Por Jonathan Romney Desde Londres En el lobby del Festival Hall
de Londres, Nick Cave mira de reojo y con disgusto una serie de volantes anunciando el
festival de Meltdown. Con Nick, dicen los anuncios. Escaleras arriba, en una
sala soleada, Cave se encoge de hombros y manosea los cigarrillos que saca del atado,
nervioso. No sabía que sería así, dice, incómodo. Mi cara está por
todas partes, y yo no hice nada para merecerlo. Detesto ser una estrella de rock.
Habla como si se hubiera visto en un anuncio con la leyenda buscado. Y hubo un
tiempo en que, haciendo una extrapolación de sus canciones sangrientas, culpables,
aterradoras y siempre en primera persona, podría haber aparecido en uno. Pero de hecho,
éste es un espectáculo mucho más extraño aún: el de una estrella de rock modesta.
Cave afirma que no hizo demasiado para contribuir con la temporada del Meltdown de este
año, en South Bank, de Londres. Sólo compiló una lista de nombres, hizo algunas
llamadas, fue a un par de reuniones. Meltdown es un festival en el que figuras
fundamentales de la música (tales como Elvis Costello, Laurie Anderson o John Peel)
programan una serie de conciertos y eventos según su gusto personal. Una de las postales
que sólo una ciudad como Londres, por un lado tan cool y por otro tan aristocrática,
puede ofrecer. La idea es que los grandes pueden mostrar, programando, sus entusiasmos y
obsesiones personales al público. A veces las elecciones se adecuan a lo que uno podría
imaginar como el gusto personal del curador. Por ejemplo, Cave programó a la temible e
impredecible grande dame Nina Simone, y un tributo de estrellas a Harry Smith, cineasta
experimental, alquimista de la Beat Generation y recopilador folk (bajo la guía del
empresario vanguardista neoyorquino Hal Willner). Pero en general hay sorpresas, y este
año los fans de Cave se confundirán tratando de encontrar las afinidades entre su
sombrío héroe y el otro gran embajador de Australia, Sir Les Patterson, el alter ego de
Barry Humphries.
Hojeando su cuaderno de notas de Meltdown, Cave explica que estas elecciones no son tanto
un autorretrato como la lista de deseos de una persona curiosa, feliz de tomarse un tiempo
libre de sus propias actividades. Aunque fue bastante presionado para que abriera la
temporada con un recital de los Bad Seeds, su fantástico grupo, centro de un culto
mundial. No quería hacerlo al principio, pero me lo sugirieron tan cortésmente ...
Lo que me atrajo de Meltdown fue la posibilidad de seleccionar a gente que conocía, que
había visto, y gente que no, explica. Me encanta saber que voy a escuchar la
música de Arvo Paert en vivo, cosa que nunca tuve la oportunidad de hacer. Nunca vi un
show de Nina Simone tampoco. Mi trabajo está muy influenciado por el de otros artistas, y
ésta es una manera de mostrarme de dónde salen mis cosas.
No tiene mucha idea acerca de en qué acaba de meterse. Por ejemplo, le dio carta blanca a
su amigo y eterno Bad Seed Blixa Bargeld (veterano además de la banda demolicionista
alemana Einsturzende Neubauten), que va a ejecutar dos performances de su autoría, aunque
Cave no sabe de qué se tratan. Me las explicó un par de veces, pero la verdad es
que no entendí una palabra. Mucho de lo que se verá en la temporada, admite Cave,
es trabajo de amigos o recomendaciones. Uno de los principales fue Geoff Cox, un
esteta de excelencia subversiva. Esa subversión es la que le da forma a la
programación de cine, aunque no pudo ir tan lejos como hubiera querido. No se verán, por
ejemplo, dos programas que había ideado: la proyección de Moloch, el nuevo film acerca
de Hitler del ruso Aleksandr Sokurov, acompañado por la película favorita de Hitler,
Blancanieves y los Siete Enanitos. Ni tampoco Au Hassard Balthasar, el film de Robert
Bresson que cuenta la historia del martirio de un asno, acompañado por Dumbo
de Disney. Disney es famoso por resistirse a programaciones creativas que
incluyan cualquier film de su catálogo.
Una motivación de la programación fue, para Cave, demostrar que la subversión puede
existir en instancias tan poco predecibles como las plácidas superficies musicales del
compositor religioso de Estonia, Arvo Paert. No sé si comprendo de lo que se trata
su música dice Cave, pero escucharla cambia mi composición química. Me
moviliza, más que cualquier otra música que conozca. Quiero demostrar que la música
subversiva no es necesariamente oscura o underground, no necesariamente tiene que estar
bajo el manto de la maldad o de la oscuridad. La oscuridad, claro, tendrá su
aparición, porque el concierto de Paert está precedido por los salvajes y abrasivos
Dirty Three, cuyo violinista (y también Bad Seed) Warren Ellis parece estar conectado con
Paganini. Disfruto tanto la idea de que una audiencia de académicos tenga que
soportar a Dirty Three ..., cuenta.
