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Por Mariano Blejman Luego de una larga década de virtual ostracismo, Cacho Fontana volverá el domingo próximo a la televisión argentina, conduciendo 100 años, en reemplazo de Quique Pesoa. El acuerdo con América especifica que no se anunciará así su regreso al aire, sino con la fórmula de una segunda etapa del programa, del que Pesoa se fue disconforme con un cambio de día de emisión. Para Fontana era vital no figurar en lugar de: entiende que tiene un pasado de figura clave de los medios audiovisuales y que no puede regalarlo, por más que venga de una década sin ofertas interesantes de ningún tipo. Sintió que iba a dar pena, o que buscaban cargarlo, cuando le ofrecieron hacer de movilero en Todo X Dos Pesos y dijo que no. No estaba en busca de compasión ni de escarnio. Fontana vive casi al margen de su profesión desde el escándalo de 1988 con la modelo Marcela Tiraboschi, un oscuro episodio que terminó llevándolo a la Justicia. Luego de que fuese sobreseído en parte de la acusación de lesiones e inducción al consumo de estupefacientes, la suerte del locutor en la próxima década estaba casi echada. Fontana cuenta que cuando el lunes 21 de junio APTRA le otorgó el Martín Fierro a la trayectoria, que había rechazado en dos oportunidades antes, sintió que otra vez cambiaba su vida. Más de un centenar de personajes del medio se pusieron de pie y lo aplaudieron a rabiar, cuando los locutores anunciaron que había llegado el momento. Cuando Fontana subió al estrado y sentenció: El quiebre de la persona provocó un quiebre en lo profesional, la gente lo ovacionó aún más. Eso lo dejó temblando, como un títere sin hilos. A pesar de que desde hace un tiempo está trabajando en radio, haciendo un programa en Nacional, Fontana dice que, tras ese raro momento emocional, y pese a su 74 años, siente que ha renacido de sus cenizas. Otra vez. ¿Qué cambió con el premio, en el fondo? En principio, hubo un cambio en la gente que yo trato, que me impactó. Es difícil mantener el equilibrio después de recibir halagos, después de un largo tiempo sin que te den bola. Eso me impuso una responsabilidad mayor. Siento que viene un reacomodo de la carrera y también de la vida. No es lo mismo recibir indiferencia de los pares, que encontrarse con una mano, un afecto, una sonrisa. ¿Cree que van a volver a apa-recer los amigos de Fontana y no los de Palese? Si me pusiera tan alerta y me dejara manejar por el rencor, y no por el amor, perdería cosas que me van a venir muy bien, Eso pasa siempre, en todas las disciplinas. Hay gente circunstancial, gente que se queda, y algunos lo hacen para siempre. ¿Qué pasó con la propuesta que le hicieron de Todo X Dos Pesos, el programa producido por Tinelli? Vengo intentando trabajar desde hace mucho tiempo. Me quedó una deuda económica importante, sin intereses, pero debo pagarla. Es algo que me resulta difícil de llevar. Me llamaron para hacer de movilero..., pero no estaba dentro de la idea que yo tenía para volver. ¿Por qué, entonces, conducirá el programa 100 años, que hacía Quique Pesoa? Es una posibilidad que se dio la semana pasada, después del impacto del Martín Fierro. Me convocaron y me interesó, porque es un programa excelente. De acuerdo a lo que he vivido, creo que hay una relación entre el siglo y mi vida. Espero poder hacerlo bien. ¿Cuáles son sus otros proyectos? Ni la televisión, ni la radio estaban esperándome. Hoy mi profesión es muy competitiva y lo que quisiera es valorizar la voz, antes que la imagen. Sería la manera ideal de volver a reinsertarme en el medio, una vez que con l00 años termine de hacer pie. ¿Quiere que lo recuerden como era antes? No, no tengo problemas con mi imagen. Sólo deben entender que la parálisis facial me dejó rastros severos. No esperen la sonrisa de antes. Soy una persona que siente y se manifiesta por sus gestos, pero tengo que aceptar las realidades de la vida. ¿Está ansioso? No, sólo quiero ser prudente. Volver es un gran riesgo para mí: la gente ya me vio hacer todo. No sé si lo que estoy por hacer es lo que realmente la gente está esperando. La gente sueña con el personaje ideal y resulta que al personaje le han ocurrido muchas cosas, varias de ellas desagradables. Sobre todo, ha pasado el tiempo y uno tiene que aggiornar el personaje y acomodarlo. No voy a hacer el esfuerzo que hacía en los 40. ¿Qué cosas disfrutó de su vida, que no parecen tantas? Del amor de mis padres, que me permitieron comenzar a ser presentador, cuando en aquel tiempo no era usual. Vincularme a los 17 años con lo que se llamaba el ambiente artístico fue impactante. Era un Buenos Aires diferente, con tiempos distintos, con Tango Bar, el Café Nacional, los bailes. Ese traspaso de ser oyente a presentador y luego a amigo de los músicos fue muy emocionante. ¿Cómo ha visto el paso del tiempo en televisión? Hoy la televisión tiene una gran inestabilidad. Porque los canales dependen de las productoras y los que están adentro de los canales dependen de las situaciones internas de los viejos canales. Es parte de la situación general. En lo particular, no me gustaría equivocar el camino. La gente me dice dos cosas por la calle: primero, que disfrute, y segundo, que me quieren ver por TV. Estoy trabajando en la radio, en esas seis horas de los domingos recibo llamados de afecto constante, pero de gente de mi edad. Es una clientela que arrastré durante todos estos años. ¿Quiere contar de qué se tratan sus nuevos proyectos, además de l00 años? No, no estoy en condiciones de alertar a la competencia. En 1974, dijo en dos años me retiro, ¿por qué no lo hizo? Me detuvieron las circunstancias personales. Nunca pude separar mi vida privada de la profesión. A los 40 estaba cumplido. Tengo un montón más y todavía estoy viendo a ver qué hago. Ser locutor de Radio El Mundo, en su momento, usted no sabe lo que significaba. ¡No había nada más alto que eso! La separación de la madre de mi hija mayor provocó una gran reacción. Yo no era conocido, pero Beba Bidart sí. Estuve 12 años con Beba y después me separé. Y conocí a Liliana y se generó una confusión muy grande, también en la opinión pública. MI imagen cambió. Que yo tuviese una vida con vaivenes molestó. Ahora recuerdo que en una película de Truffaut le preguntan a un tipo ¿cuál es su mayor ambición? y contesta Ser inmortal y morir. Sé que es difícil entender, pero a mí me quedó muy internalizado. Yo intentaba retirarme, por sentirme satisfecho con mi carrera. ¿Y cómo hubiera planteado su retiro? Pensé en dedicarme a la producción, pero no tuve ni la capacidad, ni la inteligencia para concretarlo. Creí que estaba para más y a lo mejor no fue así. El ejecutivo no me va, lo mío fue individual, en cada trabajo los otros arriesgaban el espacio, pero yo arriesgaba mi carrera. Es la diferencia entre el empleado y el patrón. ¿Considera haber sido un empleado? Un empleado de lujo. Que arrastraba las eles... Sí, eso nació por no saber dónde parar en el debut de Odol. No es una creación. Y nunca más lo hizo. Nunca supe cómo hacerlo. Si quiere saber toda la verdad, en realidad, nunca supe cómo detenerme.
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