Página/12 en Italia
Por Laura Términe Desde Roma Eduardo Duhalde parecía tocar
el cielo con las manos cuando llegaron los sobres con las fotos que retrataban su
encuentro matinal con Juan Pablo II. Tomó un fajo de instantáneas y se sentó a verlas
detenidamente recordando los flashes que le dieron el sabor de triunfo después de los 10
minutos que pasó junto al Papa. La misión estaba cumplida, al otro día vería en los
diarios la inmortalización de su audiencia con el Santo Padre. La pequeña comitiva que
acompañó al gobernador a Roma no se quedaba atrás: se disputaban las fotos sacadas
durante los pocos segundos otorgados para saludar al Pontífice.
La escena transcurría en uno de los suntuosos salones de la embajada argentina ante la
Santa Sede, decorada con cuadros religiosos, y colmada de fotos del presidente Carlos
Menem junto a altos prelados de la Curia, que acompañan al visitante en todos los
rincones del Palacio Patrizi. El embajador menemista Esteban Caselli, artífice de la gira
vaticana de Duhalde, miraba satisfecho, ubicado a unos metros del círculo íntimo del
gobernador. Duhalde sabía que debía agradecerle a Menem que las cosas hubieran salido
tan bien, pero también que la charla con el Papa le daría fuerza a la idea de
transformar el debate sobre la deuda externa en uno de los argumentos más fuertes de su
campaña. Si no lo comprendía el establishment, podría insistir con el debate exhibiendo
el respaldo de las máximas autoridades de la Iglesia.
Por eso, en la jornada de ayer recordó que la semana que viene sus diputados presentarán
ante el Congreso un proyecto de resolución para que el Parlamento respalde la posición
del Vaticano respecto de la deuda y agregó que espera que salga con la unanimidad
de los votos.
Con treinta minutos de retraso, el Pontífice recibió a Duhalde a las 11.30, después de
la tradicional audiencia de los miércoles. Estuvieron a solas. Duhalde le dejó una copa
de plata y dos libros sobre la Catedral que espera inaugurar este año en la provincia de
Buenos Aires. El Pontífice le regaló la habitual medalla papal. La audiencia con Duhalde
se realizó en la sala Paulo VI, sitio habitual para los encuentros de menor jerarquía
es decir, con quienes no son jefes de Estado. Incluso, la jerarquía vaticana
decidió que el encuentro no era lo suficientemente importante para anunciarlo en su
oficina de prensa: allí no se hizo ninguna referencia a la visita del candidato del PJ.
Después, en una ronda de prensa que incluyó a las agencias extranjeras, el candidato
dijo que además de expresarle su apoyo a la posición vaticana sobre el pago de la deuda
la Iglesia pide que no se ahogue económicamente a los países endeudados que no
están en condiciones de pagar, le habló sobre el peso que significan para los
países latinoamericanos los subsidios agrícolas que otorgan Estados Unidos y Europa a
sus productores, y le planteó su idea de una cumbre de presidentes de América que
podría realizarse el próximo año, dentro de los programas del Jubileo.
El Papa es muy afectuoso, me hizo sentar junto a él e hizo una extensa referencia a
la Argentina por el apoyo que nuestro país le da a la Iglesia en cuanto al resguardo de
la vida desde la concepción, contó. De hecho, Duhalde había recalcado el martes
que no modificaría una coma de la actual relación entre la Argentina y el Vaticano en
caso de sentarse en el sillón presidencial, una definición que tranquilizó a los
prelados que rodearon al candidato en sus dos días de visita a la Santa Sede.
Algo está cambiando en el mundo, repitió varias veces ayer Duhalde,
refiriéndose a las posturas blandas respecto de los débitos de los países pobres y en
vías de desarrollo que vienen expresando los duros del Fondo Monetario Internacional y el
Banco Mundial, o el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, cuando pidió
humanizar la globalización. Elcandidato justicialista se colocó en la lista
de los líderes mundiales que estarían cambiando, pero dejó claro que su posición nada
tenía que ver con la de Fidel Castro que promulga el no pago de las deudas, a
la que calificó como extrema.
Además de contar su emoción de encontrar por segunda vez al Sumo Pontífice la
primera fue durante su gestión de vicepresidente, Duhalde destacó que lo había
visto mejor de lo que esperaba, después de la semana de vacaciones que el
Papa pasó en las montañas.
