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EL MUSICO NICK CAVE PROGRAMO UN FESTIVAL DE ARTE EN LONDRES
“Detesto ser una estrella de rock”

El australiano es un músico de culto en la Argentina, donde sus actuaciones de  1997 se han ido convirtiendo en leyenda. Aquí, otro sorprendente perfil.

Nick Cave, estrella oscura.
Le asusta la popularidad.

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Por Jonathan Romney Desde Londres

t.gif (862 bytes) En el lobby del Festival Hall de Londres, Nick Cave mira de reojo y con disgusto una serie de volantes anunciando el festival de Meltdown. “Con Nick”, dicen los anuncios. Escaleras arriba, en una sala soleada, Cave se encoge de hombros y manosea los cigarrillos que saca del atado, nervioso. “No sabía que sería así”, dice, incómodo. “Mi cara está por todas partes, y yo no hice nada para merecerlo. Detesto ser una estrella de rock.” Habla como si se hubiera visto en un anuncio con la leyenda “buscado”. Y hubo un tiempo en que, haciendo una extrapolación de sus canciones sangrientas, culpables, aterradoras y siempre en primera persona, podría haber aparecido en uno. Pero de hecho, éste es un espectáculo mucho más extraño aún: el de una estrella de rock modesta.
Cave afirma que no hizo demasiado para contribuir con la temporada del Meltdown de este año, en South Bank, de Londres. Sólo compiló una lista de nombres, hizo algunas llamadas, fue a un par de reuniones. Meltdown es un festival en el que figuras fundamentales de la música (tales como Elvis Costello, Laurie Anderson o John Peel) programan una serie de conciertos y eventos según su gusto personal. Una de las postales que sólo una ciudad como Londres, por un lado tan cool y por otro tan aristocrática, puede ofrecer. La idea es que los grandes pueden mostrar, programando, sus entusiasmos y obsesiones personales al público. A veces las elecciones se adecuan a lo que uno podría imaginar como el gusto personal del curador. Por ejemplo, Cave programó a la temible e impredecible grande dame Nina Simone, y un tributo de estrellas a Harry Smith, cineasta experimental, alquimista de la Beat Generation y recopilador folk (bajo la guía del empresario vanguardista neoyorquino Hal Willner). Pero en general hay sorpresas, y este año los fans de Cave se confundirán tratando de encontrar las afinidades entre su sombrío héroe y el otro gran embajador de Australia, Sir Les Patterson, el alter ego de Barry Humphries.
Hojeando su cuaderno de notas de Meltdown, Cave explica que estas elecciones no son tanto un autorretrato como la lista de deseos de una persona curiosa, feliz de tomarse un tiempo libre de sus propias actividades. Aunque fue bastante presionado para que abriera la temporada con un recital de los Bad Seeds, su fantástico grupo, centro de un culto mundial. “No quería hacerlo al principio, pero me lo sugirieron tan cortésmente ... Lo que me atrajo de Meltdown fue la posibilidad de seleccionar a gente que conocía, que había visto, y gente que no”, explica. “Me encanta saber que voy a escuchar la música de Arvo Paert en vivo, cosa que nunca tuve la oportunidad de hacer. Nunca vi un show de Nina Simone tampoco. Mi trabajo está muy influenciado por el de otros artistas, y ésta es una manera de mostrarme de dónde salen mis cosas.”
No tiene mucha idea acerca de en qué acaba de meterse. Por ejemplo, le dio carta blanca a su amigo y eterno Bad Seed Blixa Bargeld (veterano además de la banda demolicionista alemana Einsturzende Neubauten), que va a ejecutar dos performances de su autoría, aunque Cave no sabe de qué se tratan. “Me las explicó un par de veces, pero la verdad es que no entendí una palabra.” Mucho de lo que se verá en la temporada, admite Cave, es trabajo de amigos o recomendaciones. Uno de los principales fue Geoff Cox, “un esteta de excelencia subversiva”. Esa subversión es la que le da forma a la programación de cine, aunque no pudo ir tan lejos como hubiera querido. No se verán, por ejemplo, dos programas que había ideado: la proyección de Moloch, el nuevo film acerca de Hitler del ruso Aleksandr Sokurov, acompañado por la película favorita de Hitler, Blancanieves y los Siete Enanitos. Ni tampoco Au Hassard Balthasar, el film de Robert Bresson que cuenta la historia del martirio de un asno, acompañado por “Dumbo” de Disney. Disney es famoso por resistirse a programaciones “creativas” que incluyan cualquier film de su catálogo.
Una motivación de la programación fue, para Cave, demostrar que la subversión puede existir en instancias tan poco predecibles como las plácidas superficies musicales del compositor religioso de Estonia, Arvo Paert. “No sé si comprendo de lo que se trata su música –dice Cave–, pero escucharla cambia mi composición química. Me moviliza, más que cualquier otra música que conozca. Quiero demostrar que la música subversiva no es necesariamente oscura o underground, no necesariamente tiene que estar bajo el manto de la maldad o de la oscuridad.” La oscuridad, claro, tendrá su aparición, porque el concierto de Paert está precedido por los salvajes y abrasivos Dirty Three, cuyo violinista (y también Bad Seed) Warren Ellis parece estar conectado con Paganini. “Disfruto tanto la idea de que una audiencia de académicos tenga que soportar a Dirty Three ...”, cuenta.
