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PANORAMA ECONOMICO

15  mil palos al bolsillo empresario

Por Maximiliano Montenegro

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t.gif (862 bytes)  No es muy difícil entender la emoción que embarga a gerentes de multinacionales, empresarios y banqueros, cuando, como sucedió esta semana durante la apertura de la asamblea de la Asociación de Bancos Argentinos, Carlos Menem pronuncia, ya en tono de despedida, discursos de barricada en defensa del modelo. Tampoco resulta extraño que, puertas afuera, las manifestaciones de trabajadores precarizados, subempleados y desocupados, pidiendo una red de contención en la caída, se multipliquen. Pero nada explica mejor esos dos estados de ánimos contrapuestos que el impresionante traspaso de ingresos de los trabajadores a manos de los empresarios ocurrido en la era menemista. Según un estudio, basado en las nuevas cuentas nacionales estimadas por el Ministerio de Economía, al que tuvo acceso Página/12, sólo entre 1993 y 1997 los asalariados perdieron 15 mil millones de pesos que fueron a engrosar las ganancias patronales.
Todos los años, el producto generado por los argentinos se mete en el bolsillo de la gente en forma de ingresos. Los nuevos cálculos oficiales del PIB (Producto Interno Bruto) permiten determinar cuánto de la torta del ingreso va al bolsillo de los trabajadores y cuánto termina a manos de los empresarios en concepto de ganancias.
Image1.JPG (32734 bytes)De acuerdo con la información oficial, en 1993, el PIB a precios básicos, sin contar los impuestos, fue de 208.309 millones de pesos. De los cuales, el 57 por ciento (118.756 millones) fue embolsado por los empresarios y el 43 por ciento (89.552 millones) restante quedó para los trabajadores. Nótese que este cálculo se realiza en base a información censal y es mucho más abarcativo que la encuesta de ingreso de los hogares que releva el Indec dos veces al año.
Cuatro años más tarde, la torta a repartir entre el sector privado se había agrandado hasta los 257.321 millones de pesos. Pero entonces los empresarios acaparaban ya el 62,8 por ciento (161.540 millones) y los asalariados habían acotado su participación al 37,2 por ciento (95.780 millones). O sea que, en cuatro años, los trabajadores resignaron 5,8 puntos del ingreso total. De haberse mantenido el mismo patrón distributivo que en 1993 los trabajadores deberían haber recibido casi 15 mil millones de pesos más de lo que obtuvieron. Esa suma “extra” fue a parar a la billetera de los empresarios.
De otro modo:
ron2.gif (93 bytes) El producto, la torta, se expandió 49.012 millones de pesos.
ron2.gif (93 bytes) Las ganancias de los empresarios engordaron 42.784 millones de pesos, es decir, un 36 por ciento. Los ingresos de los trabajadores, en tanto, se incrementaron sólo 6228 millones de pesos, esto es, apenas un 7 por ciento.
ron2.gif (93 bytes) Si el reparto no se hubiera vuelto tan desigual, los empresarios deberían haber engullido 15 mil millones menos y los trabajadores ese monto de más.
El presidente Menem directamente niega el aumento de la concentración económica durante su gobierno, aunque una vez más las propias cifras oficiales lo confirmen. Ante estos nuevos datos, Roque Fernández se preguntaría, ¿qué problema hay, si la torta se agrandó para todos? Hace unas semanas apeló a su ejemplo favorito: “Si Bill Gates no existiera habría menos desigualdad, pero los pobres de la Argentina no podrían disfrutar de una computadora en las escuelas rurales”, explicó, convencido.
Carola Pessino, la asesora dilecta del ministro, agregaría: “Puede que la distribución se deteriore, puede haber más Bill Gates, pero también los pobres pueden aumentar en términos absolutos su ingreso. Desde el punto de vista del bienestar social, todos están mejor. Solamente si envidiaran a Bill Gates, a los ricos (los pobres) podrían sentirse peor. Pero la teoría de la envidia no es importante ni valedera”. Aunque parezca mentira, recurrió a este argumento en un reportaje reciente con Página/12. Ni los economistas de la Alianza ni los de Duhalde están enterados de las cifras que hoy publica este diario. Quien las comentó, preocupado, durante una selecta reunión con hombres de negocios, fue el consultor Miguel Angel Broda, el mismo que hoy podría estar sentado en el lugar de Roque, si no hubiera tardado en responder cuando Menem le ofreció reemplazar a Domingo Cavallo. El gurú número uno de la city es del mismo palo ideológico de Fernández y de Carola. Nadie que lo conociera podría imaginárselo
lagrimear por la miseria o la inequidad social, en especial ante un auditorio de banqueros.
Sin embargo, Broda cree que semejante transferencia de ingresos de los trabajadores a losImage2.JPG (30759 bytes) empresarios explica, en buena medida, el malestar social con el modelo. Y asegura que la temperatura social irá in crescendo todavía más en los próximos meses, como prenuncia en las últimas semanas la multiplicación de marchas, paros y protestas en las calles.
Broda explica, además, que la tensión social no es producto de la “envidia”, como diría Carola, como resultado de un sector que está muchísimo mejor a costa de otro que apenas está un poquito mejor. En conjunto, los trabajadores tienen un poco más de ingreso que antes, aunque durante los años ‘95 y ‘96 la masa de recursos a repartir entre ellos se contrajera mientras aumentaba para los empresarios (ver cuadro). Pero la brutal transferencia de ingresos en favor de los “capitalistas” también ha dejado a una enorme franja de trabajadores de menores recursos en una situación mucho peor que antes, sin necesidad de compararse con nadie.
Así, las cifras oficiales muestran que el ingreso real (medido contra la evolución de los precios al consumidor) del décimo más pobre de la población cayó en el período 94/98 un 21 por ciento. El poder adquisitivo del 40 por ciento de la población de clase media baja, en tanto, se contrajo un 7 por ciento.

 

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