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“Una película es como un polvo,
la vas haciendo sobre la marcha”

Para Raúl Perrone, que acaba de concluir un nuevo largo, “Zapada”, realizado de manera completamente independiente, su cine no baja líneas ideológicas, sino que describe la realidad. “No me interesa y además no soy  un asistente social”, explica.

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El cine de Perrone empezó a circular con la trilogía de “Labios de churrasco”, “Graciadió” y “5 pa’l peso”.
“Yo hago un cine ansioso, quizás por esto de venir del dibujo y estar todo el tiempo solo”, dice de sus films.


Por Luis Vívori

t.gif (862 bytes) Dibujar caricaturas y dirigir cine son dos oficios que van de la mano en la vida de Raúl Perrone. Aunque el primero sea el sustento de toda su vida y el segundo se empecine en ser, por lo menos por ahora, sólo un hobby. Perrone, que hace cine con la austeridad como una de sus grandes banderas (sus películas no superan los $ 30.000), intenta reflejar retazos de una vida escondida “que lo tilda” pero sin por ello “bajar línea, porque no me interesa y además no soy un asistente social”. Explicando un poco más la motivación que lo lleva a filmar, cita a Osvaldo Soriano con eso “de que para que los fantasmas dejen de habitarte hay que sacarlos para afuera”, y que en el caso de Perrone toman una forma militante, casi fundamentalista. Autor de una trilogía integrada por Labios de churrasco, Graciadió y 5 pa’l peso, Perrone dialogó con Página/12 sobre el estreno de Zapada, su nueva película, y sobre la existencia de dos cines argentinos: el independiente, del que se siente parte, y el de los multimedios.
–¿Qué cambios se producen en “Zapada” con respecto a sus últimas películas?
–Con la trilogía llegué a un lugar que ya me cansó. Zapada es una ruptura generacional. Es una historia mínima, apenas 24 hs. Son dos tipos que van a un parque de diversiones a cobrar una guita que les deben y que nunca aparece. La zapada es la improvisación de lo que van a hacer hasta que llegue la noche y puedan cobrar la deuda. Es zapar en la vida y con la vida.
–A pesar de esa ruptura se puede divisar un estilo que las une y que no tiene referencias directas dentro del cine nacional. ¿Usted cómo lo define?
–La verdad es que no lo pensé demasiado. Podría decir que tiene que ver con la obra de Sam Shepard, una especie de realismo sucio. Quería hacer películas que fueran como fragmentos de vida. Me harté de que la gente necesite todo el tiempo información. La idea es que los espectadores entren a mis películas como a espiar y la verdad es que no todo el mundo lo entiende.
–Por ejemplo los actores.
–En general no me entienden. Me preguntan siempre qué es lo que viene y les digo que confíen en mí que soy el que tiene claro para dónde va la cosa. Necesitan un guión completo y conmigo no lo van a tener. Una película es como un polvo. Lo vas haciendo sobre la marcha, si estuviera escrito en un papel me aburriría enormemente.
–¿La buena comunicación no es fundamental en el cine?
–El tema es que yo hago un cine ansioso, quizá por esto de venir del dibujo y estar todo el tiempo solo. La cuestión ésta de trabajar con gente es todo un tema. En general sería más fácil para mí trabajar sin nadie alrededor. Los camarógrafos, los actores, los técnicos, etc., me retrasan. Es muy difícil la gente, poder comunicarse y que te entiendan, ésa es la verdad. El laburo del director es absolutamente solitario y lo más importante es cuando tenés el material final. Todo lo que pasa durante el rodaje es una anécdota, si pudiera evitarlo sería mejor.
–Con la ausencia de inversores y sin el apoyo del Instituto de Cine, da la sensación de que para poder filmar lo único que sirven son los contactos.
–No, yo no creo que haya que hacer lobby para realizar una película. Yo de hecho puedo. A mí me sorprende que en el último tiempo se me dé bola, por ejemplo. Creo que ya se está generando una expectativa. Por otro lado si hubiera pensado en esos términos no habría hecho una sola película. Lo importante es hacerla, después cómo mostrarla puede ser una anécdota.
–Aunque es cierto que resulte difícil ver una película suya en el festival de Mar del Plata que organiza el INCAA.
–A mí lo único que me sugiere ese festival es que están los que no deberían estar. A mí no me representa. Lo que trato de hacer es ser honesto conmigo y ahí nadie me representa, ni se preocupan para que uno pueda estar. A los tipos que van ahí jamás los considero en nada. Ni siquiera en la forma de pensar lo que es el cine. Las películas se hacen desde el corazón. Todo lo otro forma parte del pedorreo. Y la verdad no me interesa perderme tres meses en el pasillo del instituto haciendo lobby.
–¿Usted qué cambios le haría a este INCAA conducido por Julio Maharbiz?
–A mí me parece que tendría que tener una guita destinada a aquellos tipos que hacemos un cine independiente.
–Si hay un cine argentino independiente, ¿cuál es el otro cine argentino?
–En primera instancia hay que decir que sin dudas hay dos tipos de cine. Incluso los más optimistas hablan de la existencia de un movimiento del cine independiente paralelo al que hacen los multimedios. Mirá como será que ahora todos quieren ser independientes, hasta los que no lo son en los términos más elementales. Debe ser como una moda y éstas pasan y quedan los que siguen laburando sin creerse nada. En síntesis creo que hay un cine de ideas y otro comercial. No importa quién copió a quién o dónde está la influencia, pero la división está muy clara. Para graficar un poco más te puedo decir que desde que hago cine siempre tuve la fantasía de que se vieran mis películas por quien las hizo y no por quienes trabajan en ellas. Con falsa modestia debo decir que logré mi objetivo. Toda mi vida luché por un cine de autor y cada vez tenemos más películas dentro de este movimiento. Pero ojo, pienso que debe existir el cine de Suar para que sepan que estamos nosotros, para poder elegir, para poder comparar. Los dos cines van por vías separadas, no hay una disputa.
–En el contexto de este movimiento de cine independiente, ¿qué le parece que aportó “Mundo grúa”, tal vez la película que ha tenido mayor exhibición?
–Me parece bueno que tenga apoyo porque demuestra que de esa manera estas películas van a funcionar más allá de sus méritos, que por cierto Mundo grúa los tiene. Este camino ya lo abrió Pizza, birra y faso. Ojalá los productores recuperen la plata para que sigan invirtiendo en este tipo de proyectos.

 

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