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COMODO TRIUNFO Y FINALISTA DE LA COPA AMERICA
Brasil se entretuvo un rato

Amoroso y Rivaldo hicieron la diferencia, pero después el equipo descansó y se privó de la goleada. Se lesionó Ronaldo.

Amoroso grita su gol, el primero de Brasil.
Se veía venir la goleada, pero no tuvieron ganas.

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t.gif (862 bytes)  La marcha de Brasil no se detiene. Uruguay, con la carga histórica del Maracanazo, es el único equipo que puede evitar la segunda coronación consecutiva en la Copa América. Anoche, como los rivales anteriores, México no fue una oposición serie y el equipo de Luxemburgo llegó a las finales caminando, al tranquito. Pero quedó en deuda la goleada que se vislumbró a partir del cuarto de hora y además jugó mal Ronaldo, que se fue con un golpe en la rodilla derecha y silbado por la torcida.
Primero fue Venezuela y se comió 7. Luego fue Chile y perdieron los trasandinos con el penal de Ronaldo. Después pasó este México que le hizo más fuerza en el 2-1 de la primera serie que anoche. Y después vino Argentina en la noche negra del equipo de Bielsa. Invicto, 100 por ciento de los puntos ganados, 14 goles a favor, 2 en contra es la cédula de identidad de Brasil. Pero, ¿qué es Brasil? Es más, a favor y en contra, que esos fríos números de esta Copa América que parece suya desde mucho antes de empezar a jugarse.
Brasil encontró en el medio un equilibrio suficiente para ser siempre superior en la zona de volantes. El manejo y la salida rapida y limpia de Flavio Conceiçao, la aspereza de Emerson y la laboriosidad de Zé Roberto fue la mezcla justa que halló Luxemburgo a partir del encuentro con Argentina y que repitió anoche. El lesionado Vampeta le da más toque, el zurdito Alex le sumaba un socio perfecto al magnífico Rivaldo pero restaba marca. Hoy, ese medio campo es el mejor que puede presentar Brasil. Y la mención no es casual porque Brasil también tiene calidades dispares en el ataque y en defensa. Ronaldo–Amoroso apoyados por Rivaldo fueron incontenibles cuando pisaron el acelerador y se tomaron en serio la Copa. Pero atrás, como sus nombres lo indican, defendiendo son unos “carlitos”. Cafú y Roberto Carlos, qué duda cabe, son más lanzados al ataque que en la contención y sobre todo en el mano a mano. Joao Carlos y Antonio Carlos dependen de que los laterales y los volantes les achiquen los espacios y les “entreguen” servidos a los delanteros. Si salen a campo traviesa, fallan y pegan. Si cruzan, no sincronizan. De arriba son flojos y a la pelota la tratan de usted. Entonces, en esa zona media nace el fútbol ofensivo de Brasil y comienza la verdadera defensa. Pasada la línea de volantes, a Brasil se le complica mucho.
Lo que resulta indudable al cabo de estos cinco partidos de la Copa es que la diferencia de calidad de las individualidades entre los hombres de Brasil y de las otras selecciones es abismal. El peor Ronaldo (el de ayer, por ejemplo) es mejor que el mejor Palermo, por ejemplo, por mencionar la primera comparación arbitraria. Mejor no hacer un cálculo más “científico”... Y esa diferencia impone respeto o miedo. Respeto le tuvo Argentina que salió a jugarle lo que le convenía y lo tuvo a mal traer. Miedo es lo que le tuvo Chile en la primera fase. Respeto fue lo que le tuvo México en el primer partido. Lo de anoche fue miedo a la goleada. Brasil la perdonó. En cuanto aceleró, Zé Roberto metió el centro que Rivaldo cabeceó al palo izquierda de Campos y Amoroso convirtió en gol de rebote. Y después puso un 2-0 lapidario cuando Rivaldo aprovechó la ley de ventaja por el foul a Ronaldo y clavó el zurdazo. Tan fácil era –fue– para Brasil que ya a la media hora la torcida pedía a Ronaldinho Gaúcho,la nueva estrella. Luxemburgo sólo les dio el gusto sobre el final. Si no, era robo.

 

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