Por Javier Lorca La cantidad de aspirantes a
ingresar en la Universidad de Buenos Aires aumentó casi un 70 por ciento durante la
década que ya se despide. En 1990, 45.800 estudiantes se anotaron para cursar el primer
año de todas las carreras de la UBA, el Ciclo Básico Común. Para cursarlo en 1998, los
inscriptos fueron más de 74 mil y este año, alrededor de 78 mil. Ante la magnitud de la
afluencia, la Secretaría de Planificación de la Universidad hizo una investigación y
descubrió que el crecimiento explotó en 1994: Sugestivamente, el pico de
desocupación en la Capital y el Gran Buenos Aires, el salto cuando el desempleo pasó a
dos dígitos, empezó también ese mismo año, explicó a Página/12 Mónica
Abramzon, titular de la secretaría. Los investigadores detectaron que las causas
que más incidieron en el crecimiento de quienes aspiran a lograr un diploma universitario
son el aumento de la desocupación y las mayores exigencias para conseguir trabajo. Y
concluyeron que la multiplicación de los aspirantes se debe a los desocupados de primer
empleo, es decir, a los jóvenes que no logran entrar en el mercado laboral.
Dirigido por la socióloga Roxana Gambero y centrado en el período en el que se produjo
la explosión de los aspirantes (1992-1996), el estudio también reveló que, al mismo
tiempo, se incrementó la cantidad de estudiantes de la UBA desempleados y creció la de
quienes buscan trabajo (ver Trabajan menos...). Otro hallazgo, que refuerza las
conclusiones del informe, fue que una de las franjas etarias más afectadas por la
desocupación es la de 17 a 22 años: el 51 por ciento de ellos estaba desocupado mientras
se producía la avalancha de inscripciones. Entre los jóvenes de esas edades está,
justamente, la gran mayoría de los alumnos que quieren entrar en la Universidad.
La UBA denomina aspirantes a quienes se anotan para cursar el CBC, al margen de si
terminan o no el ciclo. De todos modos, el número de inscriptos se traslada a la
matrícula: la UBA pasó de tener 174 mil estudiantes en 1990 a contar, según se estima,
220 mil en la actualidad. Un crecimiento del 26 por ciento. Para identificar algunas
tendencias que expliquen el incremento, iniciamos una investigación exploratoria, basada
en dos muestras diferentes, lo que exigió mucho cuidado, aclaró. El trabajo se
apoyó, por un lado, en los datos de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec y, por
otro, en los censos universitarios realizados por la UBA (1992, 1996) y por el Ministerio
de Educación (en 1994).
Cuando se abrió el CBC en 1985, se anotaron 82 mil alumnos. Pero fue un dato
espurio, producto del regreso de la democracia. Luego, la cantidad fue bajando. El año
siguiente se atenúa un poco y en 1987 ya se instala en su nivel histórico, cerca de los
50 mil aspirantes, detalló la secretaria de Planificación. Hasta que en 1994-1995
se advierte un salto y los inscriptos llegan a ser 62 mil. De ahí en más, continúa la
onda expansiva: 64 mil, 68 mil, 74 mil, hasta los 78 mil estimados para este fin de siglo
(ver gráficos).
En busca de respuestas para el boom, los investigadores recurrieron a los datos del Indec
para la población de la Capital y el Gran Buenos Aires (donde se concentran los alumnos
de la UBA). En mayo de 1992 el desempleo era del 5 por ciento en la ciudad y del 7,3 en el
conurbano. Pero en mayo del 94, la cifra había llegado a 9 y a 11,9 por ciento, en
cada sector. Y en octubre del 96, la tasa ya había trepado hasta el 12,8 y el 21,2
por ciento, respectivamente. Para entonces, la cantidad de aspirantes al CBC había
saltado de los 50 mil del 92 a los 68 mil del 97. Y seguiría dando saltos.
