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AHORA, EL TEATRO ARGENTINO SALE DE GIRA POR EUROPA
En Avignon, todos bailan todos bailan

En el Festival de Berlín, que terminó ayer, y en el de Avignon, que comienza hoy, un total de nueve elencos argentinos demuestra la calidad y extensión del teatro nacional. De la cita de Avignon llama la atención la convocatoria, para que represente nada menos que cuatro obras, al grupo de experimentación El Periférico de Objetos.

Los tres fundadores de El Periférico de Objetos, aún en Buenos Aires.
El Festival de Avignon dedica una sección al teatro latinoamericano.

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Por Hilda Cabrera

t.gif (862 bytes) Invitados con cuatro obras al célebre Festival de Avignon, a los integrantes de El Periférico de Objetos no les basta celebrar este reconocimiento y festejar los diez años del grupo. Una década en la que se impusieron investigar en “la periferia de lo canonizado”. A esta retrospectiva que presentan en el marco del Festival –y que en agosto se podrá ver en El Callejón de los Deseos y en Babilonia–, se suma un nuevo proyecto de alcance internacional. Generadores de nuevas y fascinantes técnicas de relación entre actores y muñecos, y de atmósferas escénicas de rara y siniestra poesía, los “periféricos” trabajan desde hace poco más de un año en una ópera que se estrenará en Bruselas, producida por el Künsten des Arts Festival. Se trata de una obra basada en madrigales del renacentista Claudio Monteverdi (1567-1643), entre otros El combatimento de Tancredo y Clorinda.
En cuanto a la retrospectiva de Avignon, han elegido espectáculos que, según Daniel Veronese, Ana Alvarado y Emilio García Wehbi (fundadores del grupo) “marcan cuatro etapas bien diferenciadas”. La muestra tiene programados para los días 21, 22 y 23 las presentaciones de Zooedipous (l998) y El hombre de arena (1992), y para el 26, 27 y 28 las de Máquina Hamlet (1995) y Variaciones sobre B (1991). Estos espectáculos cierran un festival que este año dedica una sección a Latinoamérica, y en el que Argentina participa con éstos y otros espectáculos (ver recuadro). Los “periféricos” dicen no haber introducido modificaciones en las obras: “Tenemos videos y los ensayamos tal como están ahí”, puntualiza Veronese (dramaturgo, director y actor-manipulador) en diálogo con Página/12, junto a García Wehbi y Alvarado.
–¿No los tienta introducir alguna variante?
Veronese: No, porque esos espectáculos son nuestra historia, aunque ahora los veamos de diferente manera, y alguno nos parezca conceptualmente ingenuo comparado con Zooedipous. Ubu Rey (una obra de 1989 que no está en esta retrospectiva, como tampoco Circonegro, de 1996), por ejemplo, es parte de nuestra etapa de titiriteros, y Variaciones sobre B (por Beckett) tiene zonas que hoy trabajaríamos de otra forma, pero son reflejo de lo que pensábamos.
García Wehbi: La única posibilidad sería hacer una nueva puesta. Una relectura total, pero no tenemos ganas ni tiempo. Si nos pusiéramos a reelaborar el pasado desanudaríamos los proyectos que vienen.
Alvarado: Si la composición del grupo hubiera cambiado mucho tal vez no nos gustaría hacer las obras igual que entonces. Es cierto que falta uno de los actores que nos acompañó al comienzo, pero las cabezas seguimos siendo nosotros.
Veronese: Vamos a ver qué pasa con el público, porque el grupo recién se hizo conocido con Cámara Gesell (1994) primero y después con Máquina Hamlet.
Alvarado: Que es por su repercusión un fenómeno dentro del teatro de investigación que se hace en Buenos Aires. Este año cumple su quinta temporada, y de ellas la tercera y la cuarta llevaron el cartelito de “No hay más localidades”.
García Wehbi: Es una lástima que Cámara Gesell no haya entrado en la retrospectiva de Avignon, porque para nosotros es un espectáculo gozne. Ahí nos desprendimos en parte del vínculo con los muñecos y nos abrimos a otras zonas.
–¿Lo dicen por la inclusión de un actor no manipulador?
García Wehbi: Y por utilizar un dispositivo escénico un poco más elaborado y más grande, que no estaba limitado por el cuerpo del actor y su posibilidad de manipulación. En El hombre de arena, la caja grande de 3metros por uno y medio era el límite para los cuatro manipuladores. En Cámara... había alguien más...
–¿Lo sentían como una intromisión?
Veronese: No, como una necesidad. Laura Yusem, que de ella se trata, realizaba un trabajo corporal semejante al que ejecutan los manipuladores, además de darnos una mano como directora. En ese espectáculo nos despegamos del “egocentrismo objetal”, confrontando con un objeto el cuerpo de alguien que no manipula. Fue una experiencia única, en la cual los manipuladores resultaban absolutamente neutros.
Alvarado: La intención es salir del rol de titiriteros y convertirse en otra cosa. En Cámara... no abandonamos los muñecos pero incluimos el cuerpo. Tratamos de sumar.
–¿Cuál sería hoy la apertura?
García Wehbi: No tenemos certezas, por eso no hablamos de cerrar etapas sino de agregar experiencias. Con la propuesta del Künsten des Arts nos aventuramos en un terreno donde predomina lo sonoro. Habrá cantantes, una orquesta numerosa, y tendremos que aprender otros vínculos.
Veronese: El director musical es Gabriel Garrido, que es argentino pero trabaja en Ginebra y tiene prestigio como estudioso de la obra de Claudio Monteverdi.
Alvarado: El hecho de que el Festival nos haya propuesto esta participación se debe al seguimiento que hacen los organizadores. Nos vieron acá y en el Festival de Bogotá en 1994. Ellos participaron de la producción de Zooedipous.
–¿Qué proponen para esta ópera?
Veronese: Preferimos no adelantar nada. Podrían copiarnos. Llevamos un año y medio trabajando en esto. Ahora entramos en la etapa “de mesa”.
–¿Qué aspecto de la obra de Monteverdi sienten cercano al grupo?
Veronese: Creo que fundamentalmente los conceptos de erotismo y combate, de amor y muerte, que son temas constantes en nuestro trabajo.
Alvarado: Su concepto de la ira es también muy afín a nuestro grupo. Cuando hicimos la elección de los materiales nos apoyamos especialmente en los que desarrollaban esta temática.
García Wehbi: Nos interesa también el universo histórico del barroco, que se emparienta con nuestra época por la incertidumbre y la falta de utopías. En ese momento, el ser humano toma conciencia de que no es el centro del universo. Hoy sucede algo parecido. Los creadores no tienen otra posibilidad que la de pensar el arte como un gran interrogante. Nuestro trabajo va a partir de ese lugar de incertidumbre que tan bien expresaron los maestros del barroco.

 

El resto del contingente

El Festival de Avignon, que se inicia hoy y culmina el 31 de julio, dedica este año un lugar al teatro de Latinoamérica. Argentina participa de esta edición con ocho espectáculos. Además de El Periférico de Objetos, han sido invitados otros cuatro grupos. El Sportivo Teatral que dirige el actor y director Ricardo Bartís mostrará El Pecado que no se puede nombrar, una pieza con dramaturgia del mismo Bartís sobre textos y personajes de Roberto Arlt, extraídos básicamente de las novelas Los siete locos y Los Lanzallamas. La Compañía Recuerdos son Recuerdos lleva su show musical Glorias porteñas, interpretado, entre otros, por Soledad Villamil y el premiado Brian Chambouleyron (guitarrista). Poroto, de Eduardo Pavlovsky, se verá entre el 15 y el 21, dirigida por Norman Briski. Durante esos días se exhibirá la película “La Nube”, de Pino Solanas, protagonizada por Pavlovsky (premiado por este trabajo en el Festival de Biarritz) y se realizará un taller sobre Potestad. Completando la presentación, la actriz Marilú Marini (argentina radicada en Francia) leerá en francés Telaraña, a manera de anticipo de un próximo montaje. En el cierre la coreógrafa Ana María Stekelman y su compañía Tangokinesis, ofrecerán Tango, vals, tango, una refundición de coreografías de Stekelman sobre temas musicales clásicos, valses latinoamericanos y tangos, entre otros de Astor Piazzolla.

 

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