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ESCASEZ DE ALIMENTOS Y COMBUSTIBLE EN CASI TODO EL TERRITORIO NACIONAL
Cerca del desabastecimiento total

El lockout dejó sin gas a varias provincias.  Distribuidores de alimentos y expendedores  de combustibles, a punto de agotar stocks.

En varias provincias, las estaciones de servicio cruzaron las mangueras por falta de combustible.
En otras, se racionalizaron las ventas a no más de 10 pesos por automovilista.

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t.gif (862 bytes)  La Bolsa de Cereales de Buenos Aires advirtió ayer que, a raíz del lockout de los transportistas de carga, no podrán cumplirse los compromisos internacionales por falta de embarques de granos (cereales y oleaginosas). La falta de alimentos perecederos y de combustibles comenzó a sentirse ayer en varias provincias, en tanto que la escasez de hidrocarburos hacía temer que a partir de las primeras horas de hoy dejara de funcionar el transporte público de pasajeros en varias ciudades del interior y los micros de larga distancia. En tanto, productores de leche volvieron a denunciar que debieron derramar la leche que no pudo ser remitida a los centros de distribución, debido a la falta de instalaciones suficientes para almacenar el producto en frío.
La producción del sector lácteo habría sufrido una merma del 80 por ciento, y las zonas más comprometidas fueron las cuencas de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, y el norte del país. Alberto Alvarez Gaiani, presidente de Copal, precisó que si bien la mayor parte de la mercadería se traslada con camiones de las propias empresas lácteas, “muchos fueron impedidos de circular por los piquetes de los camioneros en huelga”. “Algunos transportistas fueron obligados a abrir los grifos de los camiones y derramar la leche al pasar por los piquetes, lo que se suma al derrame de leche en los tambos”, explicó.
Voceros del mercado concentrador de frutas y verduras, que funciona en La Matanza, informaron que entre las 17 del martes y las 8 de ayer sólo se registró el ingreso de 77 transportes, contra los 569 del miércoles anterior. Sin embargo, señalaron que “todavía hay mercadería para abastecer hoy (por ayer) a los minoristas”.
En el Mercado de Hacienda de Liniers, por segundo día consecutivo no se produjeron ingresos de bovinos. Los pocos animales que todavía permanecen encerrados en corrales desde el lunes requieren de “asistencia especial, sanitaria y alimentaria y esto no se podrá seguir realizando por mucho tiempo más”, confiaron especialistas del negocio de ganados y carnes. La situación es “complicada” en el abastecimiento de carnes, según calificó Miguel Schiariti, presidente de la Cámara de Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina, quien indicó que “hay una disminución de provisión de entre el 50 y 60 por ciento en el sector”.
“Si en dos días no se soluciona este problema, el fin de semana va a haber desabastecimento en los supermercados”, precisó.
En las provincias de Santa Fe, Misiones y Catamarca, así como en la ciudad de Bahía Blanca, las estaciones de servicio comenzaron ayer a racionalizar el expendio, con ventas de no más de 10 pesos por automovilista. También se registró escasez de gas en garrafas en Entre Ríos, Misiones y Formosa. En tanto, en la ciudad de La Plata y en varias provincias comenzó a notarse la falta de productos frescos (frutas, verduras, leche y pollos). Los dos mercados concentradores de Rosario, desde donde se distribuyen diversas producciones del norte hacia las provincias de Santa Fe y Buenos Aires y a la Capital Federal, permanecieron ayer prácticamente inactivos durante toda la jornada. En ciudades fronterizas de Corrientes y Misiones, la gente empezaba a cruzarse a las localidades vecinas de Brasil para aprovisionarse.
En algunas regiones del país, se temía que la escasez de combustible pudiera derivar, durante la jornada de hoy, en la paraliza-ción del transporte público de pasajeros.

 

Protesta de micros con bombos y celular

“Buscamos la eximición del cien por ciento del impuesto, nosotros no estamos de acuerdo tampoco con la idea de que se reduzca ya sea 70 por ciento o cualquier otro porcentual”, explicó a Página/12 Mario Verdaguer, presidente de la Cámara de Empresarios de Larga Distancia (CELADI), en la puerta del Congreso, donde aguardaban la decisión de los parlamentarios.
Una larga fila de colectivos y micros circuló ayer entre las 15 y las 18 horas alrededor del Congreso para presionar a los legisladores por la eliminación del Impuesto para el Fondo de Incentivo Docente. Cerca de 300 ómnibus circulaban con lentitud sobre la mano derecha de las avenidas Entre Ríos, Callao, Córdoba, Pueyrredón, Jujuy y Belgrano, respetando semáforos y en orden.
Frente al Congreso, un grupo con camisetas de CELADI aporreaba bombos y platillos para hacerse sentir dentro del edificio. La fila de micros se aproximaba en silencio y hacía tronar las bocinas al pasar frente a la escalinata principal de Entre Ríos. Junto a los bombistas, un grupo de directivos de la cámara empresaria, de traje y corbata, controlaban el desfile.
Verdaguer apagó su celular y explicó que distintos legisladores del partido de Domingo Cavallo y del oficialismo habían presentado 18 proyectos sobre el tema y que alguno de ellos sería tratado. “Queremos la eximición total porque nuestro sector viene siendo recargado con un cúmulo de nuevos impuestos en los últimos años, y a eso se le suma la situación de crisis de la economía en general. Nuestras empresas están trabajando en el límite de rentabilidad”.
Con respecto a la imposibilidad de legislar con retroactividad, Verdaguer indicó que “en última instancia, esta ley también tiene retroactividad porque está gravando no solamente a los modelos nuevos, sino también a modelos antiguos. Es decir que cuando alguien compró esos micros no sabía que debía pagar este impuesto”.
Mientras los ómnibus desfilaban, la Carpa Blanca, del otro lado de la avenida Entre Ríos, ía cerrada y silenciosa. De alguna manera, el destinatario del desfile de micros era también ella.


