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Por David Cufré Esta vez no explotó ninguna economía asiática ni se produjo otro cataclismo internacional. La estrepitosa caída del 8,7 por ciento de la Bolsa de Buenos Aires reflejó nada más que el aumento de las tensiones políticas y económicas a nivel local. "Sería extremadamente peligroso cambiar de ministro de Economía en este momento", enfatizó ayer el jefe de asesores de Roque Fernández, Miguel Kiguel, en un virtual reconocimiento del clima enrarecido en que transcurren los últimos meses de la era menemista. El ministro, en tanto, responsabilizó directamente a Eduardo Duhalde por el nerviosismo de los mercados. Señaló que los inversores "sobrerreaccionaron" ante las alusiones del candidato en torno a la deuda externa. La crisis del PAMI, el inminente anuncio de una suba en la desocupación y las quejas de industriales y ruralistas completan el marco en que se inscribieron las dudas sobre la estabilidad del titular del Palacio de Hacienda. El presidente Carlos Menem fue el único que ignoró ayer el avance de la tormenta, al calificar el abrupto descenso en las cotizaciones bursátiles como "pequeñas oscilaciones", y atribuirlas a "la evolución de la economía en el mundo" (ver página 4). Sin embargo, funcionarios del propio Ministerio de Economía subrayaron la gravedad de la situación. "Roque demostró ser el único garante de la transición y el único que puede respaldar que no haya desbordes fiscales", aseguró Kiguel. El curioso respaldo a su jefe evidenció que la conducción económica se siente de pie sobre terreno fangoso. De todos modos, el asesor principal del ministro buscó transferir parte de la responsabilidad de la crisis al gobernador bonaerense. "Las declaraciones de público conocimiento de un candidato presidencial generaron preocupación en los mercados internacionales, y también perjudicaron al sector privado local", señaló Kiguel, en referencia a la intención de Duhalde de solicitar a Juan Pablo II que interceda ante los acreedores externos, a fin de suspender por un año el pago de la deuda. Pero el detonante de las amenazas de renuncia del equipo económico no fueron las declaraciones de campaña de Duhalde, sino la pelea entre miembros del Gobierno por la crisis del PAMI. Esa disputa y las advertencias de Roque sobre su posible alejamiento influyeron ayer en el hundimiento de los valores de la Bolsa. Por la mañana, el jefe del Palacio de Hacienda se reunió con el presidente de la Asociación de Bancos y titular del Banco Galicia, Eduardo Escassany, para solicitarle que un grupo de entidades financieras conceda a la obra social de los jubilados un préstamo por 200 millones de pesos. Esa es la única alternativa en que coincidieron Economía, la Jefatura de Gabinete y el ultramenemista titular del PAMI, Víctor Alderete, para saldar la abultada deuda de este último organismo. El incumplimiento en los pagos del PAMI llevó al cese de la prestación de servicios de 54 clínicas bonaerenses, mientras que los farmacéuticos se aprestan a seguir idéntico camino. La gestión de Roque ante Escasany apenas sirvió para patear la pelota hacia adelante. El banquero le respondió que trasladará la solicitud del crédito a las otras entidades involucradas --los bancos BBV-Francés, Río, City, Provincia y Chase Manhatan--, y le dará una respuesta en 48 horas. De todos modos, fuentes de Economía comentaron a Página/12 que "hay muy buena disposición de los bancos" para conceder el préstamo. A la espera de esa definición, Roque, Alderete y Jorge Rodríguez resolvieron postergar la reunión que tenían programada para ayer. "La única función de Economía en este tema es facilitar la entrega del crédito, después el PAMI se encargará de negociar las condiciones", indicó Kiguel, quien agregó que "el Estado nacional sólo dará un aval subsidiario ante la eventualidad de que desaparezca el PAMI", por lo que "no aumentará el déficit fiscal, sino que se considerará como deuda potencial y es muy probable que no la absorba nunca". A los banqueros esa garantía no les da demasiada seguridad, teniendo en cuenta que el respaldo legal es un decreto de necesidad y urgencia del Poder Ejecutivo y no una ley. Tampoco resultó muy tranquilizador que Kiguel mencionara "la eventual desaparición del PAMI". Mientras la obra social de los jubilados no puede cumplir con sus pagos y cerca de 850 mil usuarios se quedaron sin servicios básicos, Menem se refirió ayer a la caída de la Bolsa. "Quizá sea producto de lo que están viviendo algunos países de la región y, fundamentalmente, de la evolución de la economía mundial", arriesgó. Más urgente y más cercana resultó la afirmación de Kiguel, apuntando que "sería extremadamente peligrosa" la salida de Roque del Gobierno.
