Por J.I.C. Sólo porque las cosas más extrañas
suelen ocurrir en la Copa Davis, Argentina aún no puede festejar la victoria final en
este match ante Venezuela, por el repechaje de la Zona Americana I. La jornada de ayer,
que terminó con un 2-1 parcial en favor del equipo nacional, debió haber concluido con
un definitivo 3-0. Es que así lo indicaba el sentido común. Sin embargo, Guillermo
Cañas se encargó de hacer trizas esa noción: en una actuación rayana con el desastre,
el argentino desperdició una ventaja de dos sets a favor y 5-0 en el tercer capítulo,
para caer por 3-6, 3-6, 7-6 (7-3), 6-3 y 6-3 ante el local Maurice Ruah, en la
continuación del partido suspendido anteayer. Sólo la posterior victoria en el doble de
Mariano Hood-Sebastián Prieto ante los venezolanos Ruah-Jimy Szymanski por 6-3, 6-4 y 7-6
(8-6), le devolvió al conjunto argentino la paz perdida.
Hoy será el día de la definición. A partir de las 11 de nuestro país (televisa TyC
Sports), Mariano Puerta y Maurice Ruah jugarán el cuarto punto. Y luego será el turno
del cruce Cañas-Szymanski que, de ser el decisivo, se convertirá en una prueba de
nervios para el argentino. Le costará mucho a Cañas olvidar lo ocurrido ayer. En
realidad, la pesadilla de semejante despilfarro le dure quizá toda la vida ...
Fiel exponente del travestismo tenístico, el segundo singlista argentino mostró sus dos
caras sobre el cemento del Centro Nacional de Tenis, en Caracas. Hasta el fatídico 6-3,
6-3 y 5-0, su actuación rozó la perfección. Sin errores, forzando siempre en el momento
justo, Cañas iba camino de una victoria por paliza. Pero cuando se vio frente a la
definición, su temple hizo un clic. El cuerpo dejó de responder a la cabeza. Y el miedo
se apoderó de su cuerpo.
Las pelotas que antes entraban, comenzaron a irse. Los winners se transformaron en
errores. Y el susto repercutió en su físico: a partir del 1-2 del cuarto parcial, los
calambres en las piernas y en su mano se hicieron presentes. Sin poder de reacción, el
argentino se rindió ante sus fantasmas. Y aún con dos sets por delante, la derrota
quedó sellada.
Nunca pensé que podía perder de esta manera: tenía todo a mi favor, pero mis
nervios y mi cabeza me traicionaron, dijo Cañas al borde del llanto, tras la
caída. No es ésta, sin embargo, la primera vez que su temple lo traiciona. Sin ir más
lejos, en 1998 le ocurrió tres veces: contra Fabrice Santoro en el Lipton; ante Francisco
Clavet en Wimbledon; y frente a Tim Henman en Toronto. A los tres los tuvo nocaut, pero en
ninguno de los casos pudo cerrar el partido a su favor. Ahora, ni siquiera la ayuda
psicológica que recibe desde febrero parece haberlo ayudado ...
Lo de Hood-Prieto, en cambio, sirvió para retemplar los ánimos. En su debut copero, la
pareja nacional no se dejó atrapar por el desánimo, sacó de juego al ruidoso público
local y no dejó espacio para otro acto heroico venezolano. En los tres sets, los
argentinos jamás estuvieron en desventaja. Y en el tie-break decisivo, se sobrepusieron a
un par de titubeos para asegurar la victoria y el tranquilizador 2-1 a favor.
El final del día encontró a todo el equipo argentino abrazado en el medio de la cancha,
celebrando el triunfo del doble. Por un momento, el festejo pareció desmedido. Pero
bastó repasar lo ocurrido en esta segunda jornada, llena de sorpresas, para comprender
que tanto salto y cantito era la única catarsis posible luego de semejante sufrimiento.
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