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Los porteños pueden sentirse en la
selva sin tener que salir de la ciudad

El zoológico de Buenos Aires inauguró un nuevo espacio que recrea la selva subtropical. Tanto la temperatura como la vegetación, la humedad y los animales responden al ambiente.

En el nuevo espacio abunda el agua y la temperatura ronda los 24 grados.
La idea es que la gente “tome contacto no con una especie, sino con un ecosistema”.

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t.gif (862 bytes)  Afuera hacía un tiempo de perros: la sensación térmica rondaba los cuatro grados y la llovizna dolía en la cara. Pero adentro era verano, la cascada aportaba el murmullo del agua, los monos araña se columpiaban y las hormigas se veían gigantes. Fue en la inauguración del Rainforest, el nuevo espacio del zoológico, que recrea el ambiente de la selva subtropical en medio de la helada urbe porteña.
En la presentación estuvieron Daniel Grinbank, presidente del Zoo, y el vicejefe del gobierno porteño, Enrique Olivera, a quien el lugar lo motivó para hablar de Julio Verne, Emilio Salgari y hasta de Tarzán. Pero no es realmente que el visitante se sienta en el medio de la selva –hay demasiado cemento para ello–, sino que puede acercarse a un ambiente tropical. Por lo pronto por el clima: los abrigos se abrieron y las bufandas se desenroscaron ante los 24 grados que reinan en el lugar.
Para el nuevo sector se reacondicionó la vieja osera, una estructura de principios de siglo. “Quisimos aprovechar tanto el lugar como los tres millones de personas que vienen por año para que tomen contacto no con una especie, sino con un ecosistema que tenemos en nuestro país, tanto en las Yungas, en Jujuy, Tucumán y Salta, como en Misiones”, –explica Alejandro Scataglini, biólogo del Zoo. “Que lo vean y también lo sientan a través de la temperatura, del spray de lluvia, de la vegetación. Así pueden estar en un lugar parecido sin viajar hasta allí. Y así podemos contarles cuál la problemática actual: que en el mundo diariamente se desmontan más de mil hectáreas de selva tropical o subtropical, que son el pulmón de planeta.”
El espacio central de la nueva estructura es un ambiente de techo vidriado con palmeras, un espejo de agua donde nadan patos y una cascada que reparte una fina lluvia en las caras de los visitantes. En los ambientes circundantes se pueden ver boas constrictoras –convenientemente alejadas del público a través del vidrio– y también un hormiguero que permite seguir el camino de las afanosas obreras. Una pequeña cámara ubicada dentro de un tronco habitado por hormigas traslada la imagen a una pantalla, donde los insectos aparecen agigantados. También hay tortugas acuáticas, yacarés y caimanes.
Más llamativo es el aviario, aislado por puertas giratorias. Es lo que se denomina “recinto de inmersión”, es decir un lugar que permite el contacto directo del visitante con los animales. “La gente se sumerge: pierde la sensación de estar detrás de un vidrio, casi pueden tocar al animal”, explica Scataglini. Loros habladores, guacamayos y tucanes vuelan allí a su antojo entre los visitantes.
Otro espacio encuentra a los monos araña que saltan a los gritos entre cuerda y cuerda, esta vez separados del público por un vidrio. Hay que atravesar un puente colgante para llegar hasta otros monos, mucho más pequeños, los tití, que ayer corrían ajenos a tanta cámara que intentaba atraparlos.

 


 

SE LLEVARON UNOS 400.000 PESOS
Ladrones de buenos modales

t.gif (862 bytes) “Ellos sabían lo que querían.” “No eran agresivos, tenían buenos modales.” Así, suscitando elogios de sus víctimas y de la policía que los persigue, cuatro asaltantes se llevaron ayer 400.000 pesos de la sucursal Quilmes del Citibank, tras obligar al gerente a que les abriera el tesoro.
A las 9.30, vestidos de traje y corbata, los cuatro hombres armados sorprendieron al gerente de la sucursal, Fernando Vigo, y a varios empleados, cuando ingresaban al local de Moreno entre 9 de Julio y Videla, pleno centro de Quilmes. Obligaron a Vigo a desactivar la alarma y a accionar una pared corrediza, de unos diez metros de largo, que separa el área de las cajas del interior del banco. Encerraron a los empleados en una oficina e hicieron que el gerente abriera la bóveda, de donde retiraron la plata en bolsas de nylon. Actuaron “con buenos modales y sin agresión ni violencia”, según Vigo. La operación les demandó 40 minutos, luego de lo cual dejaron encerrados a gerente y empleados y se fueron, presumiblemente en un auto que los esperaba.
“Los ladrones sabían exactamente lo que querían: no se ocuparon de las cajas del banco porque estaban al tanto de que a esa hora todavía no había dinero en ellas”, dijo uno de los investigadores.

 

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