No, no y no diputada Por Mempo Giardinelli |
Ayer la diputada Alicia Castro acusó a Giardinelli de hacer "demagogia mediática" en el programa "Hora Clave". El escritor replica Voy a empezar por la segunda parte de su carta, diputada Castro. En el programa de Mariano Grondona del jueves 9 de julio, yo le reproché a usted que defendiera la posición empresarial de las compañías de aeronavegación. Eso y ninguna otra cosa. Dije --y sostengo-- que las compañías aéreas deben pagar el impuesto docente completo y que me parecía muy mal que usted estuviera de acuerdo con que se les hiciera una rebaja, tal como se discutía en el Parlamento. Le recordé que el servicio que prestan esas compañías en la Argentina es malo sin remedio: que sus aviones son en general basura, y peligrosa; y que además volar con esas empresas resulta caro, ineficiente, incómodo e impuntual; y que como encima de todo son monopólicas, a mí me parecía el colmo que usted se prestara a alivianarles el pago del impuesto para el Fondo Docente. Yo esperaba de usted (más que de nadie) que exigiera el pago irrestricto de este impuesto por parte de esas compañías. Le manifesté mi total desacuerdo con su idea de que "corre peligro la fuente de trabajo"; eso no es cierto porque han ganado y ganan demasiado dinero. Y en última instancia, les corresponde asumir el riesgo empresario. Yo como argentino y como usuario quiero que las compañías aéreas sean eficientes, que renueven sus flotas, que les paguen bien a sus empleados y que paguen los impuestos. El docente y todos los demás. Eso quiero. Parece que usted no, y eso fue lo que más me sorprendió. La diferencia que tuvimos --es obvio-- es ideológica. Profundamente ideológica, diputada Castro. No es una cuestión personal, ni tiene importancia si yo opino bien o mal, poco o mucho, o donde lo hago. Es ideológica la diferencia y a mí no me gusta cómo pensó, procedió y votó usted en este punto. Y puesto que usted es mi representante en el Congreso, tengo todo el derecho a decírselo. Donde sea y del modo que sea, mientras no la agravie. No me ocuparé del resto de su carta, puras chicanas. Pero terminaré estas líneas lamentando nuevamente su proceder: porque esta desdichada carta --que ojalá usted jamás hubiese escrito-- contiene el infaltable desprecio hacia la labor intelectual que torna diáfanos sus propios prejuicios, diputada, y que es el mismo que sienten tantos políticos argentinos, de todas las banderías. Me gustaría remitirla a las muchas páginas que escribí al respecto en mi ensayo El país de las maravillas. Pero como seguramente usted creerá que es un "chivo", espero que al menos lea a José Ingenieros. Seguro que le vendrá bien para despejar ignorancias y prejuicios, y sobre todo para escribirles cartas a sus verdaderos adversarios políticos, que ante "redondeos de pensamiento" como este suyo han de estar haciéndose un festival.
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