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Estados Unidos aumentó su presión sobre Pekín para que cese la disputa entre China y Taiwan. El presidente norteamericano Bill Clinton llamó por teléfono a su colega chino, Jiang Zemin, para instarlo a resolver pacíficamente la cuestión de la independencia de Taiwan. Mientras tanto, ambas entidades políticas siguen mostrándose los dientes con ejercicios militares y anuncios amenazadores. Un diario oficial chino, Shenghuo Shibao, mencionó la realización de "ejercicios militares de ataque a gran escala, en una determinada región militar". El periódico de Hong Kong Wen Wei Po, respaldado por China, publicó ayer en primera plana que Pekín "no renunciará a la fuerza para contrarrestar la independencia de Taiwan". Según el vocero de la Casa Blanca, David Leavy, Clinton se cuidó de asegurarle a Jiang que Washington no compartía la postura del presidente de Taiwan, Lee Teng-hui, de abandonar la política de "una sola China". Se refería a las declaraciones que habían encendido la mecha del escándalo, cuando Lee manifestó la semana pasada a una radio alemana que las negociaciones entre China y Taiwan debían realizarse a nivel de Estados. Esto viola el principio por el cual China continental y la isla se reconocen como parte del mismo país, pero con dos entidades políticas diferentes. La postura de Estados Unidos es clave en el conflicto entre "ambas Chinas". Taiwan, una entidad formada por los nacionalistas chinos de Chiang Kai Shek en 1949 luego de su derrota contra los comunistas de Mao Tse Tung, fue apoyada política y económicamente por Washington hasta 1979. Luego de ese año, como consecuencia de sus renovadas relaciones diplomáticas con China, Estados Unidos apoyó el principio de "una sola China" esgrimido por Pekín. Sin embargo, China suspendió los diálogos con Taiwan al respecto luego de una visita del presidente taiwanés a Estados Unidos en 1995. Un año después, maniobras militares chinas provocaron el envío de la Séptima Flota norteamericana al estrecho que separa a China de Taiwan. La perspectiva de las actuales maniobras por ambas partes --Taiwan había declarado el segundo estado de alerta en la isla de Kinmen, a sólo dos kilómetros de la costa china-- es el de "un ensayo de movilización en tiempo de guerra", tal como definió el Wei Wen Po a las más de 100 naves civiles que el viernes realizaron ejercicios en la provincia china de Fujián, a unos 160 kilómetros de Taiwan. Estos ejercicios duraron 12 horas y fueron presenciados por Su Jing, subjefe del Estado Mayor Conjunto de la región militar de Nanjing. El jueves, como parte central de sus amenazas, China había anunciado que tenía la capacidad de fabricar la bomba de neutrones. China reclama una retractación pública por parte del presidente taiwanés. Algunos expertos extranjeros creen que, si la crisis actual no se soluciona, Pekín podría recurrir a una demostración de fuerza con más maniobras militares en el estrecho de Taiwan durante las próximas semanas o incluso cuando se aproxime el 50º aniversario de la fundación del régimen comunista, el 1º de octubre próximo. Esta escalada de tensión también podría dar por tierra con el diálogo que China y Taiwan habían reanudado al año pasado y cuyas negociaciones debían comenzar en dos meses, cuando el principal negociador chino, Wang Daohan, iba a realizar una visita oficial a Taiwan. China aún no se pronunció sobre el asunto. Pero la suspensión del viaje ya parece inminente.
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