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El presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, recibió en el Palacio de la Alborada a los jugadores de la selección que conquistaron la Copa América al derrotar a Uruguay 3-0 en Asunción. El fútbol, que más que deporte es pasión y como toda pasión supera cualquier racionalidad, tiene razones para estar de fiesta cuando en la tierra de Pelé, Garrincha, Zico, Romario y Ronaldo se celebra la semana de ése que un día fue un lujo de elites y hoy es pura alegría popular. El jefe de Estado agradeció a los jugadores y los señaló como un ejemplo para Brasil. Cardoso agregó que si hay algo que marca nuestra cultura, así como el Carnaval, es el fútbol. Tras la ceremonia de homenaje a la selección, que duró menos de diez minutos, el mandatario mandó abrir los portones del palacio para que los aficionados pudieran entrar y ver de cerca a los jugadores. Además de los futbolistas estuvieron el director técnico Wanderley Luxemburgo, miembros de la comisión técnica y el presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, Ricardo Teixeira. La mayor parte de los jugadores de la selección que juegan en Europa empezaron de inmediato unos días de vacaciones. El resto embarcó anoche hacia México, donde a partir del día 24, Brasil participa en la Copa de las Confederaciones. Al exitoso director técnico brasileño Wanderley Luxemburgo hay un espejo en el cual le encantaría reflejarse: uno que le devuelva la imagen del alemán Franz Beckenbauer. Me impresiona muchísimo la elegancia de Beckenbauer, y esa creo que es la imagen que tiene que mostrar el fútbol brasileño, le confió el técnico de la selección brasileña a un periodista inglés cuando todavía no había alcanzado la fama internacional que ahora disfruta con el equipo tetracampeón. Sin embargo, por lo demostrado por su conjunto en la Copa América Paraguay 99, donde Luxemburgo alcanzó su primer título a nivel internacional, da la impresión de que no sólo quiere parecerse al Kaiser por su vestimenta. De la mano de Luxemburgo Brasil defendió con éxito su título continental, aunque mostrando pinceladas de jogo bonito y dando lugar a un estilo mucho más europeizado. De alguna forma, Luxemburgo responde a una convicción: es perfeccionista. Siempre está con sus apuntes, es un loco de la informática y le encanta enfundarse en trajes de corte fino, iguales a los que usa Beckenbauer. Licenciado en administración de empresas, desde hace algunos años cuenta con los servicios de una agencia de publicidad que cuida su imagen y se ocupa, en parte, de su relación con la prensa. Brasil vive su fiesta tras la coronación en Asunción y es uno de los lugares en el mundo donde más se respira la pasión futbolera, ya sea en el rocío y en la arena de las playas, en el lujo de los barrios ricos, en la pobreza de las favelas y en el aire aún limpio del campo. Sin los niños descalzos jugando en las playas o los morros, no habría Brasil campeón. Ni Wanderley queriendo parecerse a Beckenbauer.
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