante la Reunión Anual de la Asociación de Bancos Argentinos, entidad nacida de la fusión de Adeba y ABRA, que alguna vez separaron los tantos entre entidades nacionales y extranjeras, respectivamente. Según recordó Pou, desde el final del efecto tequila (fines de 1995) a la fecha desaparecieron 18 bancos. Pero son más de medio centenar los que cayeron durante la crisis mexicana hasta el presente. En otros ámbitos puede llamar la atención que se mencione como un logro la reestructuración de dieciocho bancos, cuando en la mayoría de los casos su suspensión provocó inconvenientes a los depositantes y, en algunos de ellos, se detectaron conductas ilegales. Se trata de un logro relativo, se escudó en forma elíptica el funcionario. Sin embargo, destacó el fortalecimiento del sistema, a partir de su concentración, en cuanto a su capacidad de respuesta frente a los shocks internos o externos. Refiriéndose en particular al efecto tequila, subrayó que este episodio nos convenció de que debíamos continuar con el fortalecimiento del sistema financiero, a través de la selección natural producida por la competencia feroz del mercado. Sin considerar a los tres grandes bancos oficiales (Nación, Provincia y Ciudad de Buenos Aires), las cinco primeras entidades privadas concentran el 48,7 por ciento de la cartera de depósitos y el 44,4 por ciento de los activos del sistema. La oferta que les hizo ayer Pou a los banqueros, de favorecer una mayor concentración en el sistema financiero, no fue gratuita. Pidió, a cambio, protección para seguir ejecutando esa política sin interferencias de la Justicia. La condición para contar con funcionarios probos e idóneos en el Banco Central, dijo, es que no se encuentren sometidos a la justicia penal por sus actos. Los encargados de manejar estos difíciles procesos de reestructuración, señaló, deberían ser exceptuados de un control judicial sobre el momento oportuno o lo adecuado de las medidas técnicas que tomen. No en beneficio de los funcionarios, sino del sistema financiero, aclaró por si hiciera falta. En la última semana de mayo, Pou fue procesado por el juez Gabriel Cavallo bajo los cargos de abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público, en relación con su responsabilidad en las caídas de los bancos Mayo y Patricios. La semana pasada, la fiscalía que interviene en la causa pidió además que se lo investigue en torno de su presunto enriquecimiento ilícito. Antes de ser procesado, Pou había sido citado a declaración indagatoria, pero se negó a hacerlo, sentando un precedente cuestionable: se negó a rendir cuentas ante la Justicia sobre actos propios de su función. A cambio, distribuyó un escrito de ocho páginas, en el que reclama la nulidad de la convocatoria judicial argumentando que las decisiones que se le cuestionaban entran en la esfera de las facultades discrecionales (...) no sometidas al control judicial, en tanto han sido adoptadas en cumplimiento de los objetivos de interés general de la Carta Orgánica del BCRA. Semejante paraguas esgrimido por el titular del Banco Central no leresultó convincente al magistrado, que un mes después dictó su procesamiento, junto a otros nueve directivos de la autoridad monetaria. Tras el fallo de Cavallo, Pou volvió a embestir contra el magistrado. Acusó su decisión de parcial y calificó a su pronunciamiento como de carácter político y no jurídico, pese a que Cavallo, en sus evaluaciones, se basó fundamentalmente en los dictámenes de los veedores del Banco Central que advertían, anticipadamente, sobre la insolvencia de los bancos tardíamente suspendidos. Respecto de ese aspecto, resultan contundentes las pruebas en ese sentido en el caso del Banco Mendoza, del banquero prófugo Raúl Moneta. El financista preferido de Carlos Menem recibió una millonaria asistencia por parte del Central pese a que los indicadores de la entidad mostraban su debilidad, además de aplicar operaciones irregulares con el República, el otro banco de Moneta. Para Pou, el manejo discrecional de fondos públicos desde el Banco Central no debería ser motivo de investigación judicial. De esa forma, seguirían en su cargo los funcionarios probos e idóneos como él se considera a sí mismo.
El presidente Carlos
Menem volvió a proponer la creación de una moneda única del Mercosur destinada a
consolidar la estabilidad de la región y aventar los fantasmas de posibles
devaluaciones. Sin embargo, el candidato del oficialismo, Eduardo Duhalde,
relativizó la iniciativa y dijo que es algo para hablar recién dentro de cinco,
diez o quince años. El Presidente también justificó el no haber podido
pulverizar la desocupación, como prometió en más de una ocasión, porque
hubo crisis externas que no estaban en los cálculos de nadie.
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