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Por Chris Bird El regreso de refugiados serbios, que habían huido cuando la OTAN ocupó la provincia yugoslava de Kosovo, hizo que la población de Gorazdevac ascendiera a 300, apenas un décimo de lo que era antes de la ofensiva atlantista contra el régimen de Belgrado. Y unos 53 ya se volvieron ayer, escoltados por soldados italianos. Nikola Jovanovic, de 49 años y ex-soldado, ya envió de vuelta a su esposa y a su hijo de ocho años a Serbia central. "De día, los albaneses no disparan, pero después, todas las noches, empiezan", explicó. Los que se quedan tienen miedo de arriesgarse por el camino a la cercana Pec a trabajar o a buscar comida, a menos que los escolten los italianos. Los riesgos son muy reales. La Cruz Roja estima que más de 100 serbios desaparecieron desde que la OTAN entró en Kosovo. Incluso los campos en las afueras de Gorazdevac siguen sin ser explotados, porque los serbios tienen miedo al secuestro o al asesinato. Y las celebraciones albanesas para conmemorar a sus víctimas continúan, como la de ayer, cuando más de 2000 personas se reunieron en la ciudad vecina de Qyshk para recordar a sus muertos por los paramilitares serbios. La OTAN estima que tres cuartos de los hogares albaneses en la región de Pec fueron destruidos por los albaneses. Líderes de la comunidad albano-kosovar como Ibrahim Rugova siguen hablando de un Kosovo multiétnico, pero pocos albaneses étnicos quieren que los serbios se queden. De los casi 200.000 serbios que había en Kosovo antes de la ofensiva atlantista quedan unos 50.000.
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Los pedidos
a los albaneses étnicos de Kosovo para que interrumpan su venganza contra los serbios
cayeron en saco roto. Gorazdevac es un buen ejemplo. La OTAN procuró construir un cordón
de acero alrededor de la ciudad. Una unidad de artillería italiana la custodia. El Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) identificó a Gorazdevac
como el lugar donde volvió el mayor contingente de serbios.