Por Raúl Dellatorre Según estimaciones de analistas privados, el PBI tendrá este año una caída del 3,6 por ciento. El déficit en cuenta corriente, manteniendo en cifras niveles similares a los del año pasado --algo superior a los 14.500 millones de dólares--, pasaría a representar el 5,1 por ciento del PBI, contra 4,9 por ciento de 1998. El desequilibrio en la balanza comercial será inferior al del año pasado, pero solamente gracias a una caída en las importaciones superior a la que verificarán las exportaciones. Este comportamiento significa un aporte a la reducción del déficit en cuenta corriente, pero afecta la evaluación global de la economía en otro sentido: incrementa el déficit fiscal, al resentir la recaudación de impuestos. La deuda pública --sin contar la provincial-- alcanzaría, a fin de año, a más de 118.500 millones de dólares, contra 112.300 millones a fines de 1998. Su relación con el PBI saltará del 37,7 por ciento el año pasado al 41,4 por ciento a fin del actual período. La recaudación impositiva en el primer semestre resultó un 4,8 por ciento inferior a la observada en los primeros seis meses de 1998, pero la caída alcanza al 8,3 por ciento respecto de lo presupuestado. La tasa de call en pesos, que había retrocedido al 5,2 por ciento anual a fines de abril, tuvo oscilaciones con tendencia ascendente a lo largo de mayo y junio, hasta ubicarse en 7,2 por ciento en la última semana. Por otra parte, el riesgo país, medido por la evolución de "puntos básicos" que paga la deuda argentina por sobre la tasa internacional, sufrió un fuerte ascenso. Argentina muestra una situación externa más desfavorable que la de otras economías emergentes de la región. En exportaciones, mientras que las perspectivas para México señalan un crecimiento del 8,9 por ciento, para Chile del 5,4 por ciento y para Brasil del 4,3 por ciento, para Argentina revelan una proyección de signo contrario del 13 por ciento. En cuanto al déficit en cuenta corriente como proporción del PBI, en tanto que en Argentina alcanzaría al 5,1 por ciento, en Chile sería del 4,5 por ciento, en Brasil de 3,5 puntos y en México de 2,9 puntos. Al revés de lo que sucedería en Argentina, en los otros tres países se verificaría este año una baja en su relación entre déficit de cuenta corriente y PBI. El Palacio de Hacienda, sin desconocer estos datos, afirma que la situación está bajo control, dado que ya se ha refinanciado el 90 por ciento de los vencimientos de deuda para este año y se cuenta con el respaldo del FMI con líneas de crédito otorgadas que superan el tramo faltante. Los desequilibrios en el mercado financiero son atribuidos a factores políticos que poco tienen que ver con los fundamentals de la economía. Más fundamentalista aún, el Banco Central interpreta que cualquier riesgo de fuga de capitales se resuelve "por sí solo" en el marco de la convertibilidad: cae la actividad interna y con ella las importaciones, colocando otra vez en línea al déficit de cuenta corriente. Esto, precisamente, es lo que entienden que está sucediendo, y por lo tanto esperan que la recesión sea tan profunda como fuera necesario para volver a equilibrar al sector externo. Para los calificadores de riesgo, Argentina está cruzando la línea amarilla y se aproxima a la roja. Demasiada deuda, excesivo déficit en cuenta corriente y escasez de divisas para asegurar el futuro cumplimiento de compromisos externos. Tres miradas distintas para una misma realidad. La Bolsa se derrumbó un 8,7 por ciento
Por Claudio
