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Carlos Menem festejó ayer sus diez años en el gobierno con un discurso plagado de autoelogios y tiros por elevación a los candidatos del justicialismo, Eduardo Duhalde, y la Alianza, Fernando de la Rúa. El Presidente se define como un estadista que tiene la obligación de preparar la dicha de la generación siguiente. Y en ese sentido le recomendó a quienes aspiran a sucederlo en el cargo a que mantengan el actual modelo económico. Menem habló por cadena nacional en una jornada donde recibió las felicitaciones de ministros y secretarios por un nuevo aniversario en el poder. Hasta el vicepresidente Carlos Ruckauf, últimamente separado de las reuniones de gabinete por su apoyo a Duhalde en la interna del PJ, estuvo presente en las celebraciones. En un mensaje de cuatro carillas, el mandatario fue claro sobre sus deseos, aunque algunos operadores del PJ y la Alianza lo tradujeron como condicionamientos. Es mi esperanza que el próximo mandatario sostenga el programa que liquidó la hiperinflación y creó una moneda fuerte, aseguró en defensa del modelo. No fue el único mensaje en ese sentido. El modelo económico debe ser fortalecido y perfeccionado para resolver el conflicto mundial del desempleo, dijo, y paso seguido denostó sin nombrarlos a Duhalde y De la Rúa por sus propuestas de revisar la deuda externa. La Argentina es creíble y previsible en todo el mundo porque cumplimos con nuestros pactos y respetamos los acuerdos internacionales. Espero que los gobiernos futuros sepan honrar los compromisos asumidos, señaló. Duhalde no descartó la semana pasada la posibilidad de pedir una condonación de la deuda externa, aunque con el transcurso de los días fue modificando su discurso hasta coincidir con el del Gobierno de respetar el pago de la deuda externa. El radical De la Rúa no fue tan radical al hablar del tema. Sólo sugirió analizar y discutir todo lo referido a la deuda. Fue justamente el candidato de la Alianza quien ayer minimizó el mensaje de Menem. Comprendo que exalte lo que él considera sus aciertos pero también debe decir los problemas que tenemos, dijo en la sede de gobierno capitalino. Por ello, le recomendó hacer una autocrítica por el aumento del desempleo, la pobreza y los problemas sociales. El Presidente, efectivamente, se ensalzó en reiterados tramos del discurso. Recorrí el mundo entero en busca de inversiones, estimulando la confianza de empresarios y políticos, dijo en primera persona cuando hablaba sobre la actividad del Gobierno. Pero, más adelante, dedicó todo un párrafo a su gesta personal. Utilicé todos los medios a mi alcance para tomar decisiones que requirieron fortalece y coraje. De esta forma aplasté la última sedición militar de la historia argentina, eliminé el servicio militar obligatorio, envié tropas de paz a muchas regiones del planeta y marqué el nuevo perfil de la Argentina en el mundo explicando los requerimientos al universo entero. Para el cierre, optó por un línea determinista, y con un tono característico de los predicadores electrónicos. Marché por el camino señalado, edifiqué mi obra. Y conservo la fe. Estamos hechos de porvenir. Allí nos dirigimos juntos. Nada nos dejará sin esperanzas. Que Dios los bendiga. Y los abrazo sobre mi corazón.
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