Por Cristian Alarcón Eran las 12.15. Los chicos
salían ruidosos, encantados con el feriado largo, cuando oyeron una explosión, un grito
y un largo silencio. Nicolás Oviedo de 14 años, alumno de segundo de la Escuela Técnica
Nº 7, había bajado los cuatro metros de profundidad de la cámara de Edesur ubicada
justo frente al colegio, para recuperar una moneda que se le había caído. Como el hueco
por el que perdió un peso estaba cerrado tal como indican las disposiciones de
seguridad , entró por otra boca, a unos cinco metros, que esta vez no cumplía la
norma. En el trayecto murió calcinado. Habría tocado el transformador de la cámara, al
que ingresan 13.800 voltios. Ayer, la empresa, que había realizado un trabajo en el lugar
hace un mes dejando la abertura sin el candado reglamentario, se limitó a decir que
asumirá todas las consecuencias del hecho. El Ente Regulador de Energía
Eléctrica, recordó, como durante el largo conflicto por los cortes de luz, que su
función es regular y no controlar. Por su parte, los compañeros de Nicolás,
ciudadanos ya entrenados por las adversidades, tardaron una hora en marchar a la sede de
Edesur del barrio, bombardearla con tomates y huevos, y escribir asesinos
sobre la empresa privada.
Nicolás Oviedo había salido antes que de costumbre de la Escuela Técnica Ingeniero Luis
A. Huergo debido a los actos del 9 de Julio. Junto a un grupo de chicos juguetearon sobre
la vereda, algunos apoyados en esa especie de asiento, que se forma en muchas cuadras de
Buenos Aires, con las paredes y las rejas que protegen las cámaras eléctricas de Edesur.
Son en general rectángulos de alrededor de un metro de alto por uno y medio. En algunas
paradas de micro suelen oficiar de sillas. Familiarizado con ellas fue que al chico se le
cayó el peso. La puerta por la que se le fue la moneda estaba cerrada con un candado. Y
por ello decidió usar la que está a cinco metros de allí. Hacía un mes operarios de
Edesur habían realizado un trabajo, dejando la abertura sin seguridad. Le dijimos
que era peligroso, pero Nicolás no nos hizo caso y bajó por la escalera con un
encendedor, contó José María, uno de los integrantes del Centro de Estudiantes
que organizó la marcha de protesta contra la empresa Edesur.
La tragedia de Nicolás Oviedo está rodeada de un absurdo que se ha vuelto cotidiano. El
asumió un alto riesgo al ingresar en la boca de la cámara transformadora de energía
eléctrica, tal como describieron ayer los testigos de su descenso. Pero nunca debió
poder hacerlo. Existe una resolución del ENRE que estipula la forma correcta de cerrar
las aberturas de dichas cámaras. Es la número 171, del 5 de septiembre de 1995. Allí,
en el ítem 2, bajo el subtítulo Sistema de cerramientos de Centros de
transformación se estipula cómo prevenir el ingreso de personas no
autorizadas por la empresa distribuidora a los distintos tipos de centros de
transformación ubicados en la vía pública. Y se detalla el sistema con el que
debería cerrarse: cerradura o candado de combinación especial y utilización
exclusiva de la empresa.
La disposición detalla: Su apertura sólo podrá efectuarse mediante llaves,
preferentemente de diseño especial, cuya reproducción sea autorizada y controlada por la
misma. E indica también cómo deben fijarse las rejillas de ventilación de las
cámaras: mediante tornillos con cabeza especial que sólo sean extraíbles con
llaves de tubo diseñadas especialmente al efecto. Tanto cuidado previsto se debe al
peligro que existe bajo esas aberturas: los 13.800 voltios que son transformados en 380
para la distribución eléctrica domiciliaria. La disposición es casi la única de las
explicaciones que ayer dio el ente. Es simple, si no cumplen hay un sumario, que por
supuesto ya se inició y el resultado puede implicar una multa, le explicó un
vocero del organismo a este diario. Y recordó la ley creadora de los entes, la 24.065.
Le prohíbe al ENRE meterse en la actividad de la empresa, sólo podemos actuar
cuando se demuestra un incumplimiento pero no verificar si cumplen, sostuvo.
También sugirió que podía existir una responsabilidad por parte del Gobierno de la
Ciudad. En la secretaría de Obras y Servicios Públicos, donde tampoco hicieron
declaraciones oficiales, un vocero explicó que sólo damos las autorizaciones para
los trabajos en la vía pública, pero no nos corresponde controlar. Sobre el nuevo
Ente regulador de servicios públicos, creados por ley la semana pasada en la Legislatura
porteña, y aún sin estructura, sostuvo que si existiera podría aconsejar medidas
al Enre, como organismo de responsabilidad directa, pero tampoco sería quien supervisa
las condiciones de seguridad. El jefe de Gobierno, Fernando de la Rúa opinó que se
trata de un verdadera desgracia la pérdida de este chico. Y confió en que
Edesur asumirá sin duda sus responsabilidades.
