Por Esteban Pintos
La frase
inmortalizada en el tango Volver (Que veinte años no es nada...),
casi siempre citada para demostrar la inexistencia de la huella del tiempo, no tiene
sentido en este caso. Veinte años es mucho. Sobre todo si se trata del estadio cubierto
de la avenida Del Libertador al 7300, en pleno barrio de Núñez, perteneciente al Club
Obras Sanitarias. Desde 1979, cuando Luis Alberto Spinetta lo inauguró para los
espectáculos de rock, ese estadio fue simplemente Obras, la meca, el templo,
el lugar en donde se concretaban todas las fantasías de grandeza de cualquier músico.
Por el escenario de Obras pasaron The Police, Seru Giran, The Ramones, Almendra, Kiss,
Soda Stereo, David Byrne, Sumo, BB King, Los Fabulosos Cadillacs, Kraftwerk, Patricio Rey
y sus Redonditos de Ricota, Red Hot Chili Peppers, Los Piojos, Bryan Ferry, Pappo, Jaime
Roos, James Brown, Osvaldo Pugliese, Gilberto Gil, Silvio Rodríguez y un extensísimo
números de bandas y solistas de nombre, nacionales e internacionales, vanguardistas y
populares. Como estadio de básquetbol o recinto cerrado apto para todo, también
estuvieron allí Felipe González y Magic Johnson, Raúl Alfonsín y Scottie Pippen,
Carlos Menem y Björn Borg. Vaya si Obras tuvo visitantes ilustres en todos estos años.
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Los Redondos sostuvieron durante
mucho tiempo que nunca tocarían allí.
El estadio fue escenario de la noche negra que se llevó a Bulacio. |
Hoy, a veinte años de aquel seminal show de Spinetta ocurrido durante
la etapa que su hijo Dante definió como de jazz aburrido (un par de meses
después de aquel primer show, el Flaco compartió escenario con Jan Hammer, un ilustre de
aquel palo del jazz rock), la actividad musical fundamentalmente rockera no se
ha reducido. Al contrario, luego de una pausa de año y medio, obligada fundamentalmente
por reclamos vecinales debido a los famosos ruidos molestos y de una nueva
gestión concesionaria a cargo de la empresa Up Stage (que ahora cerró trato con DG
Producciones para la producción de recitales), Obras ofreció en 1999 una extensa
cartelera que promete continuar hasta fin de año con shows de Divididos, Los Piojos,
Blur, Red Hot Chili Peppers, The Offspring, Almafuerte y otros tantos, aún por confirmar.
Las razones de la vigencia del estadio como centro del espectáculo de mediana
convocatoria masiva a mitad de camino entre un teatro y un estadio de fútbol
tienen que ver con su ubicación, facilidades de acceso y desconcentración, comodidades
de camarines para los artistas y una más o menos cómoda y certera visión para los
espectadores. Luego de las reformas edilicias que le dieron un aspecto más teatral (una
especie de foyer como antesala al recinto, mayores medidas de acustización, ampliación
de la seguridad en puertas y salidas de escape en caso de alguna emergencia), el estadio
cubierto que es casi único en Buenos Aires habría que pensar como alternativas en
el de Parque Sarmiento, que fue sustituto en su momento, o en el histórico
Luna Park, poco afecto al rock por decisión de sus dueños vio algo
reducida su capacidad (no más de 4500 personas cómodas), mejoradas sus condiciones de
seguridad y aumentada notablemente su temperatura interior. Ese parece ser el único
inconveniente real en este momento: ya sea en diciembre o julio, con estas reformas, hace
mucho calor dentro del estadio y eso no parece tener solución. Pese a todo, sigue siendo
la única alternativa interesante para la realización de este tipo de espectáculos,
archivada hasta mejor coyuntura económica (o política) la construcción de lo que en
Estados Unidos se conoce como arena, o sea un estadio cubierto moderno y funcional,
concebido para todo tipo de espectáculos y con una capacidad promedio de 15 o 20.000
personas. El viejo sueño de un Madison Square Garden (la arena más famosa del mundo) en
Buenos Aires seguirá siendo, por ahora, un proyecto.
En los 80, Chick
Corea comprobó el fervor del público de jazz.
Con la última reforma, Obras quedó cerca de lo irrespirable. |
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La historia del estadio de Obras arranca en años de plomo. El presidente del club, Miguel
Mancini, concibió la idea de su construcción en 1977 y concretó su inauguración, a un
costo de dos millones de dólares, en junio de 1978. Paralelo al Mundial de fútbol, Obras
inauguró su estadio con el campeonato de clubes de básquetbol más importante de ese
momento, la Copa William Jones. De ahí en más, fue el escenario de cientos de
nochesmemorables de música, vividas con igual intensidad y pasión por artistas y
público.
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León Gieco y Víctor Heredia pasearon su
sociedad por el estadio.
Allí se ha visto desde jazz rock hasta el punk de Sex Pistols. |
Allí, por otra parte, pasaron algunas cosas bien importantes. Almendra volvió a juntarse
después de diez años. Silvio Rodríguez y Pablo Milanés hicieron catorce funciones a
lleno total en 1984. Los neoyorquinos Ramones sellaron su romance incondicional con el
público argentino, ostentado el récord de funciones: 21, entre febrero del 87 y octubre
del 95. Los Redonditos de Ricota rompieron un dogma y se subieron a ese escenario (y en la
puerta de uno de esos shows se llevaron detenido a Walter Bulacio). Pappo batió un
récord de insistencia y resistencia musical, con un show de ¡seis horas! The Police
tocó la música del futuro que pocos entendieron en un solo y demoledor recital. Fito
Páez tocó por primera vez su estremecedora canción Ciudad de pobres
corazones. Los Sex Pistols mostraron todo su cinismo en un show para el olvido. Seru
Giran cerró su brillante etapa en los ochenta (del regreso mejor no
acordarse). Soda Stereo invitó a las nuevas bandas modernas de principios de los 90
en su presentación de Dynamo. Diego Maradona se subió al escenario para escuchar
su canción, interpretada por Los Piojos. La lista de grandes e inolvidables
momentos llevaría, casi, veinte años de reseña.
