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Escenas de vida familiar
Por Juan Gelman


na36fo01.gif (48161 bytes)t.gif (862 bytes) El sumario militar instruido por orden del general Arturo Gumersindo Centeno, comandante de la IV Brigada de Infantería Aerotransportada con asiento en Córdoba (Letra: 4I7, Nro: 0035, Cde: 1; carpeta 10720, expediente 80739, del Archivo Judicial del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas), no sólo patentiza la responsabilidad mediata del entonces capitán Eduardo Rodolfo Cabanillas y del hoy coronel (R.) Rubén Víctor Visuara (alias Del Viso) en el asesinato de mi hijo, la desaparición de mi nuera y el robo de su bebé nacido en cautiverio: además arroja una luz insólita sobre la peculiar concepción de la familia que tenían los jefes y oficiales del Ejército argentino relacionados con Automotores Orletti.
Por ejemplo. Al “desactivarse” Orletti a fines del ‘76, Aníbal Gordon organiza una cena en Los Años Locos, un carrito de la Costanera, para despedir al general Otto Paladino por su pase a retiro, y al mayor Calmon y el capitán Cabanillas por su incorporación a los cursos de la Escuela Superior de Guerra. El último declina los nombres de los asistentes en la foja 147 del sumario: “el señor General PALADINO, jefe de la SIDE; el Teniente Coronel VISUARA, el Teniente Coronel NIETO MORENO, Jefe del servicio de Contrainteligencia de la SIDE; el Mayor CALMON, de la OT dieciocho (Orletti); Oficiales del Ejército Uruguayo y Chileno que estaban ‘en comisión’ (sic) en la SIDE (Operación Cóndor); y además personal civil contratado y orgánico de la SIDE que cumplía tareas en la OT dieciocho a quienes sólo conocía por nombres de guerra tales como ANIBAL, ZAPATO, GALLEGO, PAQUI, CORNALITO, PUMA, LEON, PAJARO, DONDIN, y otros. También había oficiales de la Policía Federal que trabajaban en la SIDE. La mayoría de ellos concurrieron con sus respectivas señoras esposas”. Todo un festejo. Y asoma la escena imaginada de una de las señoras diciendo: “Señor Zapato, ¿me pasa la sal, por favor?”.
El capitán Cabanillas agrega: “Se hallaba presente también el Mayor HUBERT, como invitado del deponente, acompañado de su señora esposa”. El mayor Alberto Juan Hubert –padrino de un hijo del capitán Cabanillas y a la recíproca– es el indiciado en el sumario militar por “Participación criminal en el delito de extorsión” y “Encubrimiento”. Gordon y su banda habían secuestrado en Buenos Aires al cambista Pedro León Zavalía, lo habían trasladado a Córdoba y exigían un millón de dólares por su rescate. El mayor Hubert, que había conocido a Gordon en la cena de marras, le consiguió en alquiler la casa del barrio cordobés Las Carolinas, donde mantenían al cautivo custodiado por cinco hombres de la banda que se relevaban periódicamente. Se trataba –era la versión– de un “secuestro patriótico” relacionado con el caso Graiver y todos los secuestradores exhibían credenciales de la SIDE. El operativo aborta por la intervención del general Camps –motivada por razones ciertamente ajenas a la defensa de los derechos humanos–, entonces jefe de policía de la provincia de Buenos Aires.
El agente de la SIDE César Estanislao Albarracín (alias Aragón) declara (5-8-77, foja 54) que “este Jefe (Hubert) se presentó en la casa (de Las Carolinas) ... recordando que en una oportunidad el Mayor Uber (sic) lo hizo acompañado de su esposa, cenando con los moradores de la vivienda por cuanto en esa oportunidad habían (sic) llevado el matrimonio algunas empanadas”. El agente de la SIDE Enrique Osvaldo Escobar (alias Ricardo Burgos, alias Tito) ratifica el hecho en su declaración del 5-8-77 (foja 56). El integrante de la banda de Gordon, Honorio Carlos Martínez Ruiz (alias Pájaro) testimonia el 22-11-78 (reverso de foja 410) que “también recuerda la presencia en la vivienda del Mayor HUBERT, recuerda que en una oportunidad se apersonó acompañado de su señora esposa con motivo del cumpleaños del declarante”. El ya coronel Horacio Oscar Lullo, jefe del Grupo de Artillería Aerotransportada 4 (GA Aerot 4) de la que el mayor Hubert era el jefe de operaciones, añade un detalle que intriga: en su testimonio del 2-11-79 (reverso de foja 567) declara que el general Centeno, a quien entrevista “para una opinión favorable respecto al caso del mayor Hubert”, le “habría expresado que él tenía conocimiento que la señora del mayor HUBERT habría estado en la vivienda donde estaba secuestrado el señor ZAVALIA y que habrían escuchado su voz preguntando sobre su recompensa. Asimismo, el señor Comandante le manifestó que consideraba que por razones de ética tal vez no fuera oportuno involucrar a la señora esposa del mencionado Jefe”. El mayor Hubert también había llevado a su hijo, y en otra ocasión a su padre, a la vivienda donde estaba el secuestrado (testimonio del 17-10-77, foja 92).
El juez de instrucción, teniente coronel Angel Renée Médici, indica en el sumario que eleva al general Centeno (junio del ‘78, foja 333) que: “A partir del 15 Jun 77 (fecha del traslado a Córdoba del secuestrado) se advierte un movimiento continuo en la casa de Barrio Las Carolinas, que un ir y venir de personas eran constantes, las reuniones de personas se hicieron frecuentes; en una oportunidad invitaron al personal de GA Aerot 4 a un almuerzo, en otra circunstancia fueron invitados a cenar en compañía de sus Esposas (sic por la mayúscula), se advertía la presencia de mujeres y chicos, especialmente los días sábados y domingos; que ninguna actividad de la casa hacía presumir la existencia de un ilícito. Ver fojas 5, 9, 37, 38 a 43, 14, 17, 70, 71, 31 a 36”. La escena –guardando todas las distancias– evoca una de “La vida es bella”: la visita de niños alemanes al campo de concentración. El mayor Guillermo Ramón Freytes, auditor del sumario, expresa cierto asombro en su dictamen Nro 3029 (foja 355): “No deja de llamar la atención la presencia de los citados Oficiales, para cenar en compañía de sus esposas, en una ‘casa operativa’ ocupada por integrantes de la SIDE, conocidos sólo por su nombre de guerra”. La sal, por favor, señor Zapato.
La cadena militar de mandos de la SIDE que ordenaba tareas represivas a Gordon y su banda, ¿ignoraría sus inocultables otras actividades delictivas, en las que participaban agentes civiles de la SIDE? En todo caso, el capitán Cabanillas, el mayor Hubert, el entonces teniente coronel Visuara y otros jefes y oficiales del Ejército argentino no dudaban en llevar a sus esposas a cenar con delincuentes comunes. El mayor Hubert fue absuelto por un Consejo de Guerra en 1980, pese a que el auditor militar había señalado en su dictamen que aquél “ha intervenido en ‘forma directa’ en diversos hechos del ilícito continuado”. A pesar de que reconoció su pertenencia a la OT 18, el general Cabanillas fue absuelto por un Tribunal de Honor del Ejército sin más trámite. Son curiosas y aun notables las variantes del honor.

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