En refuerzo de la tesis a más desempleo, más aspirantes, se halló que la
franja etaria que nuclea a la mayoría de los virtuales alumnos incluía muchos más
desocupados que el promedio. Cuando tomamos la franja de 17 a 22 años, que es la
quintaesencia del alumno universitario, más del 50 por ciento estaba desocupado. Esto nos
convenció de la fuerte relación que hayentre las dificultades de encontrar trabajo y la
necesidad de ir a estudiar, dijo Abramzon. Y Gambero, directora de la
investigación, concluyó: Por la edad que tienen, todo indica que son chicos que no
accedieron nunca a tener trabajo. No han sido expulsados del mercado, porque nunca
estuvieron dentro. No perdieron el trabajo, sino que no tuvieron ninguno.
El conocimiento es considerado cada vez más una variable de importancia para el
desempeño laboral, y ante la imposibilidad de insertarse ocupacionalmente, los jóvenes
buscan instancias de capacitación que mejoren sus posibilidades, explicó Abramzon.
Pero aclara que, en todo el mundo, el desempleo moderno afecta también a los graduados
universitarios. Sin embargo dijo, en el imaginario social, quien más
capacitado está, más posibilidad tiene de conseguir trabajo. Uno observa esto incluso en
los clasificados de los diarios. Se ven avisos que dicen, por ejemplo, perito mercantil
con CBC aprobado. En el imaginario opera la posibilidad de ingresar en la Universidad para
mejorar la competitividad en el mercado.
Pero el fenómeno no es privativo de la UBA. En los 90, la matrícula de la educación
superior registró aumentos en todo el país. Así, el sistema universitario nacional
tenía 679.403 alumnos en 1990, mientras que hoy tiene 906.778, según el propio
Ministerio de Educación. Un 25 por ciento más.
Trabajan menos, pero más
La investigación de la UBA halló que, mientras aumentaban los aspirantes, crecía
también la cantidad de alumnos desempleados dentro de la universidad. En el
92, el 72 por ciento de los alumnos trabajaba por lo menos veinte horas semanales
detalló Roxana Gambero, directora de la investigación. Para el 94,
bajó al 67. Y en 1996, llegó al 59, dijo y agregó: Pero los que trabajan,
trabajan más horas que antes. Además, hay un 26 por ciento de los estudiantes que no
trabaja, pero que busca trabajo. Pese a los cambios cuantitativos en la matrícula,
la UBA no sufrió cambios cualitativos en la demanda estudiantil: las carreras
tradicionales siguen concentrando la mayor cantidad de alumnos. En contextos de
incertidumbre, la gente se aferra a lo conocido. Y, en estos casos, lo conocido son
carreras como Medicina, Abogacía, Ciencias Económicas, explicó Mónica Abramzon,
secretaria de Planificación de la UBA. Por supuesto, también inciden factores como
la tradición y los mandatos familiares, dijo.
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LA EXPLOSION DE LOS ASPIRANTES, SEGUN LOS
EXPERTOS
La universidad como guardería
Por C. S.
La dificultad de
obtener empleo prolonga la adolescencia y convierte a la universidad en una
guardería. Consultados por Página/12, esta y otras interpretaciones dieron
expertos y actores de distintos sectores sobre el aumento de la cantidad de aspirantes a
ingresar en la UBA y su relación con la desocupación. Para algunos, el prestigio de la
UBA sigue desplazando a las universidades privadas. Para otros, la hipótesis es vieja y
oculta una falta de planificación institucional para impedir la congestión de
estudiantes en la universidad porteña. No obstante, todos acordaron en que el desempleo
es una variable a tener en cuenta y que las exigencias para insertarse en el mercado
laboral son cada vez más.
