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![]() Aunque el ejército colombiano afirmó ayer haber sido un 98 por ciento exitoso en prevenir los ataques de las FARC de la última semana, el 2 por ciento restante le causaba ayer muchos problemas. La situación más peligrosa se dio ayer en Cucutilla, al nordeste del país y cerca de la frontera con Venezuela, donde 15 agentes fueron asediados por un escuadrón de las FARC. Dos agentes murieron en los ataques, y posiblemente hubo más heridos. Un avión artillado apoyó a los agentes durante los combates, y estaba en marcha una columna del ejército para rescatarlos. En el sur de Colombia, en el departamento de Nariño, las FARC mantienen desde el fin de semana a 200 civiles rehenes cerca de la localidad de Pasto. Tropas de asalto están en camino para liberarlos, pero fuentes oficiales afirmaron que su tarea estaba dificultada porque las FARC utilizaban a los rehenes como escudos humanos. En Caquetá, una serie de combates dejó a 40 subversivos muertos, según la gobernación local, pero 27 agentes policiales permanecen desaparecidos luego de un asalto a su cuartel. Y en un frente hasta ahora silencioso, los guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) intentaron incursionar en el departamento noroeste de Antioquía, pero fueron repelidos por el ejército colombiano. Con las zonas de combate aproximándose cada día más a las fronteras colombianas, los países limítrofes están tomando medidas para impedir que el conflicto se extienda a su territorio. El jefe de Estado peruano Alberto Fujimori comunicó ayer al presidente colombiano Andrés Pastrana que había ordenado la movilización de sus tropas en su frontera con Colombia para impedir incursiones de las FARC. La medida peruana es similar a la que tomó hace unos meses el presidente venezolano Hugo Chávez, que amenazó con destruir a cualquier guerrillero o paramilitar que penetrara en su territorio. La cancillería peruana negó que existiera la posibilidad de una intervención militar de su país contra la guerrilla, y Fujimori rechazó una posible intervención de Estados Unidos como una injerencia política y militar. En Colombia, a una semana del comienzo de las negociaciones entre la guerrilla y el gobierno, este último se está adjudicando la victoria en la prueba de fuerza que consideran que lanzaron el jueves las FARC con la batalla de Bogotá. El ministro de Defensa Luis Ramírez afirmó que no quisiéramos medir la victoria por el número de muertos, pero que el balance total de los combates en todo el país está fuertemente en favor del gobierno, que habría infligido un total de más de 300 bajas a las FARC. Si tenían previsto llegar fuertes a la mesa de negociación afirmó exultantemente Ramírez, les salió el tiro por la culata. La información sobre la mayor ofensiva de las FARC en 40 años comenzaba a ser analizada ayer. El ejército colombiano informó que los guerrilleros utilizan menores para engrosar sus filas y que hacen uso de armas no convencionales. De mayor peligro para el presidente Pastrana, el ejército acusó que las zonas de distensión fueron vitales para elentrenamiento de los guerrilleros que participaron de la ofensiva. Estas zonas son áreas que el gobierno cedió a las FARC como concesión en los diálogos de paz, lo que fue muy criticado desde círculos militares.
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