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Hoy debía reiniciarse el diálogo entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno colombiano. Pero las negociaciones naufragaron ante un problema clave: el de la llamada "zona de distensión", que comprende 42.000 km2 cedidos provisoriamente por el presidente Andrés Pastrana al control de las FARC. Según varios analistas y militares, las FARC organizaron desde allí su marcha sobre Bogotá hace dos semanas. Las partes no pudieron ponerse de acuerdo sobre la composición de una comisión que investigaría las actividades de la guerrilla en el área de distensión. Los negociadores se reunirán recién a fin de mes para destrabar el problema. Las FARC no moderan su despliegue militar, y atacaron una patrulla del ejército colombiano cerca de Bogotá, en un encuentro que dejó un guerrillero y cinco soldados muertos. Y los paramilitares derechistas de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) mataron ayer a 14 jóvenes en la localidad de Tibú, fronteriza con Venezuela. "De laboratorio de paz, las FARC convirtieron a la zona (de distensión) en una máquina de guerra". La declaración del jefe del Ejército Colombiano Fernando Tapias ilustra la disputa que impidió que continuaran hoy las negociaciones de paz. El ejército acusó a la guerrilla de militarizar la zona y de montar desde allí su marcha sobre Bogotá de hace dos semanas, y el Fiscal General Alfonso Gómez reveló que investiga denuncias sobre el asesinato de un centenar de personas en la zona desde que tomaron control las FARC. La próxima ronda de negociaciones está planeada para el 30 de julio. El negociador del gobierno Fabio Valencia afirmó que no consideraba el aplazo como "un revés", y Raúl Reyes de las FARC reafirmó la "voluntad inquebrantable" de la guerrilla para llegar a un compromiso. El presidente Pastrana declaró que continuaría buscando la paz, pero el líder opositor Horacio Serpa lo acusó ayer de "entregar todo a cambio de nada". Las FARC rechazaron un cese del fuego, y continúan con sus operaciones en las afueras de Bogotá. Su ataque contra la patrulla del ejército se sospecha que fue parte de un operativo para liberar a los prisioneros de la guerrilla retenidos en la cárcel de La Picota. Pero las autoridades no descartan que haya un preliminar para una nueva ofensiva, y redoblaron la vigilancia en la capital. En el noreste del país, la situación militar se tornó confusa ayer desde el ataque contra la localidad de Tibú. Según un vocero militar, siete personas --14, dice la prensa local-- fueron asesinados por un grupo armado, "presumiblemente de las AUC", y 20 fueron secuestrados. El mismo grupo atacó un cuartel policial con morteros y ametralladoras, y "hostigaron" a un batallón contraguerrillero. Las AUC frecuentemente atacan a civiles a los que acusan de "auxiliar" a sus enemigos. Pero el vocero militar tampoco descartó que la responsabilidad del acto fuera de los guerrilleros del (guevarista) Ejército de Liberación Nacional (ELN), que "tienen una fuerte presencia en la región".
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