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15 mil palos al bolsillo empresario Por Maximiliano Montenegro
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![]() Todos los años, el producto generado por los argentinos se mete en el bolsillo de la gente en forma de ingresos. Los nuevos cálculos oficiales del PIB (Producto Interno Bruto) permiten determinar cuánto de la torta del ingreso va al bolsillo de los trabajadores y cuánto termina a manos de los empresarios en concepto de ganancias. Cuatro años más tarde, la torta a repartir entre el sector privado se había agrandado hasta los 257.321 millones de pesos. Pero entonces los empresarios acaparaban ya el 62,8 por ciento (161.540 millones) y los asalariados habían acotado su participación al 37,2 por ciento (95.780 millones). O sea que, en cuatro años, los trabajadores resignaron 5,8 puntos del ingreso total. De haberse mantenido el mismo patrón distributivo que en 1993 los trabajadores deberían haber recibido casi 15 mil millones de pesos más de lo que obtuvieron. Esa suma extra fue a parar a la billetera de los empresarios. De otro modo: ![]() ![]() ![]() El presidente Menem directamente niega el aumento de la concentración económica durante su gobierno, aunque una vez más las propias cifras oficiales lo confirmen. Ante estos nuevos datos, Roque Fernández se preguntaría, ¿qué problema hay, si la torta se agrandó para todos? Hace unas semanas apeló a su ejemplo favorito: Si Bill Gates no existiera habría menos desigualdad, pero los pobres de la Argentina no podrían disfrutar de una computadora en las escuelas rurales, explicó, convencido. Carola Pessino, la asesora dilecta del ministro, agregaría: Puede que la distribución se deteriore, puede haber más Bill Gates, pero también los pobres pueden aumentar en términos absolutos su ingreso. Desde el punto de vista del bienestar social, todos están mejor. Solamente si envidiaran a Bill Gates, a los ricos (los pobres) podrían sentirse peor. Pero la teoría de la envidia no es importante ni valedera. Aunque parezca mentira, recurrió a este argumento en un reportaje reciente con Página/12. Ni los economistas de la Alianza ni los de Duhalde están enterados de las cifras que hoy publica este diario. Quien las comentó, preocupado, durante una selecta reunión con hombres de negocios, fue el consultor Miguel Angel Broda, el mismo que hoy podría estar sentado en el lugar de Roque, si no hubiera tardado en responder cuando Menem le ofreció reemplazar a Domingo Cavallo. El gurú número uno de la city es del mismo palo ideológico de Fernández y de Carola. Nadie que lo conociera podría imaginárselo lagrimear por la miseria o la inequidad social, en especial ante un auditorio de banqueros. Sin embargo, Broda cree que semejante transferencia de ingresos de los trabajadores a los Broda explica, además, que la tensión social no es producto de la envidia, como diría Carola, como resultado de un sector que está muchísimo mejor a costa de otro que apenas está un poquito mejor. En conjunto, los trabajadores tienen un poco más de ingreso que antes, aunque durante los años 95 y 96 la masa de recursos a repartir entre ellos se contrajera mientras aumentaba para los empresarios (ver cuadro). Pero la brutal transferencia de ingresos en favor de los capitalistas también ha dejado a una enorme franja de trabajadores de menores recursos en una situación mucho peor que antes, sin necesidad de compararse con nadie. Así, las cifras oficiales muestran que el ingreso real (medido contra la evolución de los precios al consumidor) del décimo más pobre de la población cayó en el período 94/98 un 21 por ciento. El poder adquisitivo del 40 por ciento de la población de clase media baja, en tanto, se contrajo un 7 por ciento.
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