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Por Américo Schvartzman Desde Concepción del Uruguay Miró la escena desde el cielo. Centenares de productores enfurecidos que querían repetirle las críticas que habían hecho oír en la Plaza de Mayo el miércoles pasado. Hasta estaba ahí la cosechadora que la Policía Federal había detenido propiamente en la esquina de la casa del ministro del Interior, Carlos Corach. Hombre intuitivo, percibió que allá abajo todo era bronca contra él. Hombre moderno, pidió información al gobernador Jorge Busti, un duhaldista con el que parece ahora quiere empezar a recomponer relaciones, quien le confirmó que el horno no estaba para bollos. Mascullando su bronca el Presidente decidió no aterrizar. La protesta agraria lo había puesto en fuga, privándolo de hacer un homenaje a Emilio Perina, uno de sus asesores favoritos, aquel que aseguraba que Menem era un estadista superior a Juan Perón y a Julio Argentino Roca. Villa Mantero es una antigua población agrícola de 1600 habitantes. Está a 350 kilómetros de Buenos Aires y a 50 de la ciudad de Concepción del Uruguay. En este pequeño pueblo entrerriano nació el abogado y escritor Emilio Perina, asesor y panegirista de dos presidentes argentinos (Arturo Frondizi y Menem), inventor del slogan la máquina de impedir usado para definir a los opositores de ambos presidentes. Menem quien hizo suyo el latiguillo de Perina se disponía a homenajear a quien tanto lo homenajeó en el marco de una visita relámpago que incluía la reinauguración de la plaza central de la ciudad de Concepción del Uruguay. Un operativo de seguridad nunca visto en la zona había cercado todo el pueblo con vehículos de la municipalidad local y vallados. El palco estaba preparado, el intendente peronista Eduardo Bonnín repasaba su papel de anfitrión del Presidente. No era un acto más: por primera vez Menem visitaba Villa Mantero. También estaban, entre otras figuras de la provincia, el senador Augusto Alasino y el gobernador Jorge Pedro Busti, dos duhaldistas que venían a hacer buena letra con el Presidente. Pero algo se interpuso entre Menem y la recepción de sus compañeros: la presencia y la bronca de un nutrido grupo de productores agropecuarios de la zona. Provenían de las más importantes ciudades de Entre Ríos, de Basavilbaso, Concordia, Gualeguaychú, Paraná, Urdinarráin. Muchos de ellos habían participado de la jornada de protesta protagonizada esta semana por tres de la entidades representativas del campo. Como entonces, exhibieron su poder de convocatoria: más de 200 camionetas y camiones, además de maquinarias agrícolas, con pancartas y banderas de protesta, llegaron al sitio del homenaje para entregarle al Presidente de la Nación el mismo petitorio que las organizaciones del agro presentaron entonces al secretario de Agricultura, Ricardo Novo. Cerca de las 16, la misma cosechadora Massey Ferguson que no pudo ingresar al centro porteño en la protesta del pasado miércoles, se dio el gusto de derribar uno de los alambrados, por donde los manifestantes accedieron al predio del homenaje. Los camiones y las maquinarias traían carteles y pancartas que combinaban ingenio y rabia. Recibiste el país en llamas y lo entregaste en cenizas. Te trajimos las naranjas que no nos dejaron entrar en la Capital. Dijiste síganme, por eso estoy aquí, eran algunos de los más notorios. El intendente, El Gordo Bonnín no tenía humor para disfrutar las ironías. Mientras, el helicóptero que transportaba a Menem sobrevolaba la zona. Bonnín intentó explicar a los presentes que problemas técnicos le impedían asistir al homenaje. El abucheo de los productores terminó de espantar al helicóptero presidencial y de exacerbar al intendente, quien -ante la cara de póquer de Alasino, Busti y compañía les ordenó a los manifestantes que se retiraran. En su improvisado discurso, Bonnín reclamó a los productores adecuarse a la globalización y les reprochó haber arruinado una fiesta del pueblo de Villa Mantero. Batiendo todos los records de duración de actos oficiales, el discurso del Gordo Bonnín concluyó anunciando que, pese a todo, iba a descubrir la placa (que daba el nombre a una nueva calle) en homenaje a Perina de quien poco se sabe en esta zona. Ni siquiera se cantó el Himno Nacional. El palco quedó vacío, se descubrió la placa y en menos de diez minutos el acto había concluido. La bronca de los productores se expresó en algunas piedras, una de las cuales sobrevoló la cabeza del senador Alasino, y huevazos que se estrellaron contra la base del palco. Como para compensar las falencias del interrumpido homenaje, fueron los manifestantes quienes entonaron a capella el Himno y partieron luego en una caravana a la que se le fueron sumando vecinos y pobladores a lo largo de la ruta. Mientras los productores partían, el intendente de Villa Mantero aseguró a los medios presentes que una piedra lo había golpeado y acusó a Roque Tito, un dirigente del Frente Grande que se postuló para vicegobernador, de ser uno de los promotores de los disturbios. Cerrando su visita a la zona, Menem llegó casi inadvertidamente a Concepción del Uruguay, realizó un homenaje al fallecido dirigente peronista Carlos María Scelzi y partió raudamente. Con el Presidente de regreso, en Concepción del Uruguay comenzaba el festejo por la reinauguración de la Plaza Ramírez. Al mismo tiempo, voceros del Presidente explicaban a los periodistas que el helicóptero no había podido aterrizar en Villa Mantero por las condiciones climáticas o problemas en el helicóptero. Un productor de la zona lo ratificó: Sí, es verdad, fue por el clima: el campo está que arde de la calentura. Un dirigente entrerriano de primera línea formulaba una predicción: a partir de ahora todo el mundo va a imitar lo de Villa Mantero y el Presidente no va a poder asistir a ningún acto.
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