Por Nora Veiras El jefe del Ejército, Martín
Balza, está de vacaciones en Bariloche y sus hombres de confianza aprovecharon el impasse
para hacer lo propio. En el Edificio Libertador tomaron con pinzas la versión sobre el
posible sondeo de diplomáticos de Estados Unidos para que Argentina encabece una
iniciativa de paz en Colombia o, en el peor de los casos, respalde una intervención
militar. Primero, es una decisión política que debe pasar por el filtro del
Congreso y, nosotros no tenemos más que acatarla. Segundo, sería romper con la
tradición argentina que sólo ha participado en conflictos extranjeros con fuerzas de
ayuda humanitaria, señaló un influyente uniformado.
El vicecanciller Andrés Cisneros salió al cruce de la información publicada por La
Nación sobre el sondeo de funcionarios del Departamento de Estado al gobierno argentino.
No es exacto que haya habido tratativas ni contactos diplomáticos argentinos
relacionados con la situación que vive Colombia, lo que no excluye señalar que la
región está obviamente preocupada por este tema. Argentina observa y analiza la
situación regional, pero no ha protagonizado ninguna iniciativa diplomática en ese
sentido, ni lo haría sin escuchar previamente la opinión de nuestros vecinos y nuestros
socios de la región, en particular las de Colombia y Brasil, aseguró mediante un
comunicado de prensa.
Más allá de los contactos oficiosos o no, lo cierto es que a nadie extraña el
alineamiento de Argentina con los deseos de Estados Unidos en materia de defensa y
seguridad nacional. A fines de noviembre del año pasado, el ministro del Interior, Carlos
Corach, presentó en la Segunda Conferencia de la Organización de Estados Americanos,
realizada en Mar del Plata, un proyecto que entusiasmó a la administración de Bill
Clinton: la creación de un Comité Interamericano contra el Terrorismo, narcoterrorismo
incluido. Colombia y México fueron en esa oportunidad los que más insistieron en dejar
constancia que ese comité actuaría bajo el respeto de la soberanía de los Estados
y del principio de no intervención.
Unos días más tarde, el propio secretario de Defensa de Estados Unidos, William Cohen,
en la III Conferencia de Ministros de Defensa de América felicitó al gobierno argentino
por esa iniciativa. Durante los tres días del encuentro en Cartagena de Indias, una de
las pocas ciudades colombianas protegidas de la violencia cruzada de militares, guerrilla
y paramilitares, Cohen y su séquito de 140 personas se ocuparon de avanzar en un
alineamiento del continente tras sus prioridades de defensa continental: la lucha contra
las diversas formas de terrorismo y el narcotráfico.
En la trastienda, el tema excluyente fue cómo detener el crescendo de violencia que
atraviesa Colombia desde hace décadas. En ese momento, el inicio del diálogo de paz,
encabezado por el presidente Andrés Pastrana, frenó las iniciativas de los sectores
menos propensos al diálogo que elucubraban sobre los bombardeos salvadores de
los aviones estadounidenses. El entonces ministro de Defensa colombiano, Rodrigo Lloreda
Caicedo, era uno de los menos optimistas sobre la evolución del proceso de paz. La
guerrilla controla el 40 por ciento del territorio y hace años que las fuerzas armadas
fracasan en el intento de extirparlas. La pobreza sumada al poder de los narcotraficantes
vinculados, de hecho, con la guerrilla y la proliferación de mercenarios que cambian de
bando según el mejor postor torna inmanejable la violencia desatada.
En la Cumbre de Cartagena, la Argentina actuó como el mejor alumno de Cohen. Si bien las
leyes argentinas impiden la actuación de las Fuerzas Armadas en conflictos internos, la
iniciativa de Seguridad Continental apunta a superar ese escollo. Teniendo en
cuenta esa sumisión no sonódescabellado el posible sondeo del Departamento de Estado.
Cisneros dijo que no se tomaría ninguna decisión sin consultar con Brasil, uno de los
más reticentes a los planteos de Cohen.
|