Antes de terminar su agenda, tuvo tiempo para recoger una iniciativa de la senadora
italiana Umbrella Fumagalli Carelli, una de las promotoras de la reunión de legisladores
de todo el mundo con el Papa para discutir los problemas de la deuda, la libertad
religiosa y el derecho a la vida, y se ofreció para organizarle una reunión con
parlamentarios argentinos que se realizaría a inicios de agosto en Buenos Aires.
En tanto, a Caselli, el hombre que le abrió las puertas del Vaticano después de obtener
el permiso de Menem, le dejó una tarea: conseguir que Juan Pablo II grabe en video un
mensaje para la inauguración de la Catedral de Buenos Aires en noviembre próximo. Y
parece que esta vez, el embajador no tendrá que consultar al Presidente.
Un susto con Chiche
La esposa del gobernador, Hilda Chiche Duhalde, no pudo disfrutar su viaje a
Roma. Una gripe, que aumentó en contacto con el extremo calor que por estos días
invadió a la ciudad, la dejó en la cama del hotel el martes y le permitió salir unas
pocas horas ayer por la mañana. Mientras estaba junto a su esposo en el Vaticano, Chiche
sufrió un bajón de presión y debió ser atendida por los médicos de la Santa Sede, que
la dejaron haciendo reposo en una sala. A mediodía, cuando la temperatura y la humedad
obligaban a los turistas a meterse a resguardo bajo cualquier punto de sombra, la diputada
prefirió volver a su cuarto de hotel en la Plaza de España, junto a tres de sus hijos, y
allí pasó el resto del día, controlándose los vaivenes de su presión arterial. A
Duhalde, en cambio, la bendición del Papa le hizo olvidar el estado gripal con el que
desembarcó en Roma y que lo mantuvo visiblemente cansado durante la primera jornada.
Ayer, con la foto de Juan Pablo II en la valija, no precisaba tomar ningún otro remedio.
Pero su regreso a la Argentina estará supeditada a la mejoría de Chiche. |
otras voces |
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Luis Alberto Quevedo
(sociólogo)
En los últimos años, la Iglesia ha sido la única institución que cuestionó la
política social, la inversión, el gasto, la falta de atención a los pobres, a los
inundados. Por eso el gobernador bonaerense ha buscado su respaldo. Ponerse de su lado es
también tomarla como una institución que ha sido capaz de juzgar la política social de
Carlos Menem. No hablo sólo de Caritas: desde el padre Julio César Grassi hasta el padre
Luis Farinello (el primero estuvo muy cerca de Menem, el segundo militó en su contra), la
imagen de la Iglesia ha aparecido ligada con la crítica social. El problema de discutir
la deuda externa que Duhalde plantea hoy no es nuevo y ha surgido en diferentes momentos.
El tema es desde dónde discutirla. Alfonsín se propuso hacer una revisión y desde el
83 hubo un gran debate, pero en el 99 resulta muy difícil adoptar una
postura. Por eso, en su estrategia de campaña, el gobernador bonaerense se recostó sobre
la Iglesia, que es una institución que tiene una posición internacional orientada a
atender a los países pobres: encontró un aliado legítimo.
Daniel Arroyo
(Investigador de Flacso)
Creo que en los últimos tiempos se produjo un avance en la conciencia social de la
población, a caballo del discurso de la Iglesia y en especial de Caritas. La Iglesia, en
los últimos años, ha quedado desplazada de la parte más conservadora y el ala social ha
emergido con fuerza. Hoy por hoy es la única vocera imparcial de los resultados de la
política. Los vínculos que Eduardo Duhalde quiere forjar con la institución tienen que
ver con eso, aunque tome el tema de la deuda externa para relacionarse con la Santa Sede.
También hay que tener en cuenta que la pobreza en la Argentina sigue siendo
invisible para el grueso de la gente, y es la Iglesia la institución que ha
logrado instalar la idea de que realmente la cantidad de pobres ha aumentado. La opinión
pública hoy percibe la realidad, y ése es un mérito.
Mariano Grondona
(periodista)
La Iglesia tiene una fuerte responsabilidad moral frente a las penurias que pasa el país
y cumple con su función haciendo oír su voz. La repercusión que hoy tiene se debe a que
ha sabido captar el momento que están pasando los argentinos. Sin embargo, sería un
error pedirle a la Iglesia soluciones técnicas de los problemas sociales y económicos,
porque es una institución que habla del deber ser de las cosas, pero la resolución de
los problemas es tarea de los gobernantes. |
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