OPINION
UN LUGAR, TRES GENERACIONES |
La gente está cerca
Luis fue el primero que tocó en Obras, con
la banda que tenía en ese momento. Después volvió para tocar con Jan Hammer, y esos dos
shows fueron la conexión para que Almendra hiciera sus recitales de la reunión ahí: de
esos contactos que tenía Alberto Ohanian como productor surgió la posibilidad de hacerlo
en Obras. También, recuerdo que en principio estábamos indecisos sobre si hacer los
recitales en un teatro o en un estadio, porque no sabíamos cuánta gente podía ir.
Finalmente fue mejor de lo que esperábamos: en principio eran tres shows y finalmente
fueron seis. Buenísimo. Además, grabamos el disco en vivo de aquella reunión, Almendra
en Obras y salió muy bien: no hubo rebote de sonido de ninguna clase, todo quedó bien.
Yo en aquel momento lo sentía como un lugar en cierto modo virgen todavía y eso, creo,
ayudó. Nosotros teníamos un training grosso en eso de tocar en lugares no precisamente
aptos para sonar bien, tipo galpones, y eso no nos afectó. Es más, en ese momento Obras
Sanitarias tenía butacas en el piso, debajo del escenario, y eso creaba una atmósfera de
auditorio que hoy ya no tiene. Recuerdo que unos pibes que vieron el video de aquellos
recitales hace poco tiempo, se asombraban de ver el estadio con butacas. Además, a
diferencia de cualquier otro auditorio, en Obras se ve bien desde todos los lados, y eso
incluye a los que están arriba del escenario: es una linda sensación para el músico
tener a la gente tan cerca. Para mí tiene un significado especial. (Rodolfo García,
baterista de Almendra)
Unas noches gloriosas
Siempre supe que tocar en Obras era muy importante, allí fui a ver cientos de conciertos.
Y creo que también vi el primero de una banda argentina, tocaba Raúl
Porchetto en la época de Televisión y Metegol, cuando su banda estaba formada por Willy
Iturri, Alfredo Toth y Pablo Guyot. La primera vez de Soda fue en la época de Nada
personal. Y sentí la energía de estar parado de un escenario histórico, era una
sensación única de estoy sobre el escenario de Obras.... Es como un
monumento para los músicos argentinos, además tiene una linda medida si la gente está
parada debajo del escenario. Claro, siempre hay problemas de rebote de sonido, pero eso
sucede en casi todos los lugares de Buenos Aires que no sean un teatro. También pude
disfrutar de dos Obras distintos: el estadio y la cancha de rugby, afuera. Aquel show de
presentación de Doble vida sucedió en un contexto especial, la rebelión carapintada de
Seineldín, también porque habíamos concebido un formato de producción que nunca
habíamos utilizado (una profundidad de escenario mayor, sistemas de sonido colgados), y
además estuvo Carlos Alomar como invitado. Nuestra última vez fue con Dynamo, en
diciembre del 92. Fue una sensación distinta, porque lo pensamos como un escenario
llano y porque como soporte estuvieron varias bandas nuevas de aquel momento. Después no
tocamos más y elegimos teatros porque queríamos más hi fi, otra clase de visión para
el público y otro concepto escenográfico. Pero en Obras pasamos noches gloriosas, que no
me olvido. (Charly Alberti, baterista de Soda Stereo)
Una boca gigante
La primera vez que fui a Obras fue para un recital de Sumo, cuando
presentaron Llegando los monos. Fue alucinante. Era 1986, yo tenía 18 años, recién
había terminado la secundaria, trabajaba en una compañía de seguros y estudiaba en la
facultad. Todavía formar parte de una banda de rock era como un sueño para mí. También
recuerdo haber visto uno de esos primeros recitales de Los Redondos, cuando se había
armado toda esa polémica sobre si debían o no tocar ahí. Ya con Los Piojos, llegar a
Obras fue como una consecuencia natural del crecimiento de convocatoria. De tocar en
Arpegios pasamos a La Trastienda y a Dr. Jekyll y de ahí no había mucho más para
elegir, grande, en la Capital. Sin embargo, nuestra primera vez en Obras había sido mucho
antes. Era un show de Los Perros Calientes, y como habían vendido pocas entradas, nuestra
compañía discográfica de entonces (Del Cielito) nos llamó para ver si queríamos tocar
antes. Llevamos apenas 400 personas, pero igual fue impactante para mí: me sorprendió lo
grande que era el escenario, y además sentí el peso de un seguidor lumínico tan potente
como nunca había sentido. Era como la sensación de estar frente a una boca gigante
oscura. Ahora que ya hemos tocado varias veces en Obras puedo decir que es muy lindo. Es
acogedor y cálido, ves a la gente y la gente te ve bien, hay una buena acústica, tiene
buenos accesos y camarines cómodos. Además, será para siempre inolvidable para Los
Piojos: ahí fue donde Maradona se subió al escenario mientras tocábamos
Maradó. (Andrés Ciro, cantante de Los Piojos) |
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