El País
de Madrid
Por Luis Matías López
Desde Moscú
Lo habitual
es que guerrilleros o bandidos de Chechenia se infiltren en las otras repúblicas rusas
del norte del Cáucaso, ataquen un puesto militar, secuestren a algún soldado o
extranjero y vuelvan a su guarida de las montañas. Ayer, sin embargo, se cambiaron las
tornas y fueron las tropas rusas las que lanzaron cerca de la frontera, pero en el
territorio de la república rebelde, un ataque preventivo, con helicópteros y
morteros, contra un grupo de 150 o 200 combatientes.
El ministro del Interior, Vladimir Rushailo, aseguró por televisión que sus efectivos no
sufrieron ninguna baja y que hubo varios muertos y heridos en el bando enemigo. En
teoría, Chechenia es uno más de los 89 sujetos de la Federación Rusa.
En la práctica, sin embargo, funciona como un país independiente, en el que se juega la
vida, o cuando menos la libertad, todo ruso que pise su suelo.
Serguei Stepashin, actual premier ruso, por entonces jefe del Servicio Federal de
Seguridad (heredero del KGB), jugó un papel muy significativo cuando se inició la guerra
que, entre 1994 y 1996, se cobró más de un centenar de miles de vidas y concluyó con
una humillante retirada rusa. Ahora, en su cargo de primer ministro, no parece dispuesto a
permitir que Chechenia desestabilice toda la región caucásica. El ataque de ayer lunes
sigue al anunció de Rushailo en el Senado, el sábado, de la posibilidad de acciones
preventivas.
Chechenia se ha convertido en una región sin ley cuyo presidente, Aslan Masjadov, no
puede controlar a los grupos guerrilleros o criminales que hacen la guerra o el negocio
por su cuenta. Masjadov quiere un acuerdo con Rusia que permita la reconstrucción de su
devastado país.
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