u Floreal Forni, investigador del Conicet: La desocupación y la dificultad de
obtener el primer empleo prolonga la adolescencia y la universidad opera en un doble
sentido: como guardería y encauzando el tiempo libre en educación, suponiendo que esto
va a mejorar la empleabilidad, dice el sociólogo graduado en la Universidad de
Chicago. Los jóvenes ven la educación brindada por la UBA como de buena calidad,
gratuita y al mismo tiempo como un espacio social muy atractivo, completa.
u Raúl Sánchez, secretario general de la FUA: Al no haber trabajo, cada vez más
gente les dedica tiempo a los estudios, dice. Pero también inciden las exigencias
del mercado laboral. Casi no existen los avisos clasificados que no demandan un
título universitario comenta. Otro tema no menos importante es el prestigio
que aún tiene la UBA que hace que la gente siga eligiéndola. No hubo una corrida hacia
las universidades privadas que, sobre todo en carreras tradicionales como abogacía,
administración y medicina, despliegan costosas estrategias de marketing.
u Marta Panaia, socióloga laboral: Que los jóvenes no puedan entrar al mercado
laboral y entonces se estacionen en la universidad para no quedar en la calle es una
hipótesis vieja, cuestiona la investigadora del Centro de Estudios Avanzados de la
UBA y asegura que asociar al incremento de la matrícula únicamente esa variable es
simplificar el análisis. Sin embargo, sostiene que el estudio de la Secretaría de
Planificación de la UBA manifiesta la falta de coordinación en el sistema universitario.
No puede ser que en la UBA los estudiantes no quepan en las aulas y que haya
profesores ad honorem, cuando en las mismas carreras otras universidades tienen aulas
vacías protesta. Las universidades forman parte de un mismo sistema nacional
que debe coordinar el ingreso y establecer hasta cuántos aspirantes pueden ingresar a
cada sede sin por ello dejar a nadie afuera.
u Julio Labaqué, educador, doctor en psicología social: No veo que haya un
paralelo exacto entre desocupación y aumento de la matrícula, cuestiona. El
incremento de los aspirantes es correlativo a una exigencia cada vez mayor para acceder al
mercado laboral. Por eso, paralelamente se expanden los doctorados y maestrías.
Preferidos
A la hora de contratar graduados universitarios, los egresados de la Universidad de Buenos
Aires son los preferidos por las empresas, según un estudio privado realizado entre 32
empresas argentinas. La investigación estuvo a cargo de Consortium un agrupamiento
de empresas y universidades y estudió las preferencias de firmas como Quilmes,
Citybank, Exxel Group y Techint, entre otras. El relevamiento mostró que los graduados de
la UBA son los más solicitados, seguidos por los egresados de la Universidad Católica
Argentina, la Universidad Tecnológica Nacional y la Universidad de La Plata. A su vez,
las carreras más demandadas son Ciencias Económicas (en el 26 por ciento de los casos) e
Ingeniería (18 por ciento). Según el estudio, las empresas requieren que sus empleados
tengan carácter flexible, dominio de inglés y computación, un promedio de
calificación no inferior a seis puntos y una edad máxima promedio de 28 años. La
experiencia laboral, en tanto, sólo es requisito para el 17 por ciento de las empresas.
Las demás prefieren capacitar a sus empleados con cursos propios.
EL NUMERO.
80
Son los cursos de capacitación para el trabajo que ofrece el Centro Cultural Ricardo
Rojas (UBA). El programa permite ampliar la formación en las áreas de Comercialización,
Artes y oficios, Comunicación, Salud, Educación y comunidad, Administración, e
Informática. Los interesados pueden anotarse antes del 24 de julio. Informes: Corrientes
2038, tel. 4954-5524. |
Para el tiempo... libre (si queda) |
Cultura. Mañana,
a las 17, habrá una conferencia sobre La universidad y la formación de
administradores culturales. En el Teatro Universitario del Arte, Pichincha 53, Tel.
4956-0037/0129.
Radio. Está abierta la inscripción para los seminarios y cursos de la
Escuela Terciaria de Estudios Radiofónicos, Acevedo 262, Tel. 4857-5701.
