Por David Sharrock y David Hudson Desde
Jerusalén El laborista Ehud Barak, nuevo primer ministro de Israel, llegó
ayer al fin de siete semanas de limbo político con un efusivo discurso de paz
reminiscente del difunto Yitzhak Rabin en el acto de juramentación de los ministros de su
gabinete, constituido de una coalición relativamente pacifista. Un golpe inesperado desde
su propio Partido Laborista la designación de Avraham Burg, un peso pesado que ha
caído en disfavor con Barak, como presidente del Knesset (Parlamento) no fue
suficiente para arrancarlo de su lucha en pos de una resurrección del proceso de paz en
Medio Oriente.
Barak está tan resuelto a ejecutar su programa que ha reservado los cuatro puestos más
altos para él que se desempeñará como ministro de Defensa, y políticos
leales como David Levy, un refugiado del vencido partido Likud del derrotado Benjamin
Netanyahu, que sigue como ministro de Relaciones Exteriores. Sus colegas del Partido
Laborista quedaron irritados por la falta de puestos de primera para las figuras
principales de la formación: de allí la designación de Burg. También las mujeres y los
árabes de nacionalidad israelí quedaron desencantados por su falta de representación.
Fue elegido para ser primer ministro pero está actuando como un rey dijo el
columnista político Daniel Ben-Simon. En Israel no tenemos una tradición de este
tipo, así que alguien que trate de lograr un poder absoluto está condenado a
perder. Sin embargo, la coalición de Barak puede contar con el respaldo de 75 de
los 120 miembros del Parlamento, y su carta más fuerte puede ser que, a diferencia de lo
ocurrido en los dos últimos gobiernos, la suya no es una coalición ideológica. No
es una colección de pacifistas ingenuos pero sí una que está comprometida a abandonar
las políticas paralizantes de Netanyahu, dijo Schlomo Ben-Ami, ministro de
Seguridad Interna de Barak.
El discurso de Barak ante el Parlamento fue escaso en precisiones, pero prometió trabajar
por la paz simultáneamente con todos los vecinos árabes de Israel. Los palestinos temen
que esté más interesado en lograr la paz con Siria. Pero Barak dijo a los parlamentarios
que los sirios, los egipcios, los jordanos y los palestinos son igualmente importantes.
Sus palabras lograron parcialmente reasegurar a los palestinos que no serán abandonados
en la segunda fila detrás de Siria. Las relaciones entre el presidente sirio Hafez
al-Assad y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yasser Arafat, han sido
gélidas durante largo tiempo.
Volviéndose hacia los sirios, Barak prometió negociar una paz bilateral, basada en
las resoluciones 242 y 336 de las Naciones Unidas, en lo que efectivamente
representó una señal a Damasco en el sentido de que se propone devolver las ocupadas
alturas del Golán a cambio de una paz plena y relaciones normales con Siria. El primer
ministro repitió una promesa se retirar tropas de la zona de seguridad al sur
del Líbano en el plazo de un año. Barak reconoció que su amplia agenda, que incluye
medidas para cicatrizar las divisiones entre las facciones religiosas y seculares,
tendrían que jugar un rol secundario respecto al proceso de paz. Sé que tenemos
miles de problemas en nuestra agenda pública dijo al Comité Central del Partido
Laborista en la noche del lunes al presentarle su gabinete. (Pero) nada es más
importante, desde mi punto de vista, que la misión suprema... poner fin a un conflicto de
cien años en Medio Oriente.
Barak habló brevemente por teléfono el lunes con el presidente Bill Clinton para
discutir su inminente visita a Washington. Previamente confió a sus pocos confidentes que
hubiera preferido consultar a Clinton antes de reunirse con Arafat y otros líderes
árabes, pero que estaba listo para honrar el pedido de Washington de que los vea a ellos
primero. Mostrando que Barak usa en serio la palabra rápido, Radio Israel
informó que el ejército estaba revisando mapas para una retirada de Cisjordania. Se
espera que Barak implemente el acuerdo de paz de Wyem que da a la Autoridad Palestina un
13 por ciento más de Cisjordania, antes de embarcarse en las negociaciones sobre el
acuerdo definitivo.
OCALAN NO FRENA LOS ATENTADOS
La lucha (kurda) continúa
El líder
separatista kurdo Abdullah Ocalán, condenado a muerte por un tribunal turco, llamó a la
paz entre su pueblo y el gobierno de Ankara, y condenó los últimos atentados de sus
seguidores. Pero la dirigencia del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) parece
comenzar a estar dispuesta a quemar los últimos puentes que le restan a su ex líder para
escapar a la condena que le dictó Turquía el 29 de junio.
Durante su juicio, Ocalán había predicado un discurso conciliatorio, y consideró
sin sentido a la rebelión kurda. Y ayer, según su abogado, condenó dos
ataques que se sospecha fueron obra de miembros del PKK que presidía Ocalán. El brazo
político del PKK había seguido inicialmente la corriente de su líder encarcelado y
negó responsabilidad por los atentados. Pero el brazo armado lo había desmentido, y se
atribuyó la autoría por el primero de los atentados, lo que apuntaba a una escisión
dentro del partido.
Ayer la dirigencia del PKK o una facción importante de él parecía haberse
inclinado hacia la posición del brazo armado cuando llamó en un comunicado enviado a los
medios europeos a elevar e intensificar las protestas kurdas por la condena de
muerte. Varios analistas turcos consideran que el PKK prefiere que Ocalán sea ahorcado
antes de que concluya un acuerdo de paz con el gobierno de Ankara que le permitiera seguir
con vida. Las autoridades turcas hasta ahora se han negado a negociar una salida para la
situación de Ocalán. El Parlamento de Ankara tendrá la decisión final sobre la
sentencia de muerte del líder kurdo.
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