Por Irina Hauser Nunca trabajé en el ex
Concejo Deliberante. Así lo aclararon varias veces un taxista, un cartonero
analfabeto, un peluquero, una jubilada, un militante político, una anciana minusválida,
y otros cientos de personas cuyos nombres fueron utilizados para que alguien
cobrara sueldos sin trabajar. Sus testimonios alimentaron la famosa causa de los
ñoquis del viejo órgano legislativo porteño que se instruye desde 1996 pero
que todavía no había revelado responsables. Ayer, el juez Alberto Baños ordenó el
arresto de tres ex presidentes del Concejo: el actual diputado duhaldista Eduardo Rollano,
el radical Juan Trilla y el justicialista José Manuel Pico. También pidió la captura
del enemigo íntimo de Fernando de la Rúa, Eliseo Roselló, de la mujer de Pico, Claudia
Cabezón, del ex concejal Roberto Larrosa, y de otros tres radicales. El magistrado cree
que son autores del delito de malversación de fondos públicos reiterada. Lo curioso es
que, pese a que la resolución del juez tiene fecha del viernes pasado, hasta ayer a la
noche la Policía Federal no había detenido a nadie.
Hasta ayer a la noche todavía no se había concretado la detención de ninguno de los
buscados, según informó a este diario la División de Investigaciones Preventivas, a
cargo del operativo. Algunos de los domicilios que figuran en el oficio judicial no
están actualizados. Otras personas no fueron encontradas y ante semejante escándalo es
difícil que estuvieran en sus casas, explicó un vocero del área. Igualmente
-aclaró, se están haciendo tareas de inteligencia.
En la lista de nueve detenciones ordenadas por Baños también figuran los radicales Luis
Alberto Sánchez, Braulio Feliú y Carlos Bernardou. En el caso de Trilla, el juez
resolvió concederle arresto domiciliario en virtud de sus 76 años de edad. A Rollano
todavía no lo pueden detener porque previamente tendrá que ser despojado de sus fueros
de diputado. En cuanto a Pico, ya está preso por asociación ilícita y las nuevas
acusaciones se sumarán a su prontuario. Pero Baños además pidió que se tomen 32
indagatorias ante la férrea sospecha de estar frente a una maniobra delictiva de
vasto alcance, dice la resolución judicial. En esa nómina, compuesta ante todo por
ex concejales y sus colaboradores, figuran Rubén Clienti y Eduardo Pacheco, dos actuales
legisladores porteños del radicalismo. A ellos se agregan otros como, por ejemplo, el ex
convencional constituyente Víctor Hugo Salazar (UCR) y Eduardo Trilla (UCR).
El expediente sobre los ñoquis del ex Concejo Deliberante de la Ciudad de
Buenos Aires pone sobre el tapete los increíbles alcances que puede tener la
financiación ilegal de la política. En la investigación judicial, un grupo de fiscales
(Mónica Cuñarro, Horacio Amelotti, Augusto Troncoso, Joaquín Gaset y Marcelo Roma),
comandados por Norberto Quantín, juntó evidencias sobre la responsabilidad de
funcionarios de diferentes partidos políticos en designaciones de personas que eran
engañadas con surtidos artilugios para hacerlas figurar en cargos que no ocupaban, o de
familiares y/o amigos que cobraban aunque no se desempeñaran en ningún puesto público.
En muchos casos se trataba de puestos de director del Concejo, cuyo sueldo equivalía a
unos 2500 pesos.
Los investigadores calcularon que la defraudación al Estado roza los cinco millones de
pesos, como mínimo. El año pasado ya habían pedido varias de las indagatorias que ahora
fueron impulsadas por Baños. El juez que habría llegado al sillón de juez de la
mano del actual titular de la SIDE, Hugo Anzorreguy también dispuso la inhibición
general de los bienes de los sospechosos y que se investigue su patrimonio.