De lo que nadie pudo dar cuenta ayer fue del sistema de control a las empresas de
servicios públicos privatizadas por parte del Estado. No hubo funcionario que pueda
responder quién debería constatar las condiciones de seguridad que se le imponen a
prestadoras como Edesur. Una fuente del Enre recordó ayer que en varias audiencias
públicas el organismo ha destacado la limitación de la ley que creó los entes
reguladores, al no permitir la supervisión técnica. Para Sandra González, de Adecua
(Asociación de Consumidores y Usuarios de la Argentina), estamos pagando las
consecuencias de la forma catastrófica en que se realizaron las privatizaciones, sin
derechos ni garantías para los consumidores y con todo a favor de las empresas.
Ayer el Estado insistió en que cumplirá con su parte, multar. Y Edesur, con la suya,
hacerse responsable: seguramente, alguna vez, indemnizar y pagar multa. Nada que interese
realmente a los chicos que protestaron ayer por su compañero muerto.
Siete manzanas sin luz Alrededor de 450 usuarios diseminados en siete manzanas del barrio de
Caballito permanecían anoche sin corriente eléctrica, debido a los peritajes ordenados
por el juez de Instrucción Héctor Yrimia, quien investiga las causas que provocaron la
muerte del estudiante de 14 años Nicolás Oviedo.
El corte de luz ocurrió en el momento en que el joven recibió la descarga eléctrica,
alrededor de las 11.30 de ayer, luego de bajar a una cámara transformadora para recuperar
una moneda de un peso que se le había caído dentro. La energía retornó a la zona
rápidamente, pero fue cortada con posterioridad cuando las cuadrillas de bomberos y la
policía comenzaron a trabajar sobre la misma cámara.
Pese a que las autoridades de Edesur habían asegurado que retornaría la luz, a última
hora de anoche un sector de siete manzanas continuaba a oscuras. Voceros de la empresa
informaron que se trata del circuito de baja tensión y que el corte se
realizó a pedido del juez Yrimia para realizar las pericias correspondientes. Las
mismas fuentes agregaron que la oscuridad afectó a unos 450 usuarios dispersos en
siete manzanas y afirmaron que la empresa ya está en condiciones de devolver
la luz a la zona, pero existe una orden judicial que se debe cumplir. La decisión de
reconectar corresponde al juez y esto ocurrirá cuando él lo considere necesario. |
EN 1994 HUBO OTRO CASO DE MUERTE EN UN POZO
Una empresa con su balance en negro
La de
ayer no fue la primera sombra negra en la que quedó envuelta la empresa Edesur. El 20 de
diciembre del 94, una zanja abierta en Córdoba y Billinghurst por Mer Pac, una
empresa contratista de la distribuidora de energía, se transformó en la tumba del
ingeniero Fernando Mario Gotfryd. El hombre regresaba a su casa durante una tormenta y
cayó en el hueco que tres empleados habían dejado abierta para guarecerse bajo un techo.
Gotfryd murió electrocutado y horas más tarde el boquete de la zanja fue cubierto por
los tres operarios con una reja de madera. Recién al día siguiente fue descubierto el
cadáver del ingeniero.
En un comienzo, Edesur intentó desviar el caso hacia las páginas policiales, sugiriendo
la hipótesis de que la víctima había caído después de un asalto. Pero la posibilidad
fue descartada por la Justicia. De todos modos, la responsabilidad recayó sobre los
obreros que trabajaban en la zanja, condenados en primera instancia por homicidio culposo.
Los jueces del tribunal oral 15 consideraron que los operarios carecían de los elementos
de protección y seguridad necesarios que podrían haber salvado la vida del ingeniero. La
pena mayor recayó sobre Anselmo Pacheco, socio de la contratista: 2 años y medio de
prisión, mientras que Rodolfo Castillo y Walter Maguicha fueron condenados a 10 y 6
meses, respectivamente. Por otra parte, el tribunal pidió al ENRE que investigara y
sancionara a la empresa Edesur por su falta de control.
Un mes después de la muerte de Gotfryd, Roberto Lettieri y Alfredo Tacuri, obreros de
otra contratista de Edesur, recibieron una descarga de 13.200 voltios, al tocar uno de
ellos un cable pelado con una pala, mientras trabajaban en una zanja. La empresa dijo:
Fue un error humano.
En febrero del 96, meses antes de que se dictara sentencia en el caso Gotfryd, una
mujer recibió una descarga eléctrica al tocar un escobillón que estaba en contacto con
la pared de su casa y no murió de milagro. Una cuadrilla de Edesur había estado
arreglando cables en la vereda y después se supo que habían conectado los cables con los
polos cambiados.