El ítem más amorfo de la programación es una noche de lecturas llamada “Sagrado y Profano”, donde varios artistas invitados leerán pasajes a elección relacionados con el título del evento. Pero Cave todavía no tiene una idea clara de quiénes participarán. Todo lo que tiene por el momento es una lista en su cuaderno que incluye como “casi seguros” a Shane Mc Gowan (amigo, poeta maldito irlandés, alcohólico, ex cantante de los míticos The Pogues), Jarvis Cocker (cantante de la banda de brit pop Pulp) y Susie Bick, alguna vez musa de la pasarela de Vivien Westwood, hoy pareja de Cave. El resto de la lista, los menos probables, es una suerte de ensayo dadaísta: Pd James, Isabelle Adjani, Wim Wenders, Mark. E. Smith ... Pero lo más duro de las noches de lecturas de Meltdown será responsabilidad de Billie Whitelaw y su Noche con Samuel Beckett. Cave espera que Whitelaw repita su famosa performance de “Not I”, el notorio y agotador monólogo para una boca sin cuerpo, en la oscuridad.
“Cuando tenía 20 años, mi vida estaba basada en las novelas de Beckett”, explica Cave. “Las leía todo el tiempo la primera vez que vine a Londres. No creo que haya ayudado mucho –se ríe–, pero creo que le dio cierto halo romántico a mi vida en aquel momento, cuando básicamente dormía en un catre podrido en alguna casa tomada.” Cave posee un currículum extra musical mucho más variado que el de la mayoría de sus pares: papeles en cine, y producción de bandas de sonido instrumentales, en 1989 una novela intensa, And The Ass Saw The Angel, y más recientemente su reinvención como ensayista, con textos sobre canciones de amor, la Biblia y su propio pasado.
El año pasado fue uno de los autores convocados por la editorial escocesa Canongate para escribir una introducción a los libros del Nuevo Testamento. El resultante ensayo acerca de El Evangelio según San Marcos es una mezcla de confiadas exégesis textuales con amargas reminiscencias personales. También llevó sus encuentros con la fe a la radio cuando la BBC le pidió un texto, al que llamó “The Flesh Made Word” (La Carne hecha Palabra/Verbo). Este extiende sus reminiscencias a sus días con The Birthday Party, su rabiosa primera banda. Cave ofrece una imagen burlona y profética (y despreciativa) de sí mismo en aquella época: “¡Inundaciones, fuego y sapos emergían de mi garganta! Yo era el canalizador de un Dios que hablaba un lenguaje escrito con bilis y vómito”.
El momento más emotivo de este monólogo es el recuerdo del padre de Cave, un maestro y aspirante a escritor que guardaba muchas novelas inconclusas en su escritorio. Cave padre introdujo a su hijo en los tempestuosos placeres de la literatura, leyendo en voz alta fragmentos de Dostoievski y Nabokov y “grandes pasajes sangrientos” de Tito Andrónico de Shakespeare. Cave sintió que ese conocimiento prohibido le era transmitido. “Lo que mi padre encontraba en su amada literatura –escribe Cave–, era a Dios.” Cave se sometió obsesivamente a sus necesidades literarias en los ‘80, cuando se aisló tres años en un departamento en el distrito de Kreuzberg, Berlín, y escribió la barroca fuga verbal que hasta el momento es su única novela And The Ass Saw the Angel (“Y el Asno vio al Angel”), un apocalipsis lingüístico ambientado en el Sur Profundo de Estados Unidos.
Cave recuerda a este período como uno de los más excitantes de su vida “y uno de los más extraños. No es algo que tenga fuerzas para hacer de nuevo. Sacrifiqué todo por escribir. Y me sigo preguntando si fue necesario, o si el libro hubiera sido mucho mejor si, por ejemplo, hubiera dormido un poco más. Todo lo que recuerdo de ese período es que escribía y me sentaba a leer la Biblia. Por supuesto, esto está relacionado con la droga que consumía en ese momento, speed”. Los rumores acerca de una segunda novela están al día, pero son falsos, dice Cave. Tiene una idea que le da vueltas en la cabeza, sobre todo tarde a la noche, pero nunca llegó tan lejos como para sentarse a escribirla. De hecho, se está reconciliando por fin con la naturaleza de su talento, y renunciando a algunos de los sueños que heredó de su padre. “Durante años estuve insatisfecho con mi rol de cantante en una banda. Siempre tuve designios más grandiosos. Secretamente odiaba ser un músico de rock, y todo lo que representaba. Pero pasaron los años, y esa sensación cambió completamente. Creo que trabajar como cantante y músico es lo más honorable que puedo hacer. En este momento me siento cada vez más satisfecho de escribir canciones, y de a poco abandono mis otras aspiraciones.”

Traducción de Mariana Enriquez

 

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