El ex concejal Roberto Larrosa, por ejemplo, está acusado de engendrar al menos 10
ñoquis involuntarios, o sea, gente cuya identidad se utilizó para que otros
cobraran sueldos, informó un allegado al equipo de fiscales. Larrosa también es
investigado por el secuestro de Artemio Martínez, un cartonero analfabeto que es uno de
los damnificados en cuestión. El ex concejal Humberto Bonanata, que fue llamado a
indagatoria, está sospechado junto a Braulio Feliú de inventar al menos 30 cargos en el
ex Concejo (aunque se investigan 30 casos más). A Juan Trilla se le adjudican unos seis
ñoquis, a Roselló dos y a Pico, cuatro.
Según pudo saber Página/12 varios de los fiscales están conformes con la nueva medida.
Pero todavía aguardan con expectativas que la Cámara de Apelaciones resuelva dos
recursos que presentaron. En uno de ellos acusaron al magistrado por retardo de
justicia. En el otro cuestionaron las 697 indagatorias ordenadas por Baños el 30 de
diciembre del año pasado en las que citaba como sospechosas a personas cuyo carácter de
damnificadas por algún concejal había quedado probado. Los fiscales advirtieron entonces
sobre una maniobra destinada a paralizar el expediente.
Fuentes de la investigación deslizaron que días atrás había circulado el rumor de que
la resolución de los camaristas podría desplazar a Baños de la causa y que, en función
de eso, habría apurado un desenlace. Las mismas fuentes manifestaron su preocupación
porque todavía no se dispuso la detención de otros ex concejales sobre los que caen
serias dudas, como el actual legislador Rubén Gabriele (acusado de cobrar sueldos de unas
seis personas), el ex concejal justicialista Juan Carlos Suardi (a quien se le adjudican
dos ñoquis), el ucedeísta Jorge Pirra (señalado por al menos cinco casos de ñoquis y
acusado de enriquecimiento ilícito) y el ex concejal del PJ Domingo Sandá (que habría
cobrado sueldos de dos cargos truchos).
Ser ñoqui sin saberlo En el escándalo que envuelve a ex legisladores y presidentes del ex
Concejo Deliberante se han detectado siniestros mecanismos repetidos de nombrar personas
en cargos sin que ellas lo supieran.
Concepción Caparra, jubilada evangelista de 76 años, había ido al Concejo
Deliberante porque le dijeron que allí entregaban subsidios para pobres. Llenó un
formulario y durante cuatro meses cobró 290 pesos. Sin embargo, estaba nombrada como
directora con un sueldo de 2447 pesos con la firma del ex concejal radical Roberto
Larrosa.
Hugo Gómez declaró ante la Justicia que es taxista, que jamás estuvo afiliado a
ningún partido político y que sólo alguna vez la unidad básica del PJ de San Telmo le
pagó 80 pesos para que llevara y trajera gente para votar en una interna. Según la
pesquisa, el ex concejal del PJ Juan Carlos Suardi y su secretaria lo hicieron aparecer
como empleado del ex Concejo.
Cuando fue a la pesca de algún rebusque en el Club Atlético Sacachispas, Artemio
Silvestre Martínez, habitante (analfabeto) de una villa en Lugano, le pidió a Larrosa,
titular de la entidad deportiva, que sus chicos accedieran a las vacunas. Sin saberlo,
puso su huella dactilar como firma en un nombramiento de director del ex órgano
legislativo porteño. |
LOS RADICALES CREEN EN UNA JUGADA POLITICA
No parece que sea casual
Ninguno
se animó a expresar sus sospechas en voz alta. Pero los principales dirigentes del
radicalismo porteño coincidieron ayer en sembrar dudas sobre la actuación del juez
Alberto Baños, quien investiga el escándalo de los ñoquis en el Concejo Deliberante. El
magistrado ordenó la captura de nueve dirigentes seis de ellos radicales y
citó a indagatoria a otros 32, entre los que se encuentran los legisladores de la UCR,
Roberto Clienti y Eduardo Pacheco. No parece casualidad que el juez libre la orden
de detención con tanta espectacularidad, en el comienzo de la feria judicial, era
el clásico comentario.
