OPINION
Por siempre Cacho El Kadri
Por Manuel Justo Gaggero* |
Te
conocí en un Congreso de la Juventud Peronista que se realizó en 1964 en Rosario.
Habíamos concurrido yo y otro compañero en representación de la Juventud
Universitaria y nuestro referente era el Bebe Cooke. En el país había un gobierno
radical y el Movimiento seguía proscripto. Un grupo de fachos intentó
impedirnos participar en el encuentro al grito de Ni yankees ni marxistas:
peronistas, y vos los frenaste diciéndoles que detestabas las posturas macartistas,
y que todas las líneas de pensamiento debían expresarse en el Movimiento Nacional, con
absoluta libertad.
Como un signo de lo que luego sería tu práctica política habitual, este primer
encuentro selló una amistad y una relación de compañeros de lucha muy fuerte. Te volví
a ver cuando se empezaba a conversar, lo que después se concretaría en Taco Ralo, la
posible instalación de un frente guerrillero que iniciara la lucha por la liberación de
nuestra patria. La represión militar y la cárcel frustró este intento.
El día en que los presos políticos fueron liberados por el pueblo, aquel 25 de mayo de
1973, nos volvimos a encontrar en el local del PJ ubicado en la avenida La Plata, donde
meses antes habían sido velados los compañeros asesinados en la Base Almirante Zar, por
la Marina.
La recuperación de la libertad y el auge de masas te ponían animoso. Confiabas, además,
en que el regreso del general Perón al país y el nuevo gobierno popular encabezado por
Cámpora abrieran nuevas posibilidades de cambio. Se produjo Ezeiza, y comenzó una clara
ofensiva de la derecha lopezreguista contra el peronismo combativo y la militancia
popular. Vos fuiste una de sus primeras víctimas. Se te acusó de preparar, junto a Julio
Troxler, un plan para asesinar al líder, y la Policía Federal de Villar y
Margaride se dispuso a detenerte. Desde el diario El Mundo, bajo mi dirección, hicimos
una campaña en contra de esta mentira y con la ayuda de amigos entrañables como el
Mayor Bernardo Alberte y Jorge Di Pasquale, logramos desenmascararla.
Luego vino la noche y las tinieblas. El golpe militar, la implantación del terrorismo de
Estado, miles de compañeros presos, desaparecidos y asesinados intentaban disciplinar a
nuestro pueblo para poner en plena ejecución este modelo de país en el que hoy vivimos.
En el exilio nos cruzamos en alguna que otra reunión, y tu aporte para aislar la
dictadura militar, movilizando a sectores de la cultura, fue de un valor incalculable. El
regreso de la democracia, nuestra vuelta, proyectos a veces diversos, pero convergentes,
nos colocaron en actividades distintas, hasta que los chicos de El
Mate nos convocaron para integrar el cuerpo docente de la Cátedra Libre sobre el
Pensamiento de Ernesto Che Guevara. Siempre estabas dispuesto a responder a
los interrogantes, a hurgar en el pasado con espíritu crítico, a repensar el futuro, a
participar en todo emprendimiento contracultural popular, a analizar, con una sonrisa en
los labios, las dudas que te planteaban los jóvenes y la jactancia que demostraban los
intelectuales reciclados.
La muerte siempre te estuvo hostigando, en Taco Ralo, en la cárcel y en el exilio, pero
no pudo con vos. Llegó en Tilcara, inesperadamente, hace ya más de un año. Pudo con tu
existencia física, con tu corazón agotado, pero siempre amplio y generoso, pero lo que
no logró es borrarte de la memoria de quienes reconocemos y reconocen en vos a un claro
exponente de una generación que se propuso cambiar la historia.
* Docente, abogado. Militante del Frente de la Resistencia. |
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