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La crisis económica y las tensiones políticas tienen sus costos. Ayer, el Gobierno refinanció deuda pagando una tasa de interés record para lo que va del año, y similar a la que debió hacer frente en octubre pasado, en el peor momento del efecto vodka, tras la cesación de pagos de Rusia. Frente a este panorama, que les da dimensión a las complicaciones por las que atraviesa la economía, quedó en un segundo plano la recuperación del 4,6 por ciento de las acciones tras el fuerte derrape. Ante la incertidumbre de los financistas, Roque Fernández debió convalidar una tasa del 13 por ciento anual que le reclamaron los bancos para prestarle 375 millones de dólares a seis meses de plazo. El costo, superior en más de cinco puntos al logrado hace un mes, da una idea del temor que despierta entre los inversores el cambio de gobierno y el rumbo que pueda tomar la economía. De hecho, para la refinanciación de 250 millones a 91 días antes de las elecciones Roque logró una tasa del 8,95 por ciento, apenas dos puntos por arriba de la última operación. El súbito aumento del costo del dinero obligó a Economía a suspender el canje de deuda de hasta 1500 millones de dólares que estaba pactado para esta tarde. En medio de la recesión, el mayor peso de la deuda amenaza con debilitar todavía más las cuentas fiscales de la Argentina. Por este motivo, los operadores de la city no le dieron demasiada importancia al repunte de las acciones y de los bonos. Hasta que pasen las elecciones habrá volatilidad. Jornadas con fuertes bajas seguidas de recuperaciones. La cuestión de fondo es la marcha de la economía y si retorna la confianza de los inversores del exterior, comentó a Página/12 Hugo Dias Lourenco, economista de C&E Consultores. Desde Washington, el FMI trató de aportar tranquilidad. Un vocero del organismo señaló que el Fondo podría poner a disposición de la Argentina fondos frescos en caso de necesidad. El dinero está disponible, nosotros estamos dispuestos a ampliar el crédito (vigente para casos de emergencia), pero no hay necesidad de hacerlo, aseguró la fuente, quien añadió en que no hay nada irregular en la situación argentina. Eduardo Duhalde, por su parte, calificó de absurdo al análisis según el cual sus declaraciones sobre la deuda externa hayan motorizado la fuerte baja de los papeles empresarios y de los bonos. Nadie habla de no pagar ni de hacer locuras, sino que se trata de que los países más poderosos reflexionen que si los países empobrecen no va a haber nadie que consuma, explicó (ver página 10). Lejos de retractarse, el candidato añadió: Tenemos el país en riesgo de incendiarse, y resulta que los dirigentes no nos podemos referir a temas importantes por la reacción de los mercados. Fernando de la Rúa salió a respaldar a su adversario político: No hay que exagerar los efectos que la declaración de Duhalde pudo tener entre los inversores. En realidad, puede haber múltiples factores en la realidad argentina que hayan derivado en la caída de la Bolsa, afirmó el hombre de la Alianza. Algunos bancos de inversión estadounidenses coinciden en desestimar la idea de que las palabras de los políticos son la causa del mal momento financiero. Quizá de una manera más sensata atribuyen la actual coyuntura a los problemas de fondo de la economía. El desplome bursátil argentino no debe ser atribuido al triste debate entre los candidatos presidenciales. La Argentina se enfrenta actualmente a un shock competitivo tras la devaluación del real brasileño, la recesión, y en especial a la escasa flexibilidad de su plan de convertibilidad, dijo Jorge Mariscal, analista de Goldman Sachs.
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