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El ex Ejército rojo vuelve con todo. Mientras sus efectivos realizaban una intervención militar en Chechenia donde rusos y rebeldes chechenos libraron una guerra en 1994-96, 300 soldados rusos fueron autorizados ayer por la OTAN para entrar en Kosovo como fuerza de pacificación. Actualmente hay 200 efectivos rusos en la provincia yugoslava y se espera que, según lo acordado con la Alianza Atlántica, lleguen a 3600 en las próximas semanas. Pero la OTAN no se había puesto de acuerdo con Rusia sobre el mando de estas tropas en Kosovo. Hungría, Bulgaria y Rumania no habían autorizado la utilización de sus espacios aéreos para el transporte de las tropas rusas. Rusia había calificado esta medida como una provocación, pero llegó ayer a un acuerdo con la OTAN para desplegar estas tropas en los sectores francés, alemán y norteamericano de Kosovo. Moscú ahora debe negociar nuevamente con Hungría, Rumania y Bulgaria, países con los que mantiene relaciones tensas heredadas del imperio soviético. La larga historia de la participación de Rusia como fuerza pacificadora dentro de Kosovo había comenzado apenas terminaron los bombardeos de la OTAN. Frente a la indefinición de su papel en la fuerza de mantenimiento de la paz en Kosovo (KFOR), 200 paracaidistas rusos habían entrado en el aeropuerto militar de Pristina, la capital de la provincia, desde Bosnia, donde estaban destacados. Así se anticiparon al primer contingente de la KFOR, encabezado por fuerzas británicas y estadounidenses. Con las tropas rusas ya en el terreno, se había llegado a un acuerdo sobre su participación en la KFOR: 3600 efectivos. Pero continuó la indefinición sobre si Rusia tendría o no un sector propio. Sobre esta indefinición el Ministerio de Defensa ruso ordenó el domingo el envío de seis aviones con 300 soldados, blindados y diversas cargas que, finalmente, quedaron varados en los aeropuertos de Ivanovo, Pskov y Riazan por la negativa de Hungría, Rumania y Bulgaria. Según el comandante general de la OTAN, general Wesley Clark, el nuevo acuerdo implica que los rusos no deberán cumplir otra ley que no sea la de su nación. No tendrán, por ejemplo, la obligación de detener a individuos acusados de crímenes de guerra. Mientras tanto, la situación en Kosovo y en Serbia es cada vez más violenta, aunque ahora cambiaron sus protagonistas. Un adolescente serbio murió y varios resultaron heridos en un ataque realizado por desconocidos. El comando general de la OTAN ya realizó un pedido formal a Suecia y Finlandia para que no demoren más el despliegue de sus tropas en la provincia yugoslava, porque los efectivos de la fuerza internacional (30.000 en este momento, cuando las proyectadas son 50.000) son notoriamente insuficientes para controlar la región. El secretario general de la OTAN, Kofi Annan, advirtió que llevará bastante tiempo desplegar las fuerzas policiales y militares necesarias. En Leskovac, al sur de Serbia, una nueva manifestación de la oposición pidió la renuncia del presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic. Un realizador de televisión local, Ivan Novkovic, fue quien convocó al acto, al que asistieron unas 20.000 personas. Milosevic ha sufrido varias manifestaciones en su contra en las últimas semanas y la Iglesia Ortodoxa Serbia le retiró su apoyo. Y en Kosovo, los albanokosovares siguen llorando a las víctimas de la limpieza étnica de los serbios en la provincia. Ayer, en Bela Crkva, miles de albaneses étnicos asistieron a los funerales de las 64 víctimas de la masacre en esa localidad, ocurrida un día después del comienzo de los bombardeos de la OTAN.
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