Baños tiene ganas de trabajar en la feria. Se va a pasar los próximos días
tomando indagatorias, decían ayer, con una mezcla de preocupación y sospecha, los
radicales porteños. Pero las dudas no sólo apuntaron a la fecha de la orden del juez,
librada el viernes pasado, el último día hábil antes de la feria judicial que comenzó
el lunes. Baños pidió nueve detenciones. Es fácil darse cuenta de que el
menemismo no perdió nada: (José Manuel) Pico ya está preso, Claudia Cabezón es su
mujer y Eduardo Rollano es duhaldista. El resto son todos radicales, señaló a este
diario un referente de la UCR. Los seis dirigentes radicales son los siguientes:
Juan Trilla: este veterano balbinista, que fue senador, todavía despierta rechazos en
amplios sectores de su partido, que lo acusaron de hacer lobby a favor de las Fuerzas
Armadas cuando se sancionó la Ley de Obediencia Debida. Fue designado titular del Concejo
en enero de 1994 luego de un acuerdo entre la UCR y el PJ. Las minoritarias bancadas del
socialismo, el Frente Grande y la UCeDé se opusieron al pacto.
Roberto Larrosa: ex concejal y ex titular del Club Sacachispas, fue indagado por la
Justicia, acusado de haber contratado a un analfabeto como director del Concejo. No
integra ninguna de las corrientes principales del radicalismo porteño. Es el líder de
Unir, una agrupación que fundó luego de alejarse de su antiguo referente, Enrique
Coti Nosiglia. Su hija Marcela es legisladora porteña.
Eliseo Roselló: fue expulsado de la UCR. Fernando de la Rúa lo acusó de ser el
responsable de las escuchas telefónicas ilegales contra sus hijos. Braulio Feliú: Es un
puntero de Mataderos que pertenece al Movimiento de Participación. Militó con Adolfo
Benedetti, padre del diputado Enrique.
Carlos Bernardou: fue secretario administrativo del Concejo durante la presidencia de
Trilla. Milita en Cambio Radical, la corriente de Nosiglia. Marta Oyhanarte dijo a este
diario que todavía trabaja en la Legislatura.
Luis Alberto Sánchez: estaría vinculado con el Ateneo del Centenario.Baños citó a
declaración indagatoria a 32 personas. Entre ellos se encuentran dos legisladores
porteños de la UCR: Raúl Clienti integra el Movimiento de Participación y fue un hombre
de confianza de De la Rúa. En octubre de 1993, luego de que la delarruista Marta Mercader
perdiera las elecciones, Clienti fue uno de los primeros en acercarse a la oficina de su
jefe, a quien intentó consolarlo sirviéndole café. El otro legislador que deberá
presentarse a declarar es Eduardo Cachorro Pacheco, un joven dirigente de
Barracas cercano a Nosiglia.
EN EL PJ DICEN QUE EL JUEZ SE NOS DIO
VUELTA
A Pico no lo banca nadie
Todo responde a una maniobra, repetían los diputados justicialistas que
rodearon y apoyaron a su par Eduardo Rollano, uno de los ex concejales a los que el juez
Alberto Baños le pidió la captura. En cambio, nadie se esmeró en romper lanzas por
José Manuel Pico, el otro justicialista ex presidente del Concejo Deliberante implicado
en la causa por la que ya está preso. Rollano minimizó la situación y se comprometió a
presentarse hoy ante el juez. No podrá ser detenido pues tiene fueros, que lo protegerán
hasta el 10 de diciembre.
Acodado en la puerta del despacho de un diputado, un operador peronista buscó ser
contundente: No sé qué pasó. Baños era uno de los nuestros, pero se fue. Lo que
no sé es a quién responde ahora, se quejó. También se negó a afirmar que haya
radicales detrás de esta maniobra. La razón del operador fue simple y
numérica: Hay orden de captura para mucho más radicales que peronistas. Un
detalle curioso, el operador se negó a creer, pero sin mucha convicción, que el
menemismo esté detrás de todo, y finalmente se acordó de Rollano: Este tipo no
tiene nada que ver con esa causa. Es un invento el pedido de captura, dijo.