El ítem más amorfo de la programación es una noche de lecturas llamada Sagrado y
Profano, donde varios artistas invitados leerán pasajes a elección relacionados
con el título del evento. Pero Cave todavía no tiene una idea clara de quiénes
participarán. Todo lo que tiene por el momento es una lista en su cuaderno que incluye
como casi seguros a Shane Mc Gowan (amigo, poeta maldito irlandés,
alcohólico, ex cantante de los míticos The Pogues), Jarvis Cocker (cantante de la banda
de brit pop Pulp) y Susie Bick, alguna vez musa de la pasarela de Vivien Westwood, hoy
pareja de Cave. El resto de la lista, los menos probables, es una suerte de ensayo
dadaísta: Pd James, Isabelle Adjani, Wim Wenders, Mark. E. Smith ... Pero lo más duro de
las noches de lecturas de Meltdown será responsabilidad de Billie Whitelaw y su Noche con
Samuel Beckett. Cave espera que Whitelaw repita su famosa performance de Not
I, el notorio y agotador monólogo para una boca sin cuerpo, en la oscuridad.
Cuando tenía 20 años, mi vida estaba basada en las novelas de Beckett,
explica Cave. Las leía todo el tiempo la primera vez que vine a Londres. No creo
que haya ayudado mucho se ríe, pero creo que le dio cierto halo romántico a
mi vida en aquel momento, cuando básicamente dormía en un catre podrido en alguna casa
tomada. Cave posee un currículum extra musical mucho más variado que el de la
mayoría de sus pares: papeles en cine, y producción de bandas de sonido instrumentales,
en 1989 una novela intensa, And The Ass Saw The Angel, y más recientemente su
reinvención como ensayista, con textos sobre canciones de amor, la Biblia y su propio
pasado.
El año pasado fue uno de los autores convocados por la editorial escocesa Canongate para
escribir una introducción a los libros del Nuevo Testamento. El resultante ensayo acerca
de El Evangelio según San Marcos es una mezcla de confiadas exégesis textuales con
amargas reminiscencias personales. También llevó sus encuentros con la fe a la radio
cuando la BBC le pidió un texto, al que llamó The Flesh Made Word (La Carne
hecha Palabra/Verbo). Este extiende sus reminiscencias a sus días con The Birthday Party,
su rabiosa primera banda. Cave ofrece una imagen burlona y profética (y despreciativa) de
sí mismo en aquella época: ¡Inundaciones, fuego y sapos emergían de mi garganta!
Yo era el canalizador de un Dios que hablaba un lenguaje escrito con bilis y
vómito.
El momento más emotivo de este monólogo es el recuerdo del padre de Cave, un maestro y
aspirante a escritor que guardaba muchas novelas inconclusas en su escritorio. Cave padre
introdujo a su hijo en los tempestuosos placeres de la literatura, leyendo en voz alta
fragmentos de Dostoievski y Nabokov y grandes pasajes sangrientos de Tito
Andrónico de Shakespeare. Cave sintió que ese conocimiento prohibido le era transmitido.
Lo que mi padre encontraba en su amada literatura escribe Cave, era a
Dios. Cave se sometió obsesivamente a sus necesidades literarias en los 80,
cuando se aisló tres años en un departamento en el distrito de Kreuzberg, Berlín, y
escribió la barroca fuga verbal que hasta el momento es su única novela And The Ass Saw
the Angel (Y el Asno vio al Angel), un apocalipsis lingüístico ambientado en
el Sur Profundo de Estados Unidos.
Cave recuerda a este período como uno de los más excitantes de su vida y uno de
los más extraños. No es algo que tenga fuerzas para hacer de nuevo. Sacrifiqué todo por
escribir. Y me sigo preguntando si fue necesario, o si el libro hubiera sido mucho mejor
si, por ejemplo, hubiera dormido un poco más. Todo lo que recuerdo de ese período es que
escribía y me sentaba a leer la Biblia. Por supuesto, esto está relacionado con la droga
que consumía en ese momento, speed. Los rumores acerca de una segunda novela están
al día, pero son falsos, dice Cave. Tiene una idea que le da vueltas en la cabeza, sobre
todo tarde a la noche, pero nunca llegó tan lejos como para sentarse a escribirla. De
hecho, se está reconciliando por fin con la naturaleza de su talento, y renunciando a
algunos de los sueños que heredó de su padre. Durante años estuve insatisfecho
con mi rol de cantante en una banda. Siempre tuve designios más grandiosos. Secretamente
odiaba ser un músico de rock, y todo lo que representaba. Pero pasaron los años, y esa
sensación cambió completamente. Creo que trabajar como cantante y músico es lo más
honorable que puedo hacer. En este momento me siento cada vez más satisfecho de escribir
canciones, y de a poco abandono mis otras aspiraciones.
Traducción de Mariana Enriquez
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