Zlotnik A la hora de explicar los motivos del bajón, en la city confluyen varios argumentos. Entre los más escuchados figuran las últimas declaraciones de Eduardo Duhalde sobre la deuda externa y las amenazas de renuncia de Roque Fernández. El candidato justicialista dijo que quiere que la Iglesia pida la suspensión por un año de los pagos de la deuda. La expresión cayó como una bomba en el microcentro. "A los financistas no les interesa tener posiciones en la Argentina. Ven que hay turbulencias, idas y vueltas del Gobierno; declaraciones polémicas de los candidatos y tienen temor de que esos problemas les hagan perder dinero. Prefieren invertir en plazas más seguras, como México y hasta Brasil", comentó a este diario un analista de un importante banco de inversión estadounidense. En medio de ese clima, la cotización del dólar a futuro (un año) subía de 1,04 a 1,10. Y los rumores inundaron la city. A media tarde, cuando el MerVal caía el 8 por ciento, en el recinto daban por segura la inminente revisión a la baja de la calificación de riesgo soberano de la Argentina por parte de una agencia estadounidense. Las razones: el país podría tener problemas para cumplir con sus pagos. Por lo pronto, el mayor riesgo país quedó evidenciado tras el derrape de los bonos. El rendimiento del Global 2027 se disparó al 14 por ciento anual. Y el del FRB (Brady que ayer cayó 1,1 por ciento) saltó al 16 por ciento. Peor les fue a los títulos en pesos. El Global 2002, por caso, bajó 5 por ciento y su rendimiento subió al 20 por ciento anual. Los previsionales, por su parte, cedieron hasta 5,8 por ciento. El hundimiento de los bonos redundará en que a Economía se le encarecerá el financiamiento. Por lo pronto, cuando esta tarde Roque coloque Letras del Tesoro por 625 millones de dólares, seguramente deberá pagar casi el doble que hace un mes. El resbalón no es un hecho aislado. En las últimas tres ruedas, el MerVal retrocedió un 14,1 por ciento y ayer la caída se hubiera acercado al 10 por ciento si no fuera por la baja moderada de YPF. Desde la semana pasada, entre los financistas viene asumiéndose que a la Argentina le costará salir de la recesión. Y que las últimas jugadas tanto del Gobierno como de los candidatos apuntaron más a agitar las aguas que a aquietarlas. En ese marco, la salida masiva de los inversores, vendiendo papeles argentinos a precios de liquidación, quedó refrendada en el volumen de negocios --41,5 millones de pesos--, un 25 por ciento por encima del del jueves pasado. Siderar fue la acción que más bajó: 15 por ciento. Seguida por Renault (-14,3%), Indupa (-12,9%), Acindar (-12,2%) y Perez Companc (-11,8%). La caída repercutió en los mercados latinoamericanos: la Bolsa de San Pablo declinó 2,2 por ciento y el real se devaluó 2 por ciento (1,834 por dólar) alcanzando su valor más elevado desde marzo. En México, la baja llegó al 2,0 por ciento. La opinión de analistas consultados por Página/12 fue la siguiente: * Pedro Lacoste: "Las declaraciones de Duhalde potencian el debate sobre el tipo de cambio. Los inversores extranjeros ven a la Argentina como el único país de la región que no devaluó y, ante la duda de que vaya a hacerlo, dejan sus inversiones. Los próximos meses serán complicados". * Agustín Mackinlay: "El Gobierno viene teniendo errores en su política económica. Si a esta falencia se le añade la incertidumbre por las elecciones, cualquier declaración de campaña podría repercutir negativamente. La suba del riesgo país es transitoria y no implica que Argentina no vaya a honrar sus deudas".
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