Rollano quiso dar su versión de los hechos. Eligió el Salón de los Pasos Perdidos del
Congreso para esgrimir su defensa y se hizo acompañar por el presidente del bloque del
PJ, Humberto Roggero. Rollano, quien entre 1983 y 1993 fue miembro del desprestigiado
Concejo Deliberante, aseguró que nunca nadie presentó una denuncia en mi contra
durante mi gestión como presidente del Concejo. Dijo, además, que está dispuesto
a despojarse de sus fueros y se presentará hoy a declarar ante el juez. Sin embargo, se
animó a sostener que alguien quiere embarrar la cancha, pero prefirió mirar
hacia el costado y no decir nada cuando se le preguntó quién está detrás de esta
supuesta maniobra.
Roggero prefirió, en tanto, ser más directo. Primero defendió a su compañero de
bancada: Es un hombre de bien, no tiene nada que esconder y cuenta con el apoyo
total del bloque justicialista. En segundo lugar la emprendió contra el juez
Baños, al destacar que cometió un error procesal gravísimo porque nunca lo citó
y ahora pide la detención del legislador. Es insólito. No contento con ello,
Roggero criticó la actitud mediática del magistrado y señaló que Baños
es de esos jueces que a la mañana denuncia, al mediodía juzga y a la tarde
condena. El titular del bloque coincidió con Rollano al decir que no sabe de dónde
proviene la maniobra. Es posible que tenga que ver el año electoral que
vivimos, arriesgó tibiamente el legislador.
El que no contó con el respaldo de Roggero fue el ex concejal peronista Pico.
Nuestro apoyo es sólo para Rollano, explicó. Es lógico, el ex presidente
del Concejo está actualmente detenido en la cárcel de Devoto, procesado por dos causas:
la primera es por asociación ilícita por comandar, según la Justicia, una banda que
estafó a quinientos ahorristas que esperaban adquirir departamentos, y que luego fueron
clausurados por violar normas edilicias y que habían sido exceptuadas por Pico. La otra
causa no es menor, lo acusan de enriquecimiento ilícito.
Las comisarías que tenían que aumentar
detenciones
La Defensoría del Pueblo porteña
apeló ante la Justicia la decisión del juez Cisneros de no investigar las órdenes
policiales para aumentar ostensiblemente la cantidad de detenidos.
Directivas: Las directivas se dividen en tres
cuestiones: pedidos de dinero, entrega de materiales y medidas concretas a tomar en
relación a las detenciones. |
El fiscal Pablo Lanusse investiga
desde hace dos años la red de corrupción policial en la Federal.
Pero el juez Cisneros se negó a profundizar la pesquisa. La ombudsman porteña apeló la
decisión. |
Por Laura Vales
La Defensoría del
Pueblo porteña reclamó a la Justicia que investigue una decena de instrucciones
reservadas con las que la Policía Federal ordenó a las comisarías de la Capital
aumentar arbitrariamente la cantidad de detenciones, entregar dinero a sus superiores y
brindar diferente trato a los encargados de las pegatinas políticas según el contenido
de sus afiches. Las órdenes en cuestión fueron descubiertas por el fiscal Pablo Lanusse,
quien investiga junto al juez Vicente Cisneros una presunta red de corrupción policial.
Pero se convirtieron en una nueva piedra de la discordia cuando el magistrado se opuso a
seguir su rastro por considerar que ellas no ocultan potenciales delitos.
