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El oficialismo y la oposición marcharon juntos hasta ahora en el tema Malvinas sustentados en la convicción de que la recuperación de las islas es una "cuestión de Estado". Pero, apenas dos días después de la firma del acuerdo entre Argentina y Gran Bretaña que contempla el restablecimiento de los vuelos al archipiélago, el proyecto impulsado por el peronista Fernando Maurette para cambiarle el nombre a Puerto Argentino sembró la discordia: la Alianza anticipó que no acompañará la iniciativa, después de calificarla como "apresurada" y atribuirla a un afán del Gobierno por complacer a los británicos. Maurette --cuya idea recibió el aval del gobernador bonaerense Eduardo Duhalde-- defendió su propuesta y señaló que "los tibios como los radicales han estado años y años y no lograron avanzar nada con Malvinas". La revisión de la toponimia de las Malvinas fue uno de los compromisos que asumió el Gobierno en el acuerdo que el miércoles pasado firmaron en Londres los cancilleres Guido Di Tella y Robin Cook. De eso se tomó Maurette para presentar en menos de 48 horas un proyecto en la Cámara de Diputados que propone borrar la denominación de Puerto Argentino con la que se hace referencia en los mapas nacionales a la capital de Malvinas. "Ese fue un nombre caprichoso que tocó nuestra sensibilidad, nuestro patriotismo, pero no lo hizo con un ánimo de reivindicación de las islas, sino para sostener un gobierno anticonstitucional y violento", argumentó el titular de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara baja en favor de su iniciativa. Puerto Argentino es el nombre con el que, por decreto y en plena guerra, el dictador Leopoldo Galtieri rebautizó el 16 de abril de 1982 a Puerto Stanley, tal como volvieron a denominar los kelpers a la capital de Malvinas una vez finalizado el conflicto armado. Lo que propone Maurette --con el apoyo de Di Tella-- es derogar aquel decreto de la dictadura y buscar otra denominación para la ciudad. Su proyecto contempla que el nuevo nombre se imponga previa consulta con la Academia Nacional de Geografía, la Academia de Historia y el Instituto Geográfico Militar. Los especialistas coinciden en señalar que la toponimia de los mares australes es un caos porque cada quien puso nombre a los lugares a su antojo: primero los conquistadores españoles, franceses e ingleses y mucho más acá en el tiempo hasta los militares argentinos. La geógrafa María Julia Loray recordó a Página/12, por ejemplo, el caso de las Georgias: "Los españoles las habían bautizado como islas de San Pedro". La primacía de las denominaciones inglesas obedece al alto grado de difusión que alcanzó por su calidad la cartografía británica. "Como los ingleses necesitaban buenas referencias para sus conquistas, sus cartas siempre fueron las mejores", explicó Loray. Ese, sin embargo, no es el caso de Puerto Stanley, que siempre se llamó así hasta que Galtieri le cambió el nombre. En 1764 los franceses fundaron Puerto Louis, pero no donde hoy se emplaza la capital de las islas, sino en una bahía más al norte. Al año siguiente, en 1765 los españoles compraron Malvinas y rebautizaron ese emplazamiento como Puerto Soledad. Stanley fue fundado por los ingleses en 1848, quince años después de desembarcar en el archipiélago. No es la posibilidad de que los especialistas no encuentren otro nombre que Stanley para denominar a la capital de la islas, sino la premura del oficialismo lo que frenó a la Alianza. "La política exterior hay que hacerla siguiendo contenidos y no slogans publicitarios", advirtió el radical Marcelo Stubrin, quien calificó el proyecto de Maurette como "apresurado y sobreactuado" y lo atribuyó a "una política de buenos modales sin nada a cambio". También lamentó que los peronistas "no puedan hacer política exterior si no hacen grandes titulares". "Me gustaría ver qué argumentos tienen para sostener un decreto de Galtieri", conjeturó Maurette. Y en tren de chicanas a la oposición agregó: "Si somos coherentes con todo lo que opinamos acerca del régimen militar, sus violaciones a los derechos humanos, violaciones a embarazadas, rapto de niños, no hay por qué tomar de esa etapa de la historia argentina algún hecho que nos parece simpático".
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