Cine. Hoy, a las 20, se proyectará Historias de Nueva York, en el Centro
Cultural de la Facultad de Psicología, Independencia 3065.
Cine II. Hoy, a las 16.30, se proyectará Tiempo de revancha, en la Casa de los
Estudiantes, Uruguay 969, Tel. 4814-2830.
Biomedicina. La Universidad Católica Argentina abrió la inscripción
para un curso de Etica biomédica. Informes: Alicia M. de Justo 1400, Tel. 43490200.
Ingreso. Está abierta la inscripción a los talleres para padres de
aspirantes al Colegio Nacional de Buenos Aires y la Escuela de Comercio Carlos Pellegrini
que dicta Apertura Clínica, Tel. 4789-0764.
Festival. Hasta el 20 de julio se reciben trabajos para el festival de
cine y video Sueños Cortos. Informes: Uriarte 1332, Tel. 4772-8745. |
OPINION
El problema de elegir
Por Silvia Iturriaga*
Para
muchos papás, elegir un colegio para sus hijos es una tarea complicada. Recorren montones
de instituciones, consultan especialistas, cambian la opción elegida en medio de un ciclo
escolar y aun así se quedan con la sensación de que lo que encontraron no es lo que
buscaban. Es cierto que esta actitud de los padres coincide con la aparición de una
oferta educativa difícilmente abarcable y la desaparición de colegios, pero el motivo de
la dificultad puede situarse también en referencia a otros fenómenos. Uno de ellos es
el malestar en el trabajo. El mundo laboral se presenta hoy como un universo
muy competitivo, inestable y, en algunos casos, expulsivo. Tener un empleo se ha
convertido casi en un privilegio, perderlo es algo así como la pesadilla de fin de siglo.
Muchas de las tareas que se desarrollan guardan escasa relación con la formación
académica recibida. ¿Qué papá, de los que hoy la utilizan, recibió formación en
informática? ¿Cuántos de los que hoy viajan debido a los procesos de globalización del
trabajo se prepararon para desarrollar sus actividades en diferentes culturas? Están
también los que no pueden desarrollar la carrera o el oficio que alguna vez eligieron y
para lo cual se prepararon. Papás que están asustados, deprimidos, frustrados. Inmersos
en semejante realidad, la sensación que impera es la de no estar a la altura de las
circunstancias, pero suponiendo que hay otros que sí lo están, porque eligieron mejor o
porque supieron aprovechar sus oportunidades educativas. En consecuencia los papás
intentan, con su mejor intención, preparar a sus hijos para el futuro, insistiendo en que
tengan todo lo que ellos no tuvieron y que, suponen, les hubiera servido para ser
exitosos. Reclaman una exhaustiva preparación en idiomas e informática, facilidades para
continuar estudios en el exterior, títulos internacionales... exigiendo a la vez que todo
sea brindado por la institución dentro de un clima de calidez y respeto por los tiempos e
intereses propios. La falacia de este planteo es, por un lado, que ese futuro es imaginado
igual al presente (quiero que él tenga mañana lo que yo necesito hoy) y, por otro, que
se imaginariza la escuela como garante del éxito en la vida. ¿Cómo decidirme por una
institución si de esta decisión depende, en exclusividad, el futuro de mi hijo? Es
probable que si estos papás pudieran distanciarse de su situación personal y pensar que
no sólo ellos sino nadie sabe qué habilidades serán requeridas en el medio laboral
dentro de veinte años, pero que siempre estarán mejor preparadas las personas creativas,
con curiosidad por lo nuevo, capaces de adaptarse a los cambios y de tener ideas sobre
qué es lo que quieren de la vida, y que estas condiciones se adquieren principalmente en
la casa, podrían tranquilizarse y elegir una escuela sabiendo que lo que eligen es,
solamente, una escuela.
* Licenciada en Psicología.
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