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![]() El gobierno de Estados Unidos fue debidamente emplazado, no ha comparecido y fue declarado en rebeldía. La solemne declaración del presidente de la sala de lo civil del Tribunal Provincial de la ciudad de La Habana, Carlos Díaz, fue con motivo del vacío banquillo de los acusados, donde debiera haber comparecido un representante de Washington. La Corte cubana montó un impresionante despliegue de 27 pruebas documentales y 100 testigos para determinar que Estados Unidos causó daños materiales multimillonarios y miles de muertos y heridos a la nación cubana. El primer día del proceso se centró en las actividades contrarrevolucionarias que apoyó Estados Unidos en los primeros años después del triunfo de la Revolución Cubana. Los fiscales presentaron un expediente de 42 páginas que será impreso para su distribución popular-, en el cual se detalla cómo el gobierno de Estados Unidos, a través de la CIA, financiaba, equipaba y dirigía a los contrarrevolucionarios. Según las cifras cubanas sobre el bandidismo, en total operaron en la isla 299 bandas de 3995 hombres. Según el expediente cubano, las actividades de estos grupos causaron la muerte a 549 personas y un número considerable de heridos, de los cuales 200 quedaron incapacitados. El gobierno estadounidense todavía no reaccionó al juicio cubano, pero desde su lado también se están socavando las relaciones bilaterales con Cuba. El objeto de su disputa con Cuba lo constituyen seis balseros, capturados por la Guardia Costera en aguas territoriales norteamericanas. La Guardia Costera había intentado, en una acción televisada, impedir que los balseros llegaran a la costa estadounidense con chorros de agua contra sus embarcaciones. Las imágenes indignaron a la comunidad cubana en el exilio en Miami, quienes se manifestaron cortando calles, autopistas y puentes. Los manifestantes exigieron la derogación del pacto migratorio que proveyó el marco legal para la acción de la Guardia Costera. Los hechos ocurridos señaló un comunicado de los exiliados son una consecuencia directa del pacto migratorio, que castiga a las víctimas de la opresión y no al victimario. En Washington, el congresista cubano-norteamericano Lincoln Díaz Balart condenó en el Capitolio ese pacto infame y pidió su revocación. El gobierno dio una señal favorable a los exiliados cuando permitió que los seis balseros permanecieran en el país, y podría dar su brazo a torcer. Se rumorea en Miami, sin embargo, que La Habana respondería permitiendo un nuevo éxodo de balseros, como el ocurrido en 1994. Este éxodo de 38.000 cubanos había llevado a ambos países a concluir el pacto migratorio. En cualquier caso, la lucha recién parece estar comenzando.
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