Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


ESTE JUEVES SE ESTRENA "LA CELEBRACION", PRIMER FILM DEL DOGMA 95
Cuando la meta es reinventar el cine

na19fo01.jpg (11725 bytes)

Aquella temeraria idea del grupo de cineastas daneses liderado por Lars Von Trier comienza a dar frutos: la llegada del film de Thomas Vinterberg, realizado según el "decálogo" firmado por los realizadores, comienza un camino que seguirán "Los idiotas" (del mismo Von Trier) y "Mifune". Una especie de nouvelle vague, pero consciente de sí misma.


Por Horacio Bernades
t.gif (862 bytes)  Todo empezó el 13 de marzo de 1995, un lunes de primavera. Casi en secreto, como conspiradores, cinco cineastas daneses se reunieron en una casa de Copenhague. Primera misión: darle un nombre al grupo. Segunda misión: redactar un manifiesto que pusiera en negro sobre blanco sus subversivas ideas sobre el cine. El grupo de conjurados salió de la reunión llamándose Dogma 95 y con su manifiesto bajo el brazo. Nombre del libelo: "Voto de castidad". Entre los firmantes, Lars Von Trier, líder del grupo y el más famoso de todos ellos, con películas tan conocidas como Europa y Contra viento y marea.

Fue Thomas Vinterberg, un veinteañero rubio y de aspecto angelical, el encargado de subir lana19fo02.jpg (9605 bytes) apuesta. Las ideas expresadas en el manifiesto debían llevarse a la práctica, y Vinterberg levantó la mano: "Yo tengo un guión, y voy a filmar la primera película que siga el Voto de Castidad del Dogma al pie de la letra". Lo cierto es que no tenía ningún guión. Pero la película salió. El título: La celebración. Subtítulo: "Dogma 1". Cuatro años más tarde de aquella primavera danesa, el Dogma se consolidó como el gran invento del cine alternativo de los años 90 y las películas hechas bajo ese sistema se pasearon por todos los festivales del mundo, ganando premios y todos los elogios de la crítica. El cine danés, que hasta el momento ostentaba como mayor orgullo el nombre del maestro Carl Theodor Dreyer (1889-1968), se había reinstalado por la fuerza en el mapa cinematográfico internacional. Aquí mismo, en abril pasado y en el marco del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente, dos representantes del Dogma 95 llevaron a cabo un taller en el que enseñaron a cineastas locales cómo filmar bajo sus estrictas reglas.

En cuanto a La celebración, ganó el Premio Especial del Jurado en Cannes '98, el de Mejor Película Europea el mismo año, y el de Mejor Película Extranjera para las sociedades de críticos de Nueva York y Los Angeles. Ahora se estrena en Buenos Aires: el jueves próximo, cuando la película de Thomas Vinterberg llegue finalmente a los cines, el Dogma 95 estará desembarcando oficialmente en Argentina. Es sólo el primer paso: el estreno del "Dogma 2" (Los idiotas, la película de Lars Von Trier) se anuncia para dentro de muy poco, y sólo faltaría Mifune (exhibida en el Festival de Berlín en febrero pasado) para completar la producción del grupo hasta la fecha.

Segundo largometraje de Vinterberg (nacido en 1969), luego de su ópera prima The Greatest Heroes (1996), La celebración es una película altamente revulsiva. Con absoluta concentración temporal y espacial, la acción tiene lugar en un palacete campestre, en las pocas horas que van de una tarde a la mañana del día siguiente. Allí, una familia de la alta burguesía danesa se reúne para celebrar el cumpleaños número 60 del patriarca. Detrás del estricto protocolo y la felicidad aparente, esa fachada comenzará a descomponerse, entre antiguos odios, rivalidades y oscuras tragedias. La revelación de un viejo abuso infantil funcionará como la frutilla más amarga en la torta, amenazando con derrumbar el clan familiar desde los mismos cimientos.

