Página/12 en EE.UU.
Por M.F.C. Desde Nueva York Arrastrados por los medios de
comunicación, que se sumergieron en una especie de intoxicación adictiva con el
accidente de John Kennedy, los norteamericanos están experimentando el fenómeno de la
dianización del hijo del presidente asesinado. La comparación de la pena
colectiva en Estados Unidos con las manifestaciones de dolor de los británicos por la
muerte de la princesa de Diana resulta inevitable. En ambos casos, esta pena colectiva
parece impulsada no tanto por los logros en vida de estos muertos famosos sino por la
fascinación, mezcla de Hollywood y jet set, que los dos accidentados despertaron en la
opinión pública. Mientras tanto, espoleados por la consigna todo John todo el
tiempo de diarios, revistas, televisores y radios, los norteamericanos continuaron
acercándose con flores y otros objetos recordatorios al edificio de Tribeca, donde
residió la pareja Kennedy; una versión democrática, podría decirse, del palacio de
Buckingham.
En su cuarto día de frenesí, los medios y la prensa no dieron ayer señales de tener la
intención de reducir el espacio dedicado a este nuevo episodio de la llamada
maldición de los Kennedy. Como ejemplo: el canal A & E, cuya
programación incluye biografías de famosos y policiales inglesas, anunció el lunes que
dedicará toda la semana a pasar biografías de los Kennedy, comenzando por el patriarca
Joe Kennedy y la matriarca Rose. Y la cadena CNN, en un esforzado intento por encontrar un
ángulo original a la historia del accidente, recreó los momentos finales de los tres
pasajeros filmando un viaje similar dentro de una avioneta.
Como Diana, John considerado el príncipe del clan Kennedy, la familia
real de la superpotencia nunca fue una figura pública de peso. La
única marca que dejó en la escena política fue el lanzamiento de la revista George. Una
realización más bien modesta.
Pero como las cadenas de televisión se han encargado de recordar ininterrumpidamente,
Kennedy era un churro (hunk) y un integrante privilegiado de ese mundo
exclusivo e inaccesible de privilegio y glamour donde se depositan las
fantasías de la gente común.
De hecho, John era más conocido por las fotos que de él publicaba la revista People, que
lo llamó el hombre más sexy del mundo, que por la publicación de la cual
era director. El noviazgo con la actriz Darryl Hanna y el casamiento con Carolyn Bessette,
publicista de Calvin Klein, contribuyeron a consolidar esa imagen de varón sexy. La bella
apariencia física y el glamour han sido siempre elementos claves en la mística
despertada por los Kennedy.
Han surgido también los especialistas en Carolyn Bessette, la rubia mujer de
Kennedy, cuyo gesto más desafiante en la vida, según sus nuevos biógrafos, fue ignorar
al modisto Calvin Klein, para quien trabajó, y elegir a Narciso Rodríguez como
diseñador de su traje de novia. En estos días se han desplegado grandes titulares que
hablan de Bessette como de un icono de la moda. A falta de algo más
sustantivo para escribir sobre esta joven, los periodistas han dedicado largos párrafos a
su talento para combinar los colores de su vestuario, las carteras Prada que usaba y su
capacidad para interactuar con los famosos, a quienes ayudaba a elegir su ropa, por
supuesto (¿qué otra cosa?), en su puesto en la firma Klein.
No puede sino elogiarse la dedicación, con visos de ferocidad, con que los canales y la
prensa han buscado en los archivos de los Kennedy. Fotos desconocidas de Jacqueline
Bouvier, el presidente Kennedy y sus dos hijos, han aparecido para delicia de los
dolientes americanos. También se han desempolvado olvidadas filmaciones de los miembros
del clan, captados en momentos llamativamente intrascendentes. Enterrado en el torrente de
centimiles, hubo un comentario curioso. Kennedy se sentía identificado con la princesa
Diana en cuanto a la persecución periodística que ambos sufrían. Esperaba, sin embargo,
que el público no lo endiosara y lo considerara un hombre ordinario. Un error de juicio,
como el que cometió al pilotear la avioneta en noche cerrada y sobre el mar.