Entre los papeles secuestrados hay dos referidos específicamente a la actuación de los
federales en épocas de campaña electoral. Ambos fueron distribuidos por la Dirección
General de Comisarías en diciembre de 1997 y marzo de 1998. Uno tiene la forma de un
simple anuncio: El Movimiento Menemista Fe en Menem dice realizará
pegatinas de afiches en toda la zona de la Capital. El otro contrasta por su
contenido: Si se detectan personas pegando afiches donde figuren Perón y Seineldín
deberán hacer cesar de inmediato esa actitud y detenerlas por averiguación
de antecedentes, dispone textualmente la comunicación. Con un agregado: en el caso
de encontrar los afiches pero no a los muchachos con sus tachos de engrudo los uniformados
tendrían la obligación de limpiar las paredes.
El resto de las directivas todas impartidas en 1997 y 1998 se dividen en tres
cuestiones puntuales: pedidos de dinero, entrega de materiales y medidas concretas a tomar
en relación a las detenciones.
El comisario inspector Alejandro Di Nunzio, por ejemplo, hizo saber a los jefes de las
siete comisarías sobre las que mandaba que debían incrementar ostentosamente la
cantidad de detenidos, en especial durante los fines de semana. Todo indica que sus
subordinados cumplieron su misión con entusiasmo pero sin demasiado rigor: un mes más
tarde recibieron una contraorden. La nueva recomendación puntualizaba que a raíz
de una reunión con instancias superiores de la Superintendencia de Seguridad
Metropolitana se solicitaba a todos que certificaran que las personas registradas en
el Libro de Detenidos efectivamente hubieran estado tras las rejas. La circular mencionaba
específicamente el riesgo de que se haya anotado individuos a efectos de aumentar
una supuesta productividad.
Cada una de estas órdenes fueron transmitidas por teléfono y mecanografiadas en la
comisaría 16ª, la seccional donde el fiscal Pablo Lanusse inició su investigación. La
causa se abrió a principios del año pasado, cuando una vendedora ambulante denunció que
miembros de la 16ª le exigían contribuciones monetarias forzosas para
dejarla trabajar. Después un ex integrante de esa comisaría, el cabo Marcelo Hawrylciw,
confirmó que sus antiguos jefes obligaban a comerciantes, prostitutas y dueños de
hoteles a aportar un peaje en efectivo. Hawrylciw sufrió tres ataques a balazos en su
casa por haber quebrado el pacto de silencio. En los meses que siguieron la Justicia
reunió suficientes elementos para suponer que existía una organización policial
dedicada a encubrir negocios ilegales a cambio de coimas; se estima que de esta forma se
recaudaba cada mes cerca de tres millones de pesos.
Di Nunzio, que ahora vuelve a estar en primer plano al aparecer como uno de los que
difundieron las órdenes cuestionadas, es uno de los principales imputados de la causa. El
comisario mayor fue, precisamente, jefe de la Circunscripción VI de la Capital Federal, a
la que pertenece la comisaría 16ª. Los comisarios Luis Fernández y Carlos Navedo, que
formaban junto a él la cúpula de la seguridad de la Capital Federal también están en
el centro de las sospechas.
Sobre las pedidos de dinero y materiales, la documentación secuestrada revela fueron
sistemáticos e incluyeron desde efectivo para pagar gastos de celulares a resmas de
papel, abrochadoras, productos de limpieza yhasta papel higiénico. En la mayor parte de
los casos la exigencias se originaron en la Dirección General de Comisarías.
Con su presentación la Defensoría apeló la negativa el juez Cisneros a ampliar el
objeto procesal e incorporar estas órdenes a su expediente. Cisneros argumentó que las
exigencias de efectivo podían parecer lamentables y las indicaciones sobre
qué hacer con las pegatinas políticas diametralmente opuestas, pero no
indicaban acciones dolosas. En cuanto a las instrucciones sobre los detenidos, consideró
que tampoco configuraban delito. Para la defensora Alicia Oliveira su valoración es
arbitraria e ingenua. En su escrito, patrocinado por el abogado Eduardo
Guarna, Oliveira puntualizó que las órdenes de privar de la libertad fuera de los
casos previstos por la ley y la hipótesis de que el dinero y los bienes circulen de
manera anómala merece que se proceda a iniciar una investigación, más allá del
resultado al que se llegue a lo largo de ella.
|