Más allá de la astuta maniobra propagandística que significa haber fundado una nueva nouvelle vague con manifiesto y todo (algo con lo que la nouvelle vague original jamás soñó), presentándola además en pleno Festival de Cannes (en cuya competencia oficial La celebración y Los idiotas aterrizaron juntas), el Dogma danés expresa en verdad una ideología cinematográfica alternativa al modelo hollywoodense y propone un nuevo sistema de producción cinematográfica. Los propios firmantes admiten que el "voto de castidad" (ver recuadro) debe tomarse en parte como una broma y que ese decálogo tiene más de guía para la acción que de credo bíblico. "Toda regla está para ser violada", confiesan entre sonrisas, y Vinterberg produjo, luego del rodaje de La celebración, una "confesión" en la que detalla los pecados cometidos y pide perdón a sus "hermanos". No hay más que ingresar al site del Dogma en Internet (http://www.dogme95.dk) para encontrarse con que ese perdón está "en estudio".

Recogiendo a la distancia las enseñanzas de Godard, Truffaut y Cía., lo que buscan Von Trier y sus muchachos es recuperar para el cine la frescura y espontaneidad perdidas. Darle al film la sensación de que lo que ocurre, ocurre "en vivo". Para ello, el "voto de castidad" prescribe filmar en decorados reales, con luz natural, cámara en mano y música que no surja de una fuente externa, eliminando toda clase de "maquillaje" visual o sonoro e impidiendo que la historia narrada pueda adscribirse a un género determinado. En otras palabras, exactamente lo contrario del sistema hollywoodense, punto por punto.

En busca de la máxima ligereza y economía, tanto Vinterberg en La celebración como Von Trier en Los idiotas optaron, además, por filmar en video digital, con camaritas mínimas y un equipo de apenas un puñado de técnicos. Evitaron así la pesadez de las cámaras de 35 mm y de los equipos multitudinarios, cuyo traslado de un decorado a otro termina pareciéndose a la movilización de un ejército de elefantes a través de un terreno montañoso. Sería un error suponer que las películas resultantes de este sistema de producción tienen un acabado "no profesional", con imágenes borrosas y mal iluminadas, montadas a hachazos y mal actuadas. A partir del jueves próximo, cuando La celebración esté en cartel, podrá verificarse que el Dogma danés no es una broma, y que puede contarse una historia densa con el nervio, la espontaneidad y la urgencia propias de una home movie. Al fin y al cabo, qué otra cosa es La celebración sino una película familiar.

 

Aquel bendito decálogo

Juro someterme a las siguientes reglas, establecidas y confirmadas por Dogma 95:
* El rodaje debe tener lugar en locaciones naturales. No pueden proveerse accesorios ni decorados (si se necesita un elemento determinado para la historia, debe elegirse una locación donde ese elemento pueda ser encontrado).
na19fo03.jpg (10386 bytes)* El sonido jamás podrá ser producido separadamente de las imágenes, y viceversa (la música no debe ser utilizada, a menos que se emita en el lugar donde se filma la escena).
* Debe filmarse con cámara en mano. Está permitido cualquier movimiento o inmovilidad logrado por medio de la mano (el film no debe desarrollarse en el lugar donde está emplazada la cámara, sino que ésta debe emplazarse donde la acción lo requiera).
* El film debe ser en colores. No se acepta iluminación especial (si la luz es insuficiente, debe cortarse la escena o emplazar una única lámpara, sujeta a la cámara).
* Están prohibidos los trucos, filtros y procesos ópticos.
* El film no debe contener acción superficial (no debe haber asesinatos, armas, etc.).
* Está prohibida la alteración temporal y espacial (la historia debe tener lugar aquí y ahora).
* No se aceptan películas de género.
* El formato del film debe ser 35 mm.
* El nombre del realizador no debe aparecer en los títulos de crédito.
¡Además, juro renunciar, como realizador, a mi gusto personal! Juro abstenerme de crear una "obra", porque considero que el instante es más importante que la totalidad. Mi meta suprema es extraer la verdad de mis personajes y mi historia. Juro cumplir esto por todos los medios disponibles y a costa de buen gusto y de cualquier consideración estética.
He aquí mi voto de castidad.
Copenhague, lunes 13 de marzo de 1995.

 

PRINCIPAL