En una mañana llena de palabras, certeras palabras, lo que más atronó fue el silencio. Silencio a las 9.53 cuando el shofar anunció que cinco años atrás se había posado la muerte. Silencio para convocar la memoria de las víctimas. Silencio para compartir los discursos. Silencio concentrado en el dolor que resaltó los aplausos ante la crítica al gobierno que garantizó la impunidad, la policía cómplice de los atentados, los jueces inútiles en el mejor de los casos, la oposición tibia, la dirigencia comprometida con el poder. Un silencio seguro de sí mismo que atronará hasta obtener justicia.
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