La escultura de la foto Una pequeña escultura en metal inspirada en John-John Kennedy a la edad de
tres años, en 1963, cuando despidió con un saludo militar el féretro de su padre, el
presidente asesinado en Dallas, conmueve a los cientos de personas que siguen acudiendo al
edificio donde vivía la familia. La escultura recoge la imagen de un niño de pantalón
corto y chaqueta dándole el último adiós a su padre. Buenas noches, dulce
príncipe, es lo que escribió alguien al lado de la pequeña figura que se levanta
entre flores, velas, globos rojos y cartas, frente al edificio ubicado en el sur de
Manhattan, convertido ahora en altar.
Así es como lo voy a recordar siempre, dijo Joanna Kopeh, de Yorktown, quien
viajó una hora y media para depositar rosas rojas, acompañada por sus tres hijos
pequeños. Creo que es bueno que los niños sepan cómo la gente lo quería porque
era humano, era especial, agregó Joanna. Un poco antes, un grupo de jóvenes
entonó una canción compuesta en homenaje a John John y a su esposa, Carolyn Bessette.
Se fueron demasiado pronto, cantaron, mientras alguien sacaba un violín.
Se me paran los pelos de la emoción, fue la frase de la portorriqueña Carmen
Sánchez para describir el momento, mientras dejaba un ramo de flores silvestres.
En el altar puede verse la última foto que le tomaron a Kennedy Jr., la noche del jueves,
cuando asistió a un partido entre los Yankees y los Bravos.
Como si fuera para cerrar el cuadro de tragedia, ayer falleció en Nueva York Stanely
Tetrick, fotógrafo de los Kennedy y autor de otra célebre toma, en la que el pequeño
John-John juega debajo del escritorio de su padre presidente. Tetrick, de 77 años, murió
de una neumonía. |
¿EXISTE UNA PROPENSION FAMILIAR AL RIESGO?
Un estado interno de omnipotencia
Fatalidad, imprudencia, destino siniestro. La muerte de John Kennedy no hizo más que
reflotar el debate sobre la herencia negra de la familia. ¿Existe una propensión al
riesgo y la tragedia? Página/12 consultó a especialistas en accidentología para hablar
del tema. Esto fue una especie de provocación, opina un médico experto en
emergencias. Para el titular del Centro de Investigaciones Psicológicas de Estudio y
Prevención de los Accidentes (Cipea) la muerte de John es un claro ejemplo del mito
de poder: la persona cree que no hay obstáculo que no pueda ser superado porque
está en un estado interno de omnipotencia. Pero, al contrario de lo que indica el sentido
común, señaló, los mitos de poder no están directamente relacionados con
el prestigio o los millones: se dan también en familias de condición mucho más
modesta que los Kennedy.
Un accidente es algo absolutamente imprevisible, que es muy difícil que ocurra. Y
que un avión se caiga con un piloto sin la experiencia suficiente, con un pie roto, de
noche y con mal tiempo no es un accidente. Había una clara posibilidad de
prevención, explica Silvio Najt, médico especialista en emergencias.
A Julio Granel, presidente del Cipea, no lo sorprendió la muerte de John. Hay dos rasgos
que hacían previsible ese desenlace: Por un lado, encaja dentro de las familias
trágicas con tendencias destructivas que se van transmitiendo de generación en
generación por identificaciones. El otro aspecto es que esto está favorecido por
personas a las que les cuesta considerar que hay leyes naturales a las que tiene que
someterse el ser humano. Se manejan con mitos de poder. El modo de vida de los
sectores con poder también es un dato a considerar. Según Najt, en un estudio
realizado en Baltimore, Estados Unidos, el 50 por ciento de los accidentes fueron
provocados por personas que habían ingerido alcohol, cocaína o marihuana. Y esto se
observa principalmente en las clases altas. Granel matiza un poco el tema:
¿El sentimiento de omnipotencia sólo se ve en familias poderosas?
No, esa manera de ser la puede tener cualquier persona que no tenga poder. Son
personas que no pueden decir no puedo, nada es obstáculo para ellas. Es como
si tuvieran un poder interno, más allá del poder económico o político. John andaba en
un avión privado, otros andarán en un remís.
¿La herencia familiar juega un papel determinante en esto?
Yo me limitaría a decir que hay ciertas tendencias que se mantienen. En los
Kennedy, al ser un clan más bien cerrado, no hay posibilidad de que se dé una
variación, como puede darse en familias que se mezclan más.
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