 

UN SECTOR DONDE TODAVIA PREDOMINAN LOS CUENTAPROPISTAS
Un golpe de gracia en plena crisis

Por Cledis Candelaresi

t.gif (862 bytes) Para el grueso de los camioneros, el impuesto docente fue como un golpe de gracia que amenazó sus moderadas utilidades. Y el lockout, la catarsis provocada por un cúmulo de pesares previos a la sanción del tributo. Se trata de un sector atomizado, donde unas pocas empresas grandes conviven con enorme cantidad de cuentapropistas castigados por la recesión. La mayoría ni siquiera está representada en las cámaras patronales más activas, como Fadeeac y Catac y, a los ojos oficiales, sus decisiones suelen ser imprevisibles. “Los silvestres” es el apodo que eligió un funcionario de Economía para referirse a empresarios con los que al Gobierno no le resulta fácil negociar.
En los camiones aún no se dio la concentración que está transformando al autotransporte de pasajeros. Todavía existe una mayoría de empresas unipersonales, que surgieron amparadas en el crédito. Pero esta dispersión no menguó demasiado la capacidad de presión del sector, principal medio de transporte de mercaderías del país: el 80 por ciento de los productos circula en camiones.
“El transporte no escapa a la crisis: trabaja con costos altos y tarifas fijas o en baja”, comentó a Página/12 Néstor Farías Bouvier, consultor especializado en el tema. A la sobreoferta de servicios –propiciada por la desregulación– y la retracción del consumo se suman el precio relativamente alto del combustible y el peaje, el mayor de los sufrimientos que afronta cualquier transportista.
Alfredo Kogan, productor agropecuario y experto en logística, ilustra con un ejemplo el resultado de aquella combinación: mandar una tonelada de maíz desde Buenos Aires a un puerto de Japón cuesta 15 dólares, mientras que el traslado en camión desde la localidad bonaerense de Casares hasta Capital Federal obliga a dejar 50 dólares sólo en las cabinas de peaje.
El mismo colono admite que tanto él como sus pares, a la hora de contratar el servicio de transporte, tienen amplia disponibilidad para elegir y gran margen para negociar una baja en las tarifas, que reconoce modestas. “Los agricultores solemos decir que la discusión de precios con los camioneros es una forma de repartir la miseria: nosotros enfrentamos la baja en el precio de los commodities y ellos tienen que achicar constantemente sus precios”, reconoció Kogan.
La Catac fija año a año una tarifa de referencia. En la actualidad, el grueso de los camioneros aplica el valor que corresponde al año ‘94, menos un 10 por ciento. Sobre un valor CATAC de 1000 pesos, 500 los insumen los combustibles, 100 el peaje y los 400 restantes deben cubrir los otros costos (chofer, mantenimiento, etc.). “Algunos camioneros cobran el viaje 600 pesos y luego eluden el peaje para quedarse con los 100”, comentó a este diario otro productor cerealero.
Sin embargo, el precio del transporte es relativamente alto para los productores, y eso enfrenta a unos y otros en una pulseada dura. Para transportar una tonelada de maíz que cuesta 83 dólares, un agricultor debe pagar 25, el equivalente a casi el 30 por ciento del producto. Proporciones similares se registran en otros sectores de la producción.
Claro que los camioneros también son responsables de sus propios males. Entre otras razones, porque ni siquiera aquellos cuyo negocio es más sólido se reconvirtieron. Esta falla quedó al desnudo en el conflicto que este verano se suscitó en el puerto de Quequén, cuando algunos productores resolvieron comprar los Tolva 0 km. para trasladar sus productos. Se trata de un camión dotado de un sistema de fácil descarga, que permitió reducir drásticamente los costos evitando la espera.
En Transporte ayer especulaban que el fastidio de los camioneros podría endurecer la medida de fuerza hasta un punto difícil de enfrentar. “¿Qué podríamos hacer si escasea combustible en Capital o si se acumula la basura en las calles?”, se preocupaba por la tarde un funcionario de la secretaría.

 

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