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DOS Los colores technicolor --los colores verdaderos, dicen-- de El jardín de las delicias o los frescos de la Capilla Sixtina producen, también, cierto desconcierto ante la idea de la restauración. Uno se había acostumbrado a verlos viejos; el paso del tiempo sobre ellos era parte importante de su autenticidad. La restauración es la puesta en práctica de la eliminación del tiempo transcurrido. Una cirugía plástica que no engaña a nadie y que firma otro y, acaso, una abominación del orden natural de las cosas porque: ¿si murió el autor del cuadro por qué no dejar que el cuadro vaya experimentando también una lenta agonía?
TRES La idea de la falsificación, sin embargo, es mucho más interesante porque restaura lo que nunca existió. De ahí el atractivo criminal de todos esos papeles en blanco que, dice, firmaron Picasso y Dalí en los bordes de la muerte. ¿Por qué lo habrán hecho? ¿Por hacerle un favor a nadie? ¿Por joder? ¿O porque semejante gesto los acercaba un poco más a la idea de Dios que tenían de sí mismos perpetuándose desde el Más Allá? Quién sabe... Lo cierto es que la idea de lo verdadero o falso siempre funciona y fascina porque --en esencia y en resumen-- la posibilidad de la mentira es lo que distingue al hombre del animal.
CUATRO Lo que me lleva --verdadero o falso-- a: ¿alguna vez han visto a un argentino intentar cambiar un peso argentino por un dólar en el extranjero? Miran los billetes, sonríen, "son falsos", afirman. El argentino discute y les dice que "no, son verdaderos". "De acuerdo", dicen ellos, "son verdaderos; pero no existen". Alguien, otro, se aproxima y dice que "como mucho, un peso vale unos cuarenta centavos de dólar. Pero no nos interesa...". El argentino, casi llorando, explica que en Argentina no es así: que un peso es un dólar. "¿La Argentina?", sonríen otra vez. "No existe, es falsa, es un país falsificado", aseguran. La discusión continúa y continúa en una estación de tren de frontera y uno sigue contemplando el episodio como si fuera un cuadro titulado, por ejemplo, La lección de economía o El argentino de la mano en el bolsillo. Afuera, sube la luna y cae la Bolsa y uno se pregunta si el hombre --hecho a imagen y semejanza de Dios-- será un cuadro original firmado y reconocido o una falsificación que no deja de crecer y multiplicarse a la espera de ser restaurado y devuelto a sus colores originales.
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