La ombudsman critica La defensora del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, Alicia Oliveira,
consideró que el estudiante Nicolás Oviedo murió electrocutado porque Edesur cometió
una injustificable falta de previsión que configura un delito. Oliveira
comunicó que pedirá informes al gobierno de la ciudad y al Ente Nacional de Regulación
Eléctrica (ENRE) sobre las reglamentaciones que se refieran a la habilitación de
instalaciones en la vía pública. Y anunció que evalúa la posibilidad de realizar la
presentación penal por el caso. La ley 24.065 del marco regulatorio de la energía
eléctrica establece que los distribuidores tienen la obligación de mantener y
operar sus instalaciones y equipos en forma que no constituyan peligro alguno para la
seguridad pública. |
LA PROTESTA DE LOS ESTUDIANTES DEL HUERGO
FRENTE A EDESUR
Que algún chabón salga y dé la cara
Por Pedro Lipcovich
Cuando
amaneció el día de ayer, los alumnos de la Escuela Técnica Huergo no imaginaban que,
luego de la muerte de su compañero Nicolás Oviedo, aprobarían con 10 puntos su examen
de Protesta Cívica: conducidos por su Centro de Estudiantes y guiados por la filosofía
del escrache, se movilizaron hacia la sede más cercana de Edesur, negociaron con la
policía el uso del espacio urbano, se dieron una estrategia ante los medios de difusión,
tiraron huevos y tomates pero resistieron la tentación del apedreo, exigieron que
algún chabón de la empresa dé la cara y se haga responsable y prometieron
hablarlo con los viejos, con los familiares, loco, porque en esto tiene que estar
todo el barrio.
¡Vamos a escrachar a Edesur! A las dos y cuarto de la tarde, unos 150 alumnos
de la Escuela Técnica Ingeniero Luis Huergo se pusieron en marcha por Gaona. Eran de
todos los años, las caras tensas y todavía sorprendidas. No había carteles, salvo la
bandera grande del Huergo, ni se gritaban consignas. Por Angel Gallardo, ocupaban la mayor
parte de la calzada. A la altura de Hidalgo, la policía les pidió reducirse a un carril;
negociaron; convinieron en ocupar dos carriles. Delante de ellos, un patrullero desviaba
el tránsito para abrirles camino.
En Angel Gallardo y Río de Janeiro estaba el camioncito de Crónica TV:
Compañeros, nos van a ver todos los medios: tratemos de no tapar la bandera.
Y a los medios: Pedimos justicia por Oviedo.
Denunciamos a Edesur como responsable de la muerte de un chico. Nosotros somos
técnicos decían los de los últimos años y sabemos que ahí había 13.200
voltios. Nicolás estaba en segundo año y no sabía. Explicaban que hace un
mes y medio, después de hacer un arreglo, dejaron la reja sin candado. Pero además la
tapa debe estar soldada en sus cuatro lados para que no se pueda levantar.
A las tres, la movilización había llegado al local de Edesur, en Angel Gallardo y
Corrientes. Las puertas de cristal estaban cerradas tras las persianas de reja. Una
andanada de huevazos y tomatazos impactó en los cristales mientras por primera vez la
movilización coreaba una consigna: ¡Hijos de puta!. Con aerosol rojo un
chico escribió en la vidriera: Asesinos. Los demás aplaudían, mientras las
cámaras registraban todo.
Vamos a buscar piedras, proponía alguno. No, boludos. A romper,
no. Eran las tres y seis minutos. ¡Nos vamos! anunció uno de los que
conducía la marcha. Ya hicimos un montón. ¡Vamos, que no nos pase nada!.
Volvieron por Angel Gallardo. Pasada la exaltación, las caras se habían puesto muy
tristes. Una chica de 14 años lloraba: Un candado, boludos, ¿cuánto cuesta un
candado?. Alguien, después de prender un cigarrillo, levantó el encendedor, como
en los recitales, y dejó arder un momento la llama. Un chico en camiseta negra abrazaba a
una chica de campera.
En la puerta del colegio, Federico, de la mesa directiva del Centro de Estudiantes, habló
a sus compañeros: Allí había electricidad para matar a cualquier persona, loco,
Edesur sabía que era la puerta de un colegio, pero le chupó un huevo y por eso hay un
pibe muerto. No queremos que manden una carta de disculpas: que venga un chabón y se
banque lo que hay para decirle. Que se hagan responsables.
Y pidió: Hay que hablarlo con los viejos, con los familiares, loco, acá tiene que
estar todo el barrio. Muchas viejas nuestras deben estar llorando, porque pudo haberle
pasado a cualquiera. El lunes nos vamos a volver a reunir para hablar de la necesidad de
que estos tipos den la cara.
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