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Terror en los Estrechos Por Claudio Uriarte |
![]() El desafío al mundo militarmente unipolar que significaron las movidas chinas de la semana pasada puede tener un primer escenario de respuesta en la propia esfera de influencia de Pekín (si es que el presidente taiwanés Lee Teng-hui no se retracta de su afirmación independentista de que las relaciones entre China y Taiwan deben manejarse de acuerdo al modelo "de Estado a Estado"). Un primer instinto norteamericano puede ser intensificar sus relaciones militares con Japón, país cuyas Fuerzas de Autodefensa excluyen cualquier posibilidad ofensiva y que vuelve a estar amenazado por un nuevo misil balístico que estaría a punto de ser probado por la stalinista Corea del Norte. El reforzamiento puede ir más allá de una intensificación de las maniobras de la Armada norteamericana en los mares del Japón y del Este y el Sur de China, para llegar hasta la entrega de tecnología antimisilística a Japón. Si esa entrega se hace extensible a Taiwan, entonces se estará ante el equivalente de un cambio de política norteamericana, que pasaría a respaldar de facto las aspiraciones independentistas de la isla. Lo que implicaría una crisis mayor. Pero aún si la tecnología militar antimisiles no encuentra un primer escenario de difusión en el este asiático, parece claro que ha llegado para quedarse. Esto es así principalmente por la disolución del viejo orden bipolar, donde la amenaza nuclear sólo podía venir del lado soviético, lo que incentivaba un "equilibrio del terror" donde la creación de defensas antimisiles podía ser leída por la otra parte como manifestación de una intención ofensiva. Ahora, en cambio, las amenazas nucleares vienen de muchos lados y el "equilibrio del terror" se ha roto, lo que implica que hay menos equilibrio y más terror.
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