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La ópera que anticipa a Hitchcock
vuelve el domingo al Teatro Colón

“La Bohème”, de Giacomo Puccini, además de ser una de las obras más populares, funciona como  ensayo acerca de las leyes del drama musical.

Giacomo Puccini: un excepcional talento melódico.
Mirella Freni es una leyenda del canto, todavía activa.

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Por Diego Fischerman

t.gif (862 bytes) Si fuera necesaria una sola prueba de la genialidad de La Bohème bastaría con el momento en que la música que identifica a Mimí, la protagonista, hace su aparición. Aún no se sabe nada del personaje; los bohemios deciden ir a festejar que uno de ellos consiguió algo de dinero enseñándole a cantar al loro de un burgués. Rodolfo dice entonces que él no irá, que prefiere quedarse en la buhardilla, y suena el tema de amor. La manera en que allí la música anticipa a la acción, la forma en que el oyente es avisado de que pasará algo importante a partir de la decisión aparentemente intrascendente de Rodolfo, tiene el mismo efecto que mucho después lograría Alfred Hitchcock en el cine. El alcance emotivo de una escena descansa, en ambos casos, en una suerte de previsibilidad relativa. Como demostró Hitchcock y Puccini intuyó de manera brillante, una sorpresa, para ser contundente, debe estar precedida por algún signo.
Escrita a finales del siglo pasado, esta ópera se convirtió con rapidez en una de las más populares del repertorio. En su autobiografía, Heinrich Mann cuenta, por ejemplo, cómo conoció por primera vez la música de Puccini: “Hubo algo que hizo inolvidable ese día de noviembre de 1900. Iba en la plataforma de un lentísimo tranvía de caballos, de Florencia a Fiesole. hacía ese viaje todos los días, a veces en tranvía y a veces a pie, pero ese día en particular, había un órgano callejero que tocaba música de Puccini”. Lo que Mann escuchó fue el aria “Che gelida manina”, del primer acto de La Bohéme, estrenada apenas tres años antes y ya transformada en música callejera. Porque además de su valor como ensayo acerca de las leyes del drama musical, de una orquestación fascinante y de su interés como emergente de una época, esta ópera de Puccini revela un talento melódico difícil de igualar.
Con la participación de la legendaria Mirella Freni como la protagonista y del tenor argentino Luis Lima como Alfredo, La Bohème será repuesta este domingo en el Teatro Colón. La régie será de Grischa Asagaroff y la dirección musical de Mario Perusso. Esta ópera, basada en un libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa basado en Scènes de la vie de Bohème de Henri Murger –un ejemplo casi puro de naturalismo literario– subirá a escena en un total de siete funciones (además de la del estreno, serán el martes 13, el viernes 16, el domingo 18, miércoles 21, sábado 24 y domingo 25). Con escenografía e iluminación de Enrique Bordolini y vestuario de Imme Möller, el resto del elenco estará conformado por Paula Almerares -en el papel de Musetta–, Luis Gaeta, Erwin Schott y Gustavo Gibert. En la última función (abono para estudiantes) los protagonistas serán reemplazados por Mónica Ferracani, Eduardo Ayas y María Bugallo.

 


 

Música para sobrevivientes

t.gif (862 bytes) Este lunes, la Filarmónica de Buenos Aires, conducida por Franz Paul Decker, dará un concierto en su ciclo del Teatro Colón con un programa sumamente interesante. La obra de fondo será El sobreviviente de Varsovia de Arnold Schönberg, apenas un poco más de siete minutos para lograr una de las composiciones más impactantes de la historia de la música. Un texto en inglés, que cuenta los horrores en el gueto de Varsovia durante la ocupación nazi, es interrumpido cerca del final por un coro que canta en hebreo “Escucha Israel”. Escrita en 1947 sobre un libreto propio, en la época en que Schönberg daba clases de composición en Los Angeles (a John Cage y Milton Babbitt entre otros), esta composición está instrumentada para narrador (que será Luis Gaeta) coro masculino (en este concierto participará un coro de cantores de sinagoga) y orquesta. Escrita con el “método de composición en doce tonos” (así llamaba su autor a esta técnica que después fue bautizada como dodecafonismo), esta composición es uno de los ejemplos más claros de cómo la máxima expresividad se entroncaba con el rigor constructivo más absoluto para quienes se sentían herederos de la gran tradición austroalemana. En el mismo programa se estrenará la obra Ana Frank, un símbolo de Jorge Cervelló, (con Mónica Philibert), y la versión completa de la música incidental para Egmont compuesta por